NUEVA YORK.- Felicitaciones a Zohran Mamdani, quien se convirtió en el alcalde electo de Nueva York tras una campaña sorprendentemente eficaz. Comenzó con escaso reconocimiento público, y mucho menos apoyo, y captó la atención de los neoyorquinos con una campaña dinámica y activa en redes sociales que se centró en el elevado costo de vida de la ciudad. Tras ganar las primarias demócratas en junio, se acercó a sus críticos y demostró un gran pragmatismo. De principio a fin, superó a la desgastada clase política neoyorquina, derrotando a tecnócratas con más experiencia, así como al alcalde saliente y a un exgobernador. El martes, Mamdani obtuvo una victoria contundente.
Este comité editorial no apoyó su campaña en las primarias debido a nuestras reservas sobre sus propuestas políticas y su falta de experiencia. Sin embargo, le deseamos mucho éxito. Nueva York, la ciudad más dinámica del mundo, pero donde muchos residentes se sienten excluidos de una buena calidad de vida por el alto costo de la vida, necesita que triunfe. La dirección que tome la ciudad es especialmente importante ahora, cuando el presidente Trump está infringiendo la ley para consolidar su poder y presentando falsamente a las ciudades más grandes del país como fuera de control. Ya ha comenzado a utilizar a Mamdani como blanco de sus críticas.
Para que Mamdani sea eficaz, deberá lidiar con la historia reciente de los líderes cívicos de las grandes ciudades que prometieron cambios audaces y progresistas. En su mayoría, han decepcionado, como en Chicago, San Francisco, Seattle y Portland, Oregón, así como en la propia ciudad de Nueva York bajo el mandato de Bill de Blasio. Han tolerado un nivel de desorden que muchos votantes consideraron inaceptable y han tenido dificultades para avanzar en materia de asequibilidad o educación primaria y secundaria. De Blasio tuvo un gran éxito que Mamdani cita con razón como inspiración: la educación preescolar universal, que ha beneficiado a cientos de miles de niños. Sin embargo, la trayectoria general de De Blasio lo hizo tan impopular que no pudo ganar la nominación demócrata para un distrito de la Cámara de Representantes en Brooklyn tras dejar el cargo.
Mamdani, cuya campaña se basó en promesas ambiciosas, puede forjar un legado más positivo centrándose en logros tangibles. Debería tomar nota de alcaldes exitosos, tanto moderados como progresistas, como Muriel Bowser, de Washington; Mike Duggan, de Detroit, y Michelle Wu, de Boston, quienes han aportado soluciones concretas a problemas específicos. Mamdani no puede resolver la desigualdad económica, el problema que impulsó su campaña. Pero sí puede lograr avances. Puede construir más viviendas. Puede ampliar la disponibilidad de guarderías y buenas escuelas. Puede mejorar la velocidad de los autobuses y el metro.
Si tiene éxito, ofrecerá un modelo de gobierno del Partido Demócrata en un momento en que muchos estadounidenses desconfían del partido y han abandonado los estados gobernados por demócratas. A lo largo de la historia de Estados Unidos, los progresistas políticos se han enorgullecido de utilizar el gobierno para paliar la desigualdad extrema y permitir que más estadounidenses vivan bien. Mamdani tiene la oportunidad de escribir el próximo capítulo de esa historia.
