Tras casi 15 años sin designar una nueva zona azul, Dan Buettner ha anunciado a Singapur como la sexta región del mundo donde las personas viven más tiempo y con mayor felicidad.
Esta ciudad-estado asiática se convierte en la primera “zona azul artificial” de la historia, creada mediante políticas públicas específicas para promover la longevidad y el bienestar, a diferencia de las cinco zonas azules anteriores que surgieron de forma orgánica a través de tradiciones culturales milenarias.
Dan Buettner, el fundador de Blue Zones LLC y colaborador de National Geographic, describe este reconocimiento como el inicio de una nueva era en el estudio de la longevidad.
Según informó Fortune, Buettner define a Singapur como la “zona azul 2.0, la próxima frontera del envejecimiento” en su nuevo libro, destacando cómo esta isla multicultural de influencia india, malaya y china ha logrado crear artificialmente las condiciones que otras comunidades desarrollaron naturalmente durante siglos.
El interés de Buettner por Singapur comenzó en 2005, cuando escribió un artículo de portada para National Geographic sobre la felicidad. “Además de tener una satisfacción de vida muy alta, producían la población más longeva y saludable”, explicó el investigador a Fortune.
A diferencia de las otras zonas azules, Cerdeña en Italia, Loma Linda en California, Ikaria en Grecia, Okinawa en Japón y Nicoya en Costa Rica, cuyas métricas de longevidad provienen de años de historia, cultura y tradición, el estatus de Singapur surge de cambios implementados deliberadamente a lo largo del tiempo.
Zonas azules y el caso Singapur
Desde principios de los años 2000, cuando Gianni Pes designó a Cerdeña, Italia, como la primera zona azul, Buettner se propuso encontrar otras ciudades con estadísticas y comunidades similares.
Las cinco zonas azules reconocidas hasta 2009 compartían características comunes: dietas tradicionales, actividad física natural, vínculos sociales fuertes y propósito de vida claro, elementos que evolucionaron orgánicamente durante generaciones.
Singapur representa un paradigma completamente diferente. “Es una zona azul diseñada, en lugar de una que emergió orgánicamente como las otras cinco», señala Buettner.
“Han producido manifiestamente el resultado que queremos”, añade el experto, refiriéndose a los datos de salud, el paisaje urbano y los incentivos políticos que han establecido a esta isla como un faro de salud y felicidad.
Políticas de transporte y ejercicio
El sistema de transporte de Singapur constituye uno de los pilares fundamentales de su éxito como zona azul artificial.
La señalización centrada en peatones cubre toda la ciudad, creando un entorno seguro para caminar. De acuerdo con un reporte de Fortune, la isla implementa impuestos sobre automóviles y gasolina, destinando esos recursos a un robusto sistema de metro por el que todos viven a no más de 400 yardas (366 metros) de una estación.
“Los peatones tienen prioridad sobre los automovilistas al recorrer la ciudad”, explica Buettner. Esta política genera que los residentes caminen entre 10.000 y 20.000 pasos diarios sin siquiera pensarlo.
Más allá de los beneficios ambientales del transporte público, las personas incorporan ejercicio físico y conexión social en su rutina diaria simplemente al caminar y usar el transporte público.
El diseño urbano favorece activamente el movimiento natural, integrando la actividad física en la vida cotidiana sin requerir membresías de gimnasios o rutinas de ejercicio estructuradas.
Alimentación saludable
La política alimentaria de Singapur impresionó particularmente a Buettner. El gobierno subsidia alimentos saludables, incentivando a las personas a comprar productos integrales ricos en nutrientes por encima de los altamente procesados.
El gobierno singapurense redujo la cantidad de azúcar en bebidas endulzadas y añadió etiquetas de alimentos saludables a productos con cantidades limitadas de azúcar, grasa y sodio.
Combate a la soledad
La arquitectura urbana de Singapur funciona como un antídoto contra la soledad, uno de los factores más perjudiciales para la longevidad.
“La soledad es en gran medida una función del entorno. Si vives en un callejón sin salida en los suburbios, y especialmente si no te gustan tus vecinos, es muy improbable que te encuentres con alguien y tengas una conversación”, explica Buettner a Fortune.
Los residentes viven en edificios altos que reflejan la diversidad poblacional y pueden congregarse en puestos de comida, mercados y espacios al aire libre.
“Compartes mesas e interactúas con el vendedor del puesto, con la persona junto a ti”, describe Buettner. “Las posibilidades de encontrarte con un viejo amigo o hacer uno nuevo son exponencialmente mayores”.
Sistema de salud innovador
Buettner describe un hospital en Singapur como un «Four Seasons Resort».
El diseño imita a un hotel de lujo con espacios al aire libre y restaurantes. Con la finalidad de optimizar la vida saludable de los adultos mayores mediante la prevención de enfermedades crónicas en sus años finales, el hospital visitado por Buettner tiene un programa de enfermeras que recorren la comunidad.
Estas enfermeras ayudan con exámenes gratuitos y conectan a los pacientes con alimentos más saludables cuando es necesario.
Los funcionarios también implementaron un «Desafío Nacional de Pasos» donde los residentes pueden canjear puntos y usarlos en restaurantes y tiendas locales después de registrar 10.000 pasos por día.
Programas intergeneracionales
Los proyectos intergeneracionales son otra innovación clave en Singapur. “Los padres que envejecen son esta maravillosa fuente de resistencia, de sabiduría, del conocimiento agrícola y culinario que simplemente almacenamos en hogares de retiro”, lamenta Buettner.
“Aquí en Singapur, parcialmente debido a algunas políticas inteligentes para fomentarlo, se aprovecha (esa reserva) todos los días”, agrega.
Un proyecto llamado Kampung Admiralty, desarrollado en 2018, busca conectar a los adultos mayores con la naturaleza y con personas de todas las generaciones.
El Kampung Admiralty alberga un parque interior, centros de espectáculos, patios de comida, apartamentos y un centro médico; el cuidado de ancianos y el preescolar fueron diseñados uno junto al otro, dice Buettner.
Esta integración arquitectónica facilita interacciones naturales entre generaciones, preservando el conocimiento tradicional mientras proporciona energía y perspectiva juvenil a los adultos mayores.
Por otro lado, el empresario singapurense Douglas Foo, fundador de la cadena de restaurantes Sakae Sushi, es un ejemplo del espíritu de esta zona azul artificial. Buettner lo describe como una persona orientada a la familia, ambiciosa y enérgica, que ama hacer ejercicio y participa en su comunidad a través del trabajo voluntario.
Foo le confesó a Buettner: «Singapur me ha dado tanto, y no hago lo suficiente para devolver“. Este sentimiento se ve respaldado por el hecho de que el 70% de los residentes de Singapur confía en su gobierno.