El invierno trae consigo cambios bruscos de temperatura y una disminución notable en la humedad ambiental, factores que pueden afectar seriamente la salud de la piel. La exposición al aire frío, el viento, la calefacción y la falta de humedad debilitan la barrera natural de la piel, volviéndola más seca, tirante, sensible e incluso propensa a irritaciones.
Adaptar la rutina de cuidado es fundamental para mantener una piel saludable y radiante durante esta estación por eso te propongo repasemos los principales cuidados que no deben faltar en esta época del año.
1. Hidratación profunda
Es un escudo contra el frío. El primer paso esencial es reforzar la hidratación. La piel necesita fórmulas más nutritivas que contengan ingredientes como manteca de karité, ácido hialurónico, aceites naturales (de almendra, jojoba o argán) y ceramidas, que ayudan a restaurar la barrera cutánea. Es vital aplicar hidratantes tanto en el rostro como en el cuerpo, prestando especial atención a zonas más expuestas como las manos, los labios y el contorno de los ojos, que son particularmente vulnerables a la deshidratación.
2. Limpieza suave
Es clave no agredir. El frío puede hacer que la piel se vuelva más frágil, por eso se recomienda utilizar limpiadores suaves, sin sulfatos ni alcohol, que respeten el manto lipídico natural. Optar por fórmulas en crema o aceites limpiadores ayuda a evitar la sensación de tirantez tras la limpieza.
3. Exfoliar
Siempre hacelo con moderación. Eliminar células muertas es importante para mantener la luminosidad, pero en invierno se debe exfoliar la piel de forma más delicada. Los exfoliantes suaves o los peelings químicos con alfa-hidroxiácidos (AHA) son buenas opciones, siempre aplicados con precaución para no sensibilizar la piel, y con indicación profesional.
4. Protección solar
Este es un cuidado que no debe abandonarse. Aunque el sol de invierno parezca más débil, los rayos ultravioleta siguen presentes y pueden dañar la piel. Es fundamental aplicar un protector solar de amplio espectro todos los días, especialmente si se pasa tiempo al aire libre o en la nieve, donde la radiación se intensifica por el efecto de reflexión.
5. Focos de atención
Es preciso cuidar especialmente manos, labios y contorno de ojos. Las manos sufren mucho en invierno: se agrietan, se resecan y pueden presentar enrojecimiento. Usar guantes al salir y aplicar cremas ricas en emolientes varias veces al día ayuda a protegerlas. Los labios, al no tener glándulas sebáceas, requieren bálsamos hidratantes que contengan ingredientes como manteca de cacao, lanolina o vitamina E. El contorno de ojos también necesita atención especial: una crema específica para esta zona ayuda a prevenir la sequedad y la aparición prematura de líneas finas.
6. Humedad
Un punto importante es mantenerla dentro del hogar. El uso constante de calefacción seca el aire interior, favoreciendo la deshidratación de la piel. Incorporar un humidificador en los ambientes puede marcar una gran diferencia, ayudando a conservar la humedad natural de la piel.
7. Nutrición e hidratación
Beber suficiente agua sigue siendo clave, incluso en invierno, cuando la sensación de sed disminuye. Asimismo, una alimentación rica en antioxidantes y ácidos grasos esenciales favorece la salud de la piel desde el interior. Cuidar la piel durante el invierno implica mucho más que aplicar una crema: requiere adaptar los hábitos diarios para proteger, reparar y nutrir en profundidad. Prestar especial atención a las zonas más vulnerables (manos, labios y contorno de ojos) y mantener una hidratación constante, tanto externa como interna, son las bases para atravesar el invierno con una piel sana, suave y luminosa.
Por Eugenia Posente