La primavera marca el momento perfecto para renovar el patio o jardín y llenar de vida cada rincón con nuevas plantas. En este contexto, existen cinco variedades que resultan ideales para plantar en noviembre, asegurando un estallido de color y belleza durante todo el verano. Con estas opciones, no solo se logra un espacio más atractivo, sino que también se potencia la conexión con la naturaleza y el disfrute al aire libre.
Asimismo, estas especies destacan por su facilidad de cuidado y adaptabilidad a diferentes espacios y condiciones climáticas. A continuación, te presentamos las cinco opciones ideales para sembrar en noviembre y disfrutar de un verano lleno de flores:
1. Zinnia

La zinnia (Zinnia elegans) es una de las favoritas por su colorido, resistencia y rápido crecimiento. Originaria de México, esta planta produce flores grandes que duran toda la temporada cálida, desde mediados del verano hasta el otoño. Soporta el sol intenso y el calor, y se encuentra en una paleta de colores increíble: fucsia, naranja, rojo, rosa, violeta y blanco. Además, atrae mariposas y abejas, lo que beneficia a todo el jardín.
Para sembrarla, colocá las semillas directamente en tierra suelta y bien drenada, apenas cubiertas con una capa fina de tierra. Germinan en 5 a 7 días si la temperatura se mantiene entre 20 y 25 °C. Se debe regar de forma moderada, retirar las flores marchitas y mantener al menos 20 cm entre cada planta para que se desarrollen correctamente.
2. Petunia

La petunia (Petunia hybrida) es un clásico del verano gracias a su floración intensa y facilidad de cultivo. Se adapta tanto a tierra como a macetas colgantes o jardineras, florece desde diciembre hasta el otoño y tolera sol directo y altas temperaturas. Sus flores pueden ser lilas, rosas, blancas, rojas o incluso bicolores, lo que ofrece gran variedad para combinar en el jardín.
Sus semillas diminutas se espolvorean sobre la superficie del sustrato sin cubrirlas del todo y germinan entre 10 y 15 días si se mantiene la humedad constante. Necesitan mínimo cinco horas de sol diario, riego frecuente si están en macetas y retirar las flores secas para prolongar la floración. Además, combinan perfectamente con otras especies como surfinias y calibrachoas.
3. Girasol

El girasol (Helianthus annuus) es un ícono del verano: grande, luminoso y muy fácil de cuidar. Se adapta perfectamente y puede sembrarse directamente en el suelo en noviembre. Sus flores aportan altura y color al jardín, además de ser una fuente de alimento natural si se recolectan las semillas.
Para sembrarlo, colocá las semillas a 2 o 3 cm de profundidad en grupos de 2 o 3 y, cuando los brotes alcancen 10 cm, dejá solo el más fuerte. Necesita suelo profundo, drenado y mucho sol directo (al menos 6 horas diarias). Al principio requiere riego abundante y luego solo cuando la tierra se seque. Sembrando cada 15 días, podés disfrutar de floraciones escalonadas.
4. Portulaca

La portulaca (Portulaca grandiflora), también conocida como flor de seda, es una suculenta ideal para el verano. Resistente, florece incluso con poca agua y sus flores vibrantes —fucsia, naranja, amarillo, blanco y rojo— dan vida a cualquier rincón del jardín. Forma cascadas de flores si se planta en macetas colgantes y se autosiembra, por eso vuelve a florecer cada temporada sin necesidad de replantar.
Se siembra directamente en tierra arenosa o liviana y germina en una o dos semanas. Requiere mucho sol y poca agua, sin necesidad de abono, y es perfecta para bordes, canteros o macetas bajas. Su resistencia y colorido la hacen ideal para quienes buscan una planta llamativa y fácil de cuidar.
5. Milenrama

La milenrama (Achillea millefolium) es una planta perenne que aporta un aire silvestre al jardín con sus flores pequeñas agrupadas en ramilletes. Florece con el calor, de diciembre a marzo, y sus tonos blancos, amarillos, rosados y anaranjados atraen insectos beneficiosos. Tolera sequía y sol intenso, siendo una opción resistente y de bajo mantenimiento.
Puede sembrarse directamente en el suelo o en macetas grandes, en tierra bien drenada y con sol directo. No requiere mucho riego ni fertilizantes, y cortando las flores secas se prolonga su floración. Se adapta tanto a jardines formales como naturales, y en climas templados puede mantenerse verde todo el año. Además, sus propiedades antiinflamatorias y calmantes la hacen útil en medicina natural.
