Cómo ponerles límites a los chicos en el uso de las pantallas: “Tenemos que volver a mirarnos a los ojos”

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¿Por qué les cuesta tanto a los padres ponerles límites a sus hijos en relación con el uso de las pantallas? ¿Cómo se puede salir de esa sensación de impotencia y frustración para pasar a la acción? ¿Cuál es la mejor estrategia para romper la barrera que suelen poner, sobre todo, los adolescentes?

Estas fueron algunas de las preguntas que el reconocido psicólogo especialista en vínculos, Matías Muñoz, respondió durante el evento online “Atrapados en las redes: el desafío de acompañar a la infancia y adolescencia en la era digital”.

“Tenemos que revisar la culpa y el miedo de dañar al hijo o la hija cuando ponemos un límite. Los adolescentes, sobre todo, nos plantean una paradoja: ‘Te pongo una pared, pero por favor saltala y conectate con lo que a mí me pasa‘”, advirtió Muñoz.

Y siguió: “Eso es lo que piensa un hijo o hija cuando cierra la puerta de un portazo. Es una necesidad interna e inconsciente. El gran desafío que tenemos en la crianza es conectarnos con las emociones más profundas que tienen los chicos y que no tienen que ver con las pantallas ni con los teléfonos, sino con una necesidad de conexión a través de la mirada”.

Matias

Mirá el evento completo haciendo click acá

Organizado por Fundación LA NACION, el encuentro del que participó Muñoz tuvo lugar el viernes pasado y fue transmitido vía streaming en lanacion.com.ar. Psicólogos, pediatras, educadores y especialistas en crianza, entre otros destacados referentes, analizaron los riesgos y desafíos del uso de las pantallas en los niños y adolescentes, ofreciendo a la audiencia herramientas prácticas para no dejarlos solos en el territorio digital.

Además, se presentaron las guías “Hablemos de todo”, que abordan un abanico de problemáticas vinculadas a la salud mental de los chicos y las chicas, y en las que se pueden encontrar desde señales de alerta hasta dónde pedir ayuda.

Matías Muñoz junto a José del Río, secretario general de redacción de LA NACION

¿Por qué a muchos padres les cuesta “tomar las riendas” y poner límites claros en el uso de las pantallas? Para Muñoz, “estamos frente a una realidad nueva, porque somos de otra generación”. Frente a algo nuevo, podemos tener “fuertes sentimientos de perplejidad y desconcierto, también de impotencia”.

Salir de la trampa implica, para el psicólogo, bucear en las emociones que están debajo: “El cambio es emocional. Invito a los padres a que puedan mirar sus miedos y culpas, que son emociones muy profundas que podemos tener en la crianza: miedo al desamor de los chicos cuando ponemos un límite, a que nos quieran menos”.

En ese sentido, Muñoz subrayó: “Tengo una buena noticia para los padres que estamos haciendo buenos intentos por estar presentes: el amor de nuestros hijos no está cuestionado, así que tenemos que revisar un poquito ese miedo a ser demasiado autoritarios. Algunos venimos de familias con una puesta de límites un poco agresiva y por el temor a entrar en esa violencia hay padres que se van a un polo que puede dejar solo al hijo o a la hija. La serie Adolescencia muestra la enorme necesidad que tenía el protagonista de conexión de ese padre y esa madre a los que aún con muy buenas intenciones les estaba costando hacerlo”.

“Criar implica tiempo”

Muñoz, que es docente universitario, se dedica a la psicología clínica y realiza actividades de prevención y formación, destacó la enorme necesidad de que padres y madres revisen “su vida híperconectada”.

En otras palabras, para poder ponerle límites a los chicos en el uso de las pantallas, es importante empezar por uno mismo. “Las sociedades que hoy tienen mejores indicadores de salud mental y que han revertido fuertes índices de depresión, alcoholismo e intentos de suicidio, como las nórdicas, han logrado relentizar la vida. Los chicos nos están percibiendo hiperconectados, entonces somos también nosotros, los adultos, los que podemos poner esa pared de la que hablábamos”, reflexionó.

Parar la pelota, que los padres y las madres se den un tiempo para jugar con sus hijos, para cocinar juntos, mirarlos a los ojos, andar en bicicleta o pasear a un perro, es para Muñoz fundamental.

“Con los adolescentes la conversación va a ser corta. En general, nos dirán una frase breve: No sabés lo que pasó ayer,te quiero contar lo que pasó cuando salimos a la noche‘. Son oportunidades únicas. Un adolescente que abrió un poquito la pared, necesita que nosotros escuchemos“, advirtió el especialista.

Y siguió: “Creo que frenar un poco la diaria es la gran receta para poder conectarnos con un hijo, porque criar implica tiempo: tenemos que mirar a los ojos, escuchar palabras, mirar el cuerpo del chico para ver cómo se siente, porque a veces no lo dice pero sí lo muestran su cara o su mirada. Ese es un pedido enorme de los chicos: si pudieran gritarnos algo a los adultos, nos dirían: ‘Andá más despacio”.

La necesidad más profunda

Para el psicólogo, no hay necesidad más profunda de un hijo que ser mirado por un padre o una madre a los ojos, y para eso necesitamos dejar de lado los teléfonos.

“Cuando un hijo se siente aceptado tal y como es, cuando siente que su madre o padre han visto su esencia, se regula, se calma y empieza a tener una sensación de dignidad: Yo le soy suficiente‘. Y eso hace que quiera ir a la vida y tener un proyecto. Pero para eso necesitamos conectarnos y dejar de lado el celular», sugirió.

Muñoz dijo que hay dos recetas para la crianza: la aceptación incondicional y la conexión emocional. Entonces, ¿cómo pueden pasar los padres a la acción?

“Creo que lo primero tiene que ser agruparnos. Los que estuvieron antes que nosotros, los pueblos donde se criaba en comunidad, lo hicieron bien. Educar a un hijo solo o sola es muy complejo. Juntos es muchísimo más fácil. Como padre, con mis propios miedos y culpas, necesito que otros adultos me regulen. Tenemos que agruparnos y armar redes de apego entre nosotros, sino va a ser muy complejo”, sostuvo el psicólogo.

¿Qué pasa sino los adultos no tomamos las riendas? “Las va a tomar el niño, niña o adolescente, que va a sentirse muy omnipotente, convirtiéndose en el rey o reina de la casa. Eso es peligroso porque esa omnipotencia se puede instalar como una forma de ser. Acá está la salud mental en juego. Si tomamos las riendas, el chico va a hacer un berrinche o pegar un portazo, pero muy adentro de sí mismo va a decir: ‘Qué bueno que tengo un padre o madre que hace lo que a mí por ahora me cuesta, que es regularme un poco”, concluyó el especialista.

Más información

  • Si querés ver el evento “Atrapados en las redes”, podés hacerlo en el este link.
  • Si querés navegar por las guías Hablemos de Todo, con servicio para padres y adultos sobre las distintas problemáticas de salud mental que afecta a los niños y adolescentes, podés entrar en este link.
  • Si querés leer más sobre cómo prevenir el uso problemático de pantallas en niños y adolescentes, podés entrar a la guía “Chicos y pantallas”.

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