La neurociencia aplicada y la tecnología están transformando la manera en que aprendemos y cuidamos nuestra salud, abriendo posibilidades que hasta hace poco parecían ciencia ficción. Así lo sostuvieron la Dra. Poppy Crum, neurocientífica y profesora adjunta en Stanford, y el Dr. Andrew Huberman, neurobiólogo y divulgador científico.
Durante un reciente episodio del podcast Huberman Lab, ambos especialistas exploraron cómo los avances en inteligencia artificial, sensores y rutinas personalizadas pueden acelerar el aprendizaje y optimizar el bienestar de cualquier persona, sin importar su edad o nivel de experiencia.
Neuroplasticidad y tecnología: aprender a cualquier edad
A lo largo de la conversación, ambos expertos coincidieron en que la neuroplasticidad —la capacidad del cerebro para adaptarse y cambiar a lo largo de la vida— es mucho mayor de lo que la mayoría imagina. “Podemos cambiar y aprender a cualquier edad si aplicamos los protocolos adecuados”, afirmó la Dra. Crum.
Esta plasticidad cerebral, lejos de ser un privilegio de la infancia, puede potenciarse en la adultez mediante experiencias dirigidas, el uso consciente de tecnología y la integración de datos ambientales y biológicos.
Por su parte, Huberman subrayó que la clave está en entender cómo las herramientas tecnológicas moldean el cerebro humano. Desde los teléfonos inteligentes hasta los dispositivos de monitoreo del sueño, cada interacción con la tecnología reconfigura los mapas neuronales que determinan las habilidades y percepciones.
La especialista entrevistada ilustró este fenómeno con el ejemplo del “homúnculo”, una representación clásica de cómo el cerebro asigna recursos a distintas partes del cuerpo. Actualmente, explicó, el uso intensivo de los pulgares para escribir en dispositivos móviles modificó la sensibilidad y la representación cerebral de esa zona, un reflejo tangible de la neuroplasticidad en acción.
Inteligencia artificial y democratización del aprendizaje
La tecnología, según los expertos, puede ser una aliada poderosa para potenciar el aprendizaje y la salud, siempre que se utilice para complementar los procesos cognitivos. A propósito de esto, Crum enfatizó: “La clave está en usar la tecnología para potenciar nuestras capacidades cognitivas, no para reemplazarlas”.
De esta manera, herramientas como la inteligencia artificial y los sensores permiten personalizar la experiencia de aprendizaje y el cuidado de la salud, democratizando el acceso a recursos antes reservados a élites deportivas o científicas.
Un ejemplo concreto de esta democratización es el desarrollo de aplicaciones de visión por computadora para mejorar habilidades deportivas. La Dra. Crum relató cómo, utilizando una simple grabación de video y herramientas de IA, pudo analizar y optimizar la técnica de nado de su hija, obteniendo datos precisos sobre la cadencia, la velocidad y la consistencia de los movimientos.
A su vez, el presentador del pódcast compartió su propia experiencia utilizando IA para mejorar su aprendizaje autodirigido. Al pedirle a la inteligencia artificial que generara pruebas personalizadas sobre artículos científicos, logró identificar sus debilidades y recibir retroalimentación inmediata, acelerando su comprensión. “El aprendizaje más efectivo ocurre cuando nos autoevaluamos y recibimos retroalimentación personalizada, algo que la IA puede facilitar”, señaló en su espacio.
Riesgos y límites del uso tecnológico
Sin embargo, ambos expertos advirtieron sobre los riesgos de emplear la tecnología únicamente para acelerar procesos sin involucrar el esfuerzo mental necesario. Un estudio reciente del MIT, citado en el pódcast, demostró que los estudiantes que utilizan modelos de lenguaje generativo para redactar textos experimentan una menor “carga cognitiva germinal”.
Frente a esta tendencia, se dedica menos esfuerzo a construir esquemas mentales profundos y, en consecuencia, los alumnos analizados retienen menos información a largo plazo. “Sin ese trabajo mental, no se produce un aprendizaje real”, explicó la doctora Crum, insistiendo en la importancia de mantener el esfuerzo cognitivo como parte central del aprendizaje.
La distinción fundamental, según la especialista, radica en si la tecnología se emplea para enriquecer y expandir nuestras capacidades —por ejemplo, mediante la autoevaluación, la retroalimentación en tiempo real y la integración de datos personalizados— o si se utiliza para sustituir procesos mentales, lo que puede llevar a una dependencia y a una menor profundidad cognitiva.
El ejemplo del GPS ilustra claramente este dilema planteado; si bien facilita la navegación, su uso exclusivo puede debilitar la capacidad de orientación espacial del usuario.
Gemelos digitales y personalización del bienestar
En cuanto a la integración de tecnología y salud, los expertos destacaron el concepto de “gemelo digital”, como una representación digital de aspectos clave de una persona o sistema, construida a partir de datos ambientales, biológicos y de comportamiento.
Este enfoque permite monitorear y optimizar el rendimiento y la salud en tiempo real, tanto en el ámbito deportivo como en la vida cotidiana. Desde sensores ambientales que ajustan la temperatura y la iluminación del hogar según el estado fisiológico del usuario, hasta dispositivos auditivos capaces de detectar cambios en la voz asociados a enfermedades, la personalización basada en datos se perfila como el futuro de la salud preventiva.
No obstante, Crum recalcó que la integración de estos sistemas debe ser inteligente y respetar la individualidad. “No se trata solo de medir, sino de intervenir de manera personalizada para optimizar el estado de cada persona”, afirmó en el pódcast Huberman Lab.
La tendencia apunta hacia una mayor integración de sensores ambientales y biométricos, con menos dispositivos portátiles y más sistemas capaces de interpretar el contexto y las necesidades del usuario en tiempo real.
Protocolos simples para aplicar la neurociencia en la vida diaria
Para quienes desean aplicar estos principios en su vida diaria, los expertos sugieren comenzar por protocolos sencillos: autoevaluarse regularmente, buscar retroalimentación personalizada —ya sea a través de aplicaciones, sensores o incluso grabaciones de video— y utilizar la tecnología como una herramienta para identificar fortalezas.
De acuerdo con la Dra. Poppy Crum, la neuroplasticidad nunca deja de estar disponible. Cuando la motivación y los incentivos son lo suficientemente altos, el cerebro puede transformarse y adquirir nuevas habilidades, siempre que se le brinden las condiciones y los protocolos adecuados.