Se trata de un error del cuerpo, un mecanismo inconsciente. Una respuesta involuntaria de un organismo estresado. Pareciera que no tenemos control sobre este enemigo silencioso, que actúa generalmente por las noches y tiene su origen en un sistema nervioso desregulado. El dolor de cabeza, la tensión cervical, el desgaste de los dientes, los mareos o el retraimiento de las encías, son solo algunos de los síntomas asociados que desencadena el bruxismo.
¿Qué hace que los músculos de la mandíbula y alrededores se activen de forma inconsciente y repetitiva? “Los factores principales que causan el bruxismo son el estrés y los trastornos emocionales. Cuando se sostienen en el tiempo y el sistema no tiene la capacidad de adaptarse a ellos, pueden activarse algunos ejes del sistema nervioso central (SNC) relacionados con el sistema de alerta. Estos ejes activan una respuesta de supervivencia comandada por el sistema nervioso autónomo (SNA) que desencadena el bruxismo: aumenta la tensión de la musculatura masticatoria, cervical y escapular, muchas veces acompañado de dolor y posibles trastornos en la articulación temporomandibular”, explica la kinesióloga Micaela Georgiades.
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“Dormir bien no es un lujo, es una necesidad vital. Al apretar los dientes de forma inconsciente durante la noche, el cuerpo entra en un estado de microalerta constante. Aunque no se recuerde al despertar, el sueño se fragmenta; lo que produce que no se alcance la fase profunda y reparadora del descanso”, advierte el odontólogo Ariel Merino. Como resultado, al día siguiente se puede sentir agotamiento, irritabilidad, dificultad para concentrarse y menor resiliencia ante el estrés.
También explica que el bruxismo interfiere con los ciclos del sueño REM, esenciales para el procesamiento emocional y la consolidación de la memoria. “A largo plazo, esta privación parcial de sueño reparador tiene consecuencias concretas en la salud física y mental. Cuando el bruxismo interrumpe sistemáticamente el descanso, el cuerpo entra en un estado de estrés crónico. Esto acelera el envejecimiento celular, aumenta los niveles de inflamación sistémica y reduce la capacidad del organismo para repararse. En otras palabras, no solo se envejece más rápido, sino con peor calidad de vida”, agrega el odontólogo.
“Desde que arranqué con la odontología hasta el día de hoy, he notado un incremento exponencial debido a que estamos sobreestimulados. Es mucha la gente que tiene algunos síntomas, pero mayoritariamente signos en su boca. También hay una gran parte de la población que no se da cuenta, ya que son signos silenciosos, muchas veces el avance es paulatino y lento. Mientras, las consecuencias evolucionan en la boca, en las articulaciones, en los huesos y en la musculatura. La buena noticia es que el bruxismo se puede tratar y controlar con un enfoque interdisciplinario” explica el odontólogo.
Micaela Georgiades coincide: “Es clave que el bruxismo sea abordado de manera integral, la solución viene de la mano de un enfoque interdisciplinario entre terapia, odontología y kinesiología u osteopatía. Es importante entender que los ejercicios y masajes son simplemente para disminuir el síntoma momentáneamente, la clave para resolver el bruxismo está en identificar cuáles son los factores que están sosteniendo el estado de alerta. El síntoma es solamente la punta del iceberg, muchas veces dónde está el síntoma, no está el origen del problema. Lo que hay que cambiar es la manera de abordarlo.”
“El primer paso es la consciencia. Una vez que nos damos cuenta de algo, se empieza a transformar. El cuerpo no es divisible y los procesos llevan tiempo, paciencia. En la medida en que aprendemos a usar la herramienta de sentir el cuerpo, darle lugar, validarlo, aparece la tan buscada relajación como consecuencia del contacto con uno mismo”, explica Carolina Coppola, instructora de yoga y kinesióloga.
Guía práctica
Para los músculos orbiculares de los labios. Con el pulgar y el índice formar una pinza y tomar el labio inferior, como si uno fuera a preparar la boca para chiflar. Ese contacto tiene que ser firme y crear un punto fijo. Desde ahí, mover suavemente la cabeza hacia un lado y luego hacia el otro, sin soltar el labio. Repetir 10 veces para cada lado. Se puede hacer con el labio superior también.
Para el músculo buccinador (el de las mejillas). Con el pulgar de la mano contraria, ingresar suavemente en la boca y apoyarlo sobre la parte interna de la mejilla. Desde ahí, deslizar el pulgar por la mejilla, llevándolo en dirección a la comisura de los labios. Hacerlo de ambos lados.
Para masetero y pterigoideo (músculos de la masticación). Ubicar el pulgar de una mano dentro de la boca, sobre la parte interna de la mejilla, y el índice por fuera, justo cerca de la articulación temporomandibular (delante del oído). Buscar un punto donde se sienta tensión y mantener los dedos firmes en ese lugar. Apretar los dientes suavemente, sostener esa contracción durante tres segundos y luego relajar. Repetir este paso tres veces, cambiando de punto si se encuentran zonas tensas.
Para una sensación general de relajación en la mandíbula. Formar un puño y colocar entre los dientes delanteros dos o tres dedos (en la articulación entre la falange proximal y la media), sin forzar, simplemente para generar un espacio. Luego, exhalar un par de veces en esa posición hasta percibir cómo la mandíbula comienza a relajarse.
Para relajar desde la respiración. La respiración profunda y baja facilita la activación del sistema nervioso parasimpático, encargado de los procesos de relajación del cuerpo. Para esto, aflojar los hombros, llevar la conciencia al diafragma, expandir el abdomen hacia afuera al inhalar y contraerlo al exhalar. También se puede buscar que las respiraciones sean más lentas, aunque es importante que no se produzca incomodidad o falta de aire en ningún momento, ya que si no tiene el efecto contrario.
“También puede ser útil masajear suavemente el rostro con las manos, como una forma de enviarle al sistema la señal de que puede aflojar los gestos y soltar de a poco los roles que sostenemos durante el día, muchas veces asociados al estrés. La mandíbula está íntimamente relacionada con el cráneo y la nuca, por lo que realizar masajes circulares en el cuero cabelludo, así como automasajes en el cuello y la zona cervical, resulta muy beneficioso”, concluye Coppola.