Cómo es el vuelo de bautismo del deporte de aventura que eleva la adrenalina de los pies a la cabeza

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Con un ala y un motor, un aro de protección y una hélice, el paramotor es considerado la nave más pequeña del mundo. Eso sí: requiere utilizar las piernas para hacer una breve corrida tanto en los despegues como en los aterrizajes. De la familia del paramotor, el paratrike resulta mucho más accesible para aquellos que quieran iniciarse con un vuelo de bautismo.

Este deporte de aventura desembarcó en la Argentina en 2004, y a diferencia del anterior, permite utilizar motores más potentes, y hélices más grandes. Cuenta con una especie de triciclo motorizado, y al tener ruedas, ya no requiere de ningún esfuerzo físico para realizar los ascensos y descensos.

Como aquellos viejos pioneros de la aviación, Marcelo Toledo -instructor y examinador de esta actividad que empezó a incursionar hace más de 20 años- sube y baja por el campo de vuelo en su flamante paratrike, en la zona de Cañuelas. Claro que si se trata de la primera vez, a punto de comenzar un bautismo, la adrenalina sube de los pies a la cabeza.

Vuelo de bautismo en paratrike

“Con el tiempo esto dejó de ser un deporte extremo, un deporte de riesgo, y hoy se lo considera un deporte de aventura. La diferencia con el paramotor es que el paratrike es una especie de triciclo motorizado, donde el pasajero se sienta y puede volar mientras saca fotos o filma, ya que no tiene que hacer una acción física, no tiene que correr para despegar y sincronizar la carrera con el piloto. De esta manera pude llevar una señora de 91 años hasta chicos con dificultad motriz que deseaban cumplir este sueño de volar”, cuenta Toledo, sobre este deporte de aventura que practica siempre en campos alejados del ejido urbano.

El carro pesa 137 kilos, más del 80% está construido con cromo-molibdeno, material muy liviano y de alta resistencia. Tiene un motor austríaco Rotax, de 52 caballos de fuerza, la hélice es una cuadripala, de 1,30 metros de diámetro y la vela tiene 40,5 metros cuadrados y 14 metros de longitud.

“Además, se utilizan mosquetones homologados, ruedas aeronáuticas, suspensión en el tren principal, luces de navegación, instrumental para indicar temperatura, revoluciones por minuto y altímetro”, precisa el instructor.

Vuelo de bautismo en paratrike

Por lo pronto, el objetivo es realizar un vuelo de bautismo de 15 minutos. Una vez colocado el casco y encendido el motor, a medida que el carro avanza, la vela se infla y el vuelo en tándem (el instructor va sentado atrás, y el novato, adelante) está a punto de empezar. El vuelo se inicia con un breve carreteo de unos quince metros. De repente, las ruedas se elevan y… ¡Ya estamos en el aire!

Vuelo de bautismo en paratrike

Más allá de que el paramotor puede cobrar importantes altitudes -los récords mundiales rondan los 8000 metros con oxígeno y 4600 sin oxígeno-, Toledo vuela a una altura máxima de 2000 pies, es decir, 660 metros.

El paratrike comienza a elevarse una vez que alcanza los 37 kilómetros por hora, y una vez en el aire, puede alcanzar hasta 67 km/h. Durante el vuelo, los pasajeros mantienen una comunicación permanente con el piloto, utilizando cascos y equipos de audio que se activan con la voz.

Vuelo de bautismo en paratrike

“La principal diferencia con el vuelo libre (en parapente) es que el parapente vuela por sí mismo, solo necesita un desnivel como plataforma de despegue. Por eso, en los lugares de montaña no precisan volar con motor. Lejos de esos lugares, la única opción es valerse de una propulsión auxiliar, como una hélice, para que el parapente pueda volar sin tener una pendiente”, explica el avezado piloto de Escuela de Paramotor y Paratrike La Búsqueda.

Una vez en el aire, el vuelo es muy tranquilo, y se despliega en un radio de hasta 5 kilómetros. Lentamente, va cobrando altura y cuando se alcanza los 500 metros puede apreciarse una vista panorámica de toda la zona de Cañuelas.

“Hacemos un vuelo abierto, nos manejamos en un radio de entre 2,5 a 5 kilómetros a la redonda. Si se respetan las condiciones climáticas, con vientos que no superen los 15 km/h, el paratrike debe ser una de las máquinas más seguras de la aviación”, sigue el instructor.

Una vez completado el tiempo de vuelo, muy lentamente comienza el descenso. El aterrizaje es suave y liviano. Solo resta el último carreteo y la sensación de haber surfeado el cielo como aquellos intrépidos del aire y sus máquinas voladoras.

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