Condenaron a 6 años y medio de prisión a Leandro Tulia, el exentrenador de la medallista olímpica Eugenia Bosco

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El exentrenador de vela Leandro Tulia, denunciado por la medallista olímpica Eugenia Bosco y otras tres mujeres, fue condenado este viernes a seis años y medio de prisión por abuso sexual. Si bien la condena llega por dos de ellas (y tres hechos), ya que la de la deportista y la restante denunciante fueron consideradas prescriptas, Bosco fue la punta de lanza al relatar su historia en una entrevista exclusiva con LA NACION, publicada el 10 de enero de este año.

Tulia trabajó más de 20 años en el Yacht Club Olivos (YCO), de Vicente López, donde estaba a cargo de la escuela de Optimist, una de las categorías formativas de su deporte, para niños y adolescentes. El juicio comenzó el 9 de diciembre en el Tribunal Oral N° 3 de San Isidro, a cargo de la jueza Verónica Di Tommaso. Tras declaraciones de las víctimas y los testigos.

Bosco fue la primera regatista y figura pública de este deporte de alto rendimiento en denunciar los abusos de un entrenador que ya había levantado sospechas en el ambiente hace varios años. Sin embargo, continuaba en su rol, mientras que los reclamos se realizaban en forma de susurros.

Leandro Tulia fue detenido en febrero en el departamento en el que vivía, en Olivos, cerca del Yacht Club

En diálogo con este medio la deportista olímpica hizo pública su denuncia por el abuso que sufrió a sus 12 años por parte de su exentrenador de la categoría Optimist, dedicado a niños entre 6 y 15 años. Ocurrió un fin de semana, cuando los niños de la escuela se quedaban a dormir en el club. Muchos de ellos provenían del interior del país, con el objetivo de evitar traslados y que pudieran entrenar más horas. Esta condena llega por los hechos relatados por otras dos denunciantes.

En el ambiente del club advirtieron que el entrenador manipulaba a sus víctimas para obtener “favores”, que iban desde masajes a tocamientos. Esto se hacía, siempre según los testimonios, bajo amenaza y, a veces, a cambio de privilegios.

Tulia supo ser un prestigioso entrenador, pero su reputación había comenzado a decaer en los últimos años. Se lo reconocía como un hombre obsesivo, autoritario y extraño, pero también recio y fabricante de campeones. El pequeño mundo de la vela observó su lado oscuro, los comentarios desubicados que realizaba a sus alumnos varones sobre sus compañeras, pero lo observó en silencio, sin tomar medidas contra él.

Leandro Tulia estaba muy bien considerado en la formación de niños y niñas en el ambiente de la vela, hasta que se conocieron las denuncias

Mientras tanto, Tulia continuaba trabajando en el YCO. Estuvo en el puesto del club por dos décadas. Un club que le pagó un salario y que también le subvencionó un departamento en la avenida Libertador, en frente de las instalaciones. Aún cuando la denuncia de Bosco se hizo pública, permanecieron en silencio: hablaban de la necesidad de mantener la “neutralidad”. Incluso un integrante de su comisión directiva dijo a LA NACION que “no querían que un comentario fuera de lugar manche la trayectoria” del club. No fue hasta que Tulia fue detenido por la policía bonaerense en febrero de este año que se decidieron a apartarlo del cargo y dejar de pagar su alquiler. Hoy modificaron su comisión directiva.

Mientras las instituciones de la vela se decidían a mirar para otro lado, las palabras de la regatista impulsaron a tres víctimas más: mujeres que en su adolescencia habían sido alumnas de Tulia y que hoy desean permanecer en el anonimato. La causa principal, por la que Tulia fue condenado este viernes, incluía las denuncias de dos de ellas por tres delitos de abuso sexual ocurridos entre 2012 y 2015.

La medallista olímpica Eugenia Bosco fue la punta de lanza de las denuncias en contra de Leandro Tulia

Los intentos de desacreditar el relato de las víctimas fueron varios. Incluso Tulia y su defensa trajeron al juicio más de 20 testigos. La mayoría fueron descartados por la jueza Di Tomasso. Varios eran amigos íntimos de Tulia que nunca habían tenido interacción con las víctimas e incluso no vivían en el país. Sin embargo, realizaron descargos en redes sociales apuntando contra las víctimas y periodistas que cubrieron el caso y apuntando datos erróneos sobre los expedientes.

En paralelo, la causa de Bosco y una cuarta víctima se encuentra en un terreno delicado, lejos de esta resolución de la Justicia. Es que los hechos denunciados por ambas son previos a 2011, por lo que el juez de primera instancia los consideró prescriptos. Sin embargo, la fiscal de la Unidad Fiscal Especializada (UFE) en Violencia de Género y Abuso de Vicente López, Lida Osores Soler, apeló esa decisión y más tarde insistió ante el Tribunal de Casación. Allí permanece la causa por el momento.

Sin embargo, las medidas judiciales quedan opacadas detrás del enorme cambio que Bosco generó en la vela. Sus palabras sentaron las raíces de una nueva forma de contención de parte de las instituciones de la disciplina. Varios clubes reportaron que comenzaron a incluir psicólogos a disposición de los alumnos, otros incluso despidieron entrenadores con denuncias previas realizadas por sus estudiantes. Hasta el día de hoy, Bosco recibe mensajes de deportistas de alto nivel, adultos que de niños fueron apasionados por la vela, y más que confiesan haber vivido abusos similares, y que encontraron en su voz la fuerza que necesitaban para alzar las suyas.

Noticia en desarrollo*

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