Las inéditas elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires, desdobladas por primera vez de las nacionales, son el primer test clave que enfrentará el Gobierno de Javier Milei. El Ejecutivo llega a este raid electoral, que tendrá su final el 26 de octubre, en un momento económico que no es el ideal, y que abre interrogantes de cara a lo que puede suceder hacia fin de año.
Basada en la baja de la inflación por una fuerte reducción del gasto público y el logro de superávit fiscal, el ordenamiento de “herencias envenenadas”, como la “bola de Leliq” y la deuda comercial oculta que le dejó el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, además del cambio de expectativas y el repunte de la actividad económica desde mediados de 2024, la política económica del gobierno de Milei había ingresado en abril pasado a su “Fase 3”, con el debut del sistema de “bandas cambiarias” y el levantamiento del cepo a las “personas humanas”.
Como gesto político de magnitud, el lunes 14 de ese mes visitó el país el secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent.
Al mismo tiempo, la política oficial se adentraba en una etapa más complicada: los vencimientos de deuda del Tesoro empezaban a ser solo en parte cubiertos con las licitaciones de bonos del Tesoro y entre abril y junio el BCRA debió emitir con fuerza para suplir el faltante. La demanda de dinero parecía responder positivamente.
Danza con LEFIs
Esa dinámica se complicó en julio con el llamado “desarme” de las Letras Fiscales de Liquidez (LEFI) que el BCRA colocaba entre los bancos para manejar la liquidez del sistema. Un vencimiento diario de más de $15 billones había sido compensado en solo un tercio por la licitación previa de bonos del Tesoro. El fuerte salto en la liquidez provocó una caída en la tasa de interés, impulsando pesos al mercado de dólares y generando una reacción urgente del Economía y la Tesorería para corregir el desequilibrio.
El aumento en las tasas de interés (reflejo, entre otras cosas, de que entre el 8 julio y el viernes 29 de agosto el volumen de “encajes” bancarios aumentó 124%) puso mayor presión a un nivel de actividad debilitado, y, aun así no logró estabilizar el mercado cambiario.
El escándalo de los audios del ex director de la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis), Diego Spagnuolo, donde se mencionan supuestas coimas y a la hermana del Presidente, se sumó al cuadro político pre-electoral. El jueves se registró el primer rechazo legislativo a un veto presidencial desde 2003 y la media sanción del Senado a un cambio en el trato de los DNU. Si se convierte en ley, esto privaría de una herramienta clave a un gobierno que inició su mandato con una muy baja expresión legislativa, cuadro que a lo sumo podrá atenuar, no revertir, en las elecciones legislativas de octubre.
Dos datos resumen ese cuadro: en agosto el Índice de Confianza del Consumidor que elabora la Universidad Torcuato di Tella cayó 13,9%, reflejo del deterioro de expectativas de las familias, y el Índice de Confianza en el Gobierno cayó 13,6%, lo que sugiere dudas sobre la calidad de la gestión gubernamental.
Los gestos confrontativos de Milei hacia la clase política, incluidas los administraciones provinciales, despreciada in totum como “casta”, antes vistos como convicción y determinación para lograr objetivos, serían ahora evidencia de incapacidad para hacer acuerdos y capear situaciones adversas.
Actividad y empleo
A principios de julio Infobae advirtió sobre el enrojecimiento de lo que meses antes eran “brotes verdes”. Y en agosto dio cuenta de un informe del Centro de Investigaciones sobre el Ciclo Económico que precisa que en los cuatro meses de abril a julio la actividad industrial cayó 2,1%, a un nivel 13,5% inferior al pico alcanzado en 2011 y similar al de 18 años antes.
Según últimos datos del Indec, algo más rezagados, en junio el EMAE, el indicador más cercano a la evolución del PBI, resultó inferior al de diciembre 2024 y si el segundo trimestre dio aún 2,3% superior al promedio de 2023, fue gracias a los fuertes avances en sectores como Agro, Energía, Minería y Banca, datos positivos pero modestos en Hoteles y Restaurantes, Actividad Inmobiliaria y Transporte, levemente negativos en Sector públicos y Servicios de Salud y de Educación, y muy negativos en Construcción (-21,8%), Industria (-6,6%) y Comercio (-5,3%), actividades claves para el empleo.
Los últimos datos de la Secretaría de Trabajo, correspondientes a mayo, precisan que el nivel de empleo era ese mes apenas 2,2% superior al de 2012. Desde noviembre de 2023, el empleo total cayó en 511.572 puestos.
Tal como publicó Infobae, la reducción de personal en el sector público -nacional, provincial y municipal- representó 17% de la caída total, mientras que el empleo formal en el sector privado explicó el 28%, siendo ese sector el más productivo, mejor pago y con mayor cobertura social.
Inflación y pobreza
La baja de la tasa de inflación permitió al Gobierno anunciar descensos sucesivos en la pobreza y la indigencia, basados en la relación entre el valor de las Canastas Básicas (Total y de Alimentos) y los ingresos de la población.
La baja de la tasa de inflación permitió al Gobierno anunciar descensos sucesivos en la pobreza e indigencia
Sin embargo, ese logro fue relativizado por una reciente investigación de la consultora Equilibra según la cual la pobreza supera el 43%, bien por sobre la más reciente medición oficial de pobreza (34,7%).
El estudio se enfocó en dos aspectos: la actualización de la Canasta Básica y la corrección de la sub-declaración de ingresos en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). Según los autores, la metodología oficial sigue utilizando ponderadores de gasto que no reflejan los cambios en los patrones de consumo ni en los precios y subestima la línea de pobreza (algo también válido para las mediciones previas a 2024), en especial en un “contexto de alta volatilidad macroeconómica y cambio en los hábitos de consumo”.
Así, según Equilibra, en marzo de 2025 la Canasta Básica Total para un hogar tipo de 4 personas ascendía a $1,7 millones, un 55% más que estimación oficial.
Peor aún, la desinflación se frenó en mayo (1,5); volvió a niveles más cercanos a 2%, acentuado por los recientes repuntes de la cotización del precio del dólar. Aún así, el Gobierno enfatiza el menor traslado a precios de la devaluación desde abril y, en particular, desde julio.
Camino de turbulencias
El menor traslado a precios, como consecuencia de un contexto recesivo, genera expectativas de que después de las elecciones legislativas de octubre el Gobierno pueda “resetear” (término de moda entre consultoras y economistas) la política económica.
Antes, deberá enfrentar dificultades que podrían mitigarse con un buen resultado de LLA en las elecciones bonaerenses, neutralizarse con una victoria, o agudizarse si el resultado fuera adverso.
El régimen de bandas cambiarias se fue apartando de lo anunciado, por la prioridad oficial de estabilizar el tipo de cambio para bajar la inflación (Vasconcelos)
“El régimen de bandas cambiarias se fue apartando de lo anunciado, por la prioridad oficial de estabilizar el tipo de cambio para bajar la inflación. Los costos de esta política se expresan en un virtual “encepamiento” del funcionamiento del sistema financiero, con restricciones crecientes sobre la operatoria cambiaria de las entidades y la imposición de encajes cada vez más elevados, para lograr que los bancos pasen a ser el “demandante de última instancia” de títulos de deuda doméstica del Tesoro”, escribió en su análisis semanal Jorge Vasconcelos, economista jefe del Ieral de Fundación Mediterránea.
Aunque la intervención del BCRA en el mercado de cambios seguiría limitada según el acuerdo con el FMI, salvo en los extremos de la banda cambiaria, el Gobierno minó la credibilidad del régimen iniciado en abril con un acuerdo y desembolso inicial de USD 12.000 millones del FMI (que en un segundo giro envió otros USD 2.000 millones).
Credibilidad y después
El problema -explicó Vasconcelos-, es que en un régimen de bandas “la credibilidad lo es todo”. Tampoco funcionó la “dolarización endógena” a la que el Gobierno apostó en mayo, apostando a que personas y empresas saldrían a gastar los dólares “del colchón”, reanimando así la economía. Es cierto que las normas que impulsó para estimular el uso de esos dólares no fueron tratadas en el Congreso. Pero más contundente aún es que sucedió lo inverso: una gran fracción de los dólares comprados por particulares desde el 14 de abril engrosó el colchón en vez de ser depositado en los bancos. “Hubo compras brutas por USD 3.700 millones promedio mensual entre abril y julio y sólo el 23 % se canalizó a depósitos en dólares en el sistema. Obviamente, eso hace que la dolarizacion de portafolio no vaya a alimentar la oferta de créditos en dólares”, explicó Vasconcelos.
Según distintos analistas, un error tras el acuerdo con el FMI fue la decisión del BCRA de no comprar dólares en la etapa de mayor liquidación del agro, salvo que cayera al piso de la banda cambiaria, lo que no ocurrió. A eso siguió la decisión de la entidad de operar en el mercado de futuros y, en la última semana, con el precio del dólar acercándose el techo de la banda, la del Tesoro de intervenir con parte de los USD 1.700 millones disponibles en su cuenta en el BCRA.
En esa secuencia, el Gobierno transformó un acuerdo con el FMI que lo facultaba a comprar dólares dentro de la banda cambiaria, a uno en el que vende dentro de esa misma banda. De ahí el creciente murmullo sobre un “reseteo” poselectoral, que el equipo económico está obligado a negar.
Otra pata floja de la economía es la debilidad de la Inversión Extranjera Directa (IED). En 2024 esta se redujo a apenas USD 11.600 millones. Sectores como Energía (en especial, Vaca Muerta) y Minería generan grandes anuncios y expectativas, pero en el último año han sido más las empresas que se fueron o achicaron su presencia en el país (ExxonMobil, Petronas, Equinor, Total, Carrefour en proceso de salida, por citar algunas) que las que llegaron, aunque es destacable el aumento de la apuesta al litio argentino de Rio Tinto (vía la compra de Arcadium) y el arribo, montada en un megaproyecto de cobre, de BHP. Se trata de las dos mayores mineras mundiales.
El riesgo-país que había bajado hasta los 561 puntos, cerró la semana en más de 900 puntos. Una luz positiva es la expectativa de que, acicateada ya no solo por Donald Trump sino también por el flojo dato de empleo de agosto, la Fed finalmente recorte este mes la tasa de interés de referencia, lo que de reflejarse en una reducción del rendimientos de los bonos del Tesoro norteamericano haría más atractivos los títulos emergentes.
Por cierto, pese a todos los problemas mencionados, la situación es mucho mejor a la herencia diabólica que el gobierno recibió hace casi 21 meses y que exponía a la Argentina al riesgo inmediato de un caos hiperinflacionario.
El viernes, en su presentación ante el IAEF, el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, precisó que el déficit cuasifiscal del BCRA, que en 2023 era de USD 64.000 millones, es ahora nulo. y que la deuda pública consolidada entre el Tesoro y el BCRA se redujo en USD 58.000 millones en 18 meses. La deuda en dólares, dijo, descendió de USD 266.000 millones a 252.230 millones. La Argentina, afirmó, “no tiene un problema de deuda”, pero necesita fortalecer la confianza y credibilidad para reingresar a los mercados de crédito.
Un editorial del Financial Times, medio muy influyente en los centros globales de inversión, advirtió que el proyecto oficial para transformar la Argentina frente a la arraigada oposición peronista “funcionó a corto plazo, pero para consolidar sus reformas Milei debe abandonar sus posturas más doctrinarias, escuchar las críticas constructivas y conquistar el centro político para crear un consenso duradero en favor del cambio”. De lo contrario, advirtió, “Argentina corre el riesgo de una nueva tragedia política y económica”.
Tres factores a favor
Un informe de la consultora Abeceb (“Cambios sobre la marcha”) señala tres factores favorables al oficialismo tras las elecciones: inflación controlada y menor traslado cambiario a precios; superávit fiscal, aunque limitado por el impacto del amesetamiento de la actividad sobre la recaudación: y dólar más competitivo, a condición de que baje la demanda de cobertura cambiaria y se priorice reducir el déficit externo y recomponer reservas para acceder al crédito internacional.
De esa forma, concluye, el Gobierno podría dar realmente más independencia al BCRA, reforzar la credibilidad de la política monetaria, anclar los precios y lograr una reducción de tasas de interés que reaviven la inversión y la economía. En términos tenísticos, sería como meter varios saques ganadores (aces) al cabo de una serie de errores no forzados.