La generación Z vive conectada. Y no es un cliché: para millones de jóvenes de entre 18 y 24 años, el entorno digital es su principal espacio de interacción, aprendizaje y consumo de información. Esta generación no ha desplazado del todo a los medios de comunicación (considerados tradicionales), pero sí ha transformado las rutas por las que llegan a las noticias. Hoy, plataformas como TikTok, Instagram o YouTube no solo entretienen, también informan, educan y movilizan.
Un informe de Intersect Intelligence revela que, en Perú, el 41.7% de los jóvenes de esta generación elige TikTok como su red social favorita, y un 28.3% la usa incluso como motor de búsqueda. Este comportamiento se alinea con un cambio global que responde a tres grandes factores: la velocidad con la que fluye la información, el formato audiovisual que domina y la necesidad de conectar emocionalmente con los contenidos.
Según el estudio de Charlesbye Strategy, más del 60% de los jóvenes peruanos ya accede a noticias a través de TikTok, mientras que los medios tradicionales pierden protagonismo entre este público. Y si bien datos de Statista señalan que en países como Estados Unidos el 60% de los jóvenes obtienen noticias en redes sociales, también se advierte una creciente fatiga informativa; es decir, muchos jóvenes evitan las noticias por considerarlas negativas, repetitivas o desconectadas de su realidad.
Este fenómeno no es una amenaza. Es una señal. No se trata de lamentar el fin de los formatos tradicionales, sino de repensar cómo se comunica en el presente. El verdadero reto para medios, organizaciones e instituciones educativas es comprender cómo hacer llegar información relevante a una audiencia que no busca solo datos, sino experiencias, conversaciones y sentido.
En este punto los profesionales de la comunicación tienen un rol clave. Se necesitan perfiles que:
- Tengan visión estratégica, capaces de entender que el ecosistema digital más allá de las métricas.
- Diseñen contenidos que informen, pero también movilicen.
- Usen el lenguaje visual, breve y directo, sin perder la ética, la rigurosidad y la intención educativa.
- Puedan hablar de salud mental, ciencia, economía o política en el mismo espacio donde también hay memes y bailes virales.
- Usan TikTok no solo para vender, sino para hablar de inclusión, sostenibilidad o finanzas personales. Y lo hacen con buenos resultados, porque entienden que hoy las personas no quieren que les vendan, sino que las escuchen, las representen y las inspiren.
Algunas organizaciones e instituciones educativas ya están entendiendo este cambio. Y es que la generación Z no es menos informada, sino que se informa distinto. Y ese cambio merece ser tomado en serio.
Educar en esta nueva lógica exige sumar capacidades tecnológicas, narrativas y emocionales, tanto desde las aulas como desde las empresas.
Adaptarse no es ceder. Es evolucionar con criterio. Si queremos conectar con los líderes del mañana, debemos comprender sus códigos, sus plataformas y sus causas.
En ese sentido, TikTok no es la amenaza, es el reflejo de una nueva forma de comunicar que ya está aquí y que, bien usada, puede construir ciudadanía, pensamiento crítico y comunidad.