La hiperhidratación, definida como un exceso de agua en el organismo, puede tener consecuencias graves cuando no se controla adecuadamente. Según el portal médico MSD Manuals, esta condición ocurre cuando el cuerpo recibe más agua de la que puede eliminar, lo que puede derivar en una disminución peligrosa de los niveles de sodio en la sangre, conocida como hiponatremia.
Aunque beber grandes cantidades de agua no suele causar problemas en personas con órganos funcionales, ciertos trastornos o situaciones específicas pueden aumentar el riesgo de desarrollar esta afección.
De acuerdo con MSD Manuals, la hiperhidratación puede originarse por diversas causas. Entre ellas, se encuentra el consumo excesivo de agua, especialmente en atletas que buscan prevenir la deshidratación o en personas con polidipsia psicogénica, un trastorno psiquiátrico que lleva a una ingesta compulsiva de líquidos. Sin embargo, en individuos con un sistema renal sano, sería necesario consumir más de 23 litros de agua al día de manera habitual para superar la capacidad de eliminación del organismo.
Síntomas y principales órganos afectados
Según el portal médico, esta condición se asocia comúnmente con problemas en los riñones, el corazón o el hígado, que dificultan la eliminación de líquidos, así como con el uso de ciertos medicamentos, como algunos diuréticos y antidepresivos.
Otra causa relevante es el síndrome de secreción inapropiada de la hormona antidiurética (SIADH), en el cual la hipófisis produce niveles excesivos de vasopresina, también conocida como hormona antidiurética. Esta hormona estimula a los riñones a retener agua, incluso cuando no es necesario, lo que contribuye al desarrollo de la hiperhidratación.
Los síntomas de esta condición varían según la rapidez y la gravedad con la que se desarrolla. MSD Manuals explica que, en casos leves o moderados, las células del sistema nervioso central tienen tiempo para adaptarse, lo que puede resultar en síntomas leves como letargo o distracción. Sin embargo, cuando la hiperhidratación ocurre de manera rápida, pueden presentarse vómitos, problemas de equilibrio, confusión, convulsiones e incluso coma.
En situaciones donde el exceso de agua no se acompaña de un aumento significativo en el volumen de sangre, el líquido se desplaza al interior de las células sin causar edema visible. Por el contrario, si hay un aumento en el volumen sanguíneo, el líquido puede acumularse en los pulmones o en las extremidades inferiores.
El diagnóstico de la hiperhidratación se realiza mediante una combinación de exploraciones físicas y análisis de sangre y orina. Los médicos buscan signos como aumento de peso, edema y alteraciones en los niveles de electrolitos para diferenciar entre un exceso de agua y un aumento del volumen sanguíneo.
El tratamiento de esta afección depende de su causa subyacente, pero siempre incluye la restricción de líquidos bajo supervisión médica. Según MSD Manuals, limitar la ingesta de líquidos a menos de un litro diario puede mejorar la condición en pocos días.
En casos donde la hiperhidratación está asociada con enfermedades como cardiopatías, nefropatías o hepatopatías. Además, se suspenden los medicamentos que puedan estar contribuyendo al problema, y en algunos casos se recetan diuréticos u otros fármacos que aumentan la eliminación de agua a través de la orina. Estos tratamientos suelen administrarse en un entorno hospitalario para garantizar una supervisión adecuada.