Comprar un auto es, después de la “casa propia”, una de las decisiones financieras más importantes en la vida de una persona. Porque no solo implica una inversión significativa, sino también una planificación que contemple costos, mantenimiento, seguros, impuestos y, cada vez más, nuevas tecnologías como los autos eléctricos e híbridos.
En esta edición de Finanzas Estratégicas, tres especialistas ayudan a entender cómo comprar un vehículo sin comprometer el bolsillo: Alejandro Lamas, Secretario de Comercio de la Cámara del Automotor; Lucas Abriata, economista; y Luly Dietrich, fundadora de Mujeres al Volante.
El punto de partida, coinciden todos, no está en una concesionaria, sino en uno mismo. “Primero hay que preguntarse qué tipo de auto querés, para qué lo necesitás y cuál es tu motivación. No es lo mismo comprar por trabajo, por practicidad o por pasión”, explica Lamas.
A ese enfoque introspectivo se suma el cálculo financiero. Luly Dietrich recomienda detenerse antes de avanzar: “Definir el presupuesto es fundamental. Tenés que saber cuánto podés invertir y cuánto podés sostener mes a mes. Hay costos fijos, como patente, seguro o VTV, y variables, como combustible, peajes o estacionamiento. Muchas veces olvidamos este segundo grupo y ahí se rompe el equilibrio financiero”.
Cero kilómetro o usado: qué conviene hoy
Una vez delimitadas las necesidades y el presupuesto, llega la gran disyuntiva: ¿auto nuevo o usado? Según Alejandro Lamas, “depende del contexto económico y del tipo de auto que busques. Si querés un vehículo con bajo kilometraje, los usados seminuevos, de hasta cinco años, son la opción más inteligente: cuestan menos que un cero kilómetro y mantienen el mismo nivel de equipamiento”.
No obstante, Lucas Abriata advierte que el mercado argentino tiene particularidades que alteran esa lógica: “Durante años los usados llegaron a valer más que los nuevos, porque el cero kilómetro tenía demoras de entrega. Hoy la situación cambió: hay disponibilidad inmediata y, en muchos casos, los precios de los nuevos son más convenientes”.
Cuando la decisión se inclina por un vehículo usado, la recomendación general es no apurarse. “Si no sabés de autos, llevá un mecánico de confianza o contratá una empresa que lo revise. Lo más importante es la estructura: si el chasis tuvo golpes o reparaciones, el auto pierde valor para siempre”, señala Lamas.
Pero además de la parte técnica, la legal es igual de relevante. “Aunque te lo venda un familiar, siempre pedí el informe de dominio y de infracciones. Así evitás encontrarte con embargos, multas o irregularidades en la documentación”, agrega el especialista.
En la misma línea, Luly Dietrich subraya la importancia de elegir bien el punto de compra: “Comprar en concesionarias con trayectoria te da garantía de que el vehículo está en regla. Hay que revisar la cédula, las deudas de patente, el estado de los neumáticos y los sistemas de seguridad”.
Opciones de financiamiento y nuevas modalidades
Una vez definido el auto, aparece el siguiente paso: cómo pagarlo. El crédito sigue siendo la vía más habitual, aunque hoy existen alternativas más flexibles. “En Argentina las dos principales formas son el crédito prendario y el plan de ahorro. También está el renting, que funciona como un alquiler a largo plazo y es tendencia en otros países”, explica Lucas Abriata.
El economista agrega que “el crédito prendario puede ser a tasa fija o UVA, y cada vez más se usan préstamos personales para aprovechar el precio de contado. Aunque la tasa sea más alta, te permite evitar la prenda y disponer libremente del dinero”.
La financiación, destaca Alejandro Lamas, será cada vez más clave: “En un contexto de inflación descendente, la financiación será fundamental para dinamizar el mercado automotor, sobre todo si los bancos vuelven a ofrecer tasas competitivas”.
Pero comprar un auto es solo el comienzo. Mantenerlo también tiene su peso en las finanzas. “Un service promedio ronda entre 350.000 y 700.000 pesos, dependiendo del modelo. A eso hay que sumar neumáticos, alineación y rotación. En promedio, el mantenimiento anual representa un 5% del valor del auto”, precisa Lamas.
A ese cálculo, Abriata sugiere sumar un margen adicional: “Conviene estimar un 10% sobre el precio de compra para cubrir gastos de patentamiento, aranceles y sellos. En la práctica suele ser un poco menos, pero es un buen número para presupuestar sin sorpresas”.
También el seguro forma parte de esa ecuación. “Si la destrucción total del auto no te cambia la vida, podés optar por un seguro contra terceros. Pero si reemplazarlo sería un problema financiero, conviene un seguro contra todo riesgo”, detalla el economista.
En definitiva, la clave —según los tres— está en planificar con realismo: anticipar gastos, comparar opciones y no dejarse llevar por el entusiasmo del momento.
¿Conviene tener auto en la ciudad?
El contexto urbano también redefine la ecuación. “En ciudades grandes como Buenos Aires, tener auto puede ser un capricho. Si hacés cuentas, moverte con aplicaciones suele ser más barato. El auto tiene gastos fijos que no se interrumpen, incluso cuando no lo usás”, advierte Abriata.
Lamas coincide: “Antes conseguir un taxi a la madrugada era un desafío. Hoy pedís un auto desde el celular y te pasa a buscar. Por eso, más que una necesidad, el auto en las grandes urbes se volvió una decisión emocional o de estilo de vida”.
A eso se suma un factor ineludible: la pérdida de valor. “El auto se deprecia apenas se le coloca la chapa patente, porque deja de ser nuevo, aunque tenga pocos kilómetros”, explica Lamas.
Sin embargo, no todos los modelos se deprecian igual. Abriata lo aclara: “Las pick-ups suelen mantener mejor su precio, igual que los autos medianos de uso urbano. En cambio, los vehículos grandes o de motor potente se deprecian más rápido, lo mismo que los importados fuera del Mercosur, por el costo de las piezas y el mantenimiento”.
El auge de los eléctricos e híbridos
El avance de la tecnología también redefine las decisiones de compra. Luly Dietrich, entusiasta del tema, asegura que los autos eléctricos “representan el futuro de la movilidad”. Y explica: “El 80% de la carga se hace en casa, igual que con un celular. Las autonomías hoy rondan entre 400 y 1000 kilómetros, dependiendo del modelo. Hay cargadores domésticos y estaciones públicas en expansión. Para uso urbano son una excelente opción”.
Más prudente, Abriata considera que “los autos eléctricos son ideales para ciudad, pero si hacés pocos kilómetros al año o viajás con frecuencia, los de combustión siguen siendo más convenientes. Los tiempos de carga y la infraestructura todavía limitan su uso para trayectos largos”.
Más allá de la pasión por los motores, los tres especialistas coinciden en que la compra de un auto debe pensarse con cabeza fría. “Definir el presupuesto y entender los costos fijos y variables es fundamental. Es una inversión que te da libertad, pero también responsabilidad”, sostiene Dietrich.
En la misma línea, Abriata resume el espíritu de una decisión inteligente: “No hay deshonra en decir ‘no llego a este auto’. El mejor auto es el que se adapta a tus necesidades, no el que te endeuda”.
