Los enchufes y los interruptores son uno de esos elementos del hogar que pasan desapercibidos hasta que un día, sin saber muy bien cuándo ocurrió, empiezan a amarillear. No es solo polvo: es ese tono apagado que el plástico adquiere con el tiempo y que parece imposible de quitar.
En las cocinas o salones muy soleados, este efecto se nota aún más. La luz, la grasa y el roce constante de los dedos van dejando una huella difícil de disimular. Muchos recurren a limpiarlos con vinagre, alcohol o lejía, pero esos productos, lejos de mejorar el aspecto, pueden acelerar el deterioro del plástico.
La buena noticia es que existen métodos seguros y eficaces para devolverles su color original sin poner en riesgo la instalación eléctrica. Y no hace falta recurrir a remedios improvisados: basta con usar los productos adecuados y seguir unas precauciones básicas.
POR QUÉ SE PONEN AMARILLOS LOS ENCHUFES
Según los fabricantes de material eléctrico como ABB o Legrand, la mayoría de enchufes están fabricados con plásticos ABS o policarbonatos, los mismos que se usan en electrodomésticos blancos o en carcasas de ordenador. Con el tiempo, estos materiales se oxidan por la exposición a la luz ultravioleta, el calor o el contacto con grasa.
Ese tono amarillento no es una mancha superficial, sino una reacción química del propio material. Por eso no desaparece con productos de limpieza convencionales: ni el vinagre, ni el bicarbonato ni la lejía consiguen blanquear el plástico, y en algunos casos pueden incluso dañarlo.
EL MÉTODO QUE FUNCIONA
La clave está en actuar sobre la capa superficial del material, no en frotar con fuerza. Según las recomendaciones de Bosch Home, los mejores resultados se logran con productos que contengan oxígeno activo o con agua oxigenada de 20 volúmenes (peróxido de hidrógeno al 6%), la misma que se usa en limpieza profesional para restaurar superficies blancas.
Para una limpieza ligera, basta con aplicar un poco de limpiador con oxígeno activo sobre un paño de microfibra y pasar suavemente por la superficie. El oxígeno activo ayuda a romper la película de grasa y suciedad sin alterar el color del material.
Si el plástico ya está amarillento, se puede usar agua oxigenada de 20 volúmenes. Aplica una pequeña cantidad con guantes, siempre con la corriente eléctrica desconectada, y deja actuar unos minutos antes de retirarla con un paño húmedo. El peróxido oxida la capa superficial y devuelve el tono blanco sin dañar el enchufe.
PARA MANTENERLOS COMO NUEVOS
La OCU recomienda evitar productos agresivos o abrasivos en materiales plásticos, ya que pueden deteriorar el brillo con el tiempo. En su lugar, aconsejan limpiar los enchufes cada pocos meses con un paño seco o ligeramente humedecido para evitar la acumulación de polvo y grasa.
También conviene no usar lejía ni alcohol, porque ambos aceleran la oxidación del plástico. Si las manchas son leves, una esponja de melamina (la conocida «esponja mágica») puede devolver uniformidad al color sin productos químicos.
Y, sobre todo, hay que recordar una norma básica: nunca limpiar con el enchufe conectado ni con el paño demasiado húmedo. Unos minutos de precaución bastan para que vuelvan a parecer recién instalados.
