La altísima puerta en tono cereza anticipa diseño y color, pero los secretos de esta propiedad son muchos y antiguos. Revelarlos será tarea de la arquitecta Silvia Soqueff, autora de las profundas reformas que le dieron su apariencia actual.
En el comienzo fue un local a la calle con un patio techado, cocina y baño sin ventilación y una piecita en el fondo. Hace más de veinte años Soqueff comandó la primera reforma: sacó revoques y generó el gran espacio de cocina-living-comedor; construyó un entrepiso a modo de escritorio; excavó el cuarto para hacer arriba otro con su baño y, en el área donde estaba la cocina, instaló un toilette y el baño del dormitorio de abajo.
La propiedad era un viejo almacén. Pelamos las paredes y los cielos rasos para que aparecieran el ladrillo y la bovedilla, y aprovechamos todo ese gran espacio con su altura para armar un loft con dos entrepisos
Arq. Silvia Soqueff, responsable de la reforma
Poner en valor
Un delicado trabajo a mano consiguió la fabulosa apariencia de la pared de ladrillos. El truco es aplicar una mezcla de cal y cemento al tiempo que se va retirando el excedente con una esponja… et voilà!
“Me gusta el color, me parece que les da vida a los ambientes”, comenta la arquitecta. El modelo circular de las sillas del comedor invita a girarlas para sumarse fácilmente al living contiguo
Hallazgos para un estilo
Los perfiles de la bovedilla original están pintados de bordó antióxido, uno de los colores típicos de la época.
De algún modo esta obra fue una búsqueda. Cuando aparecía una columna, no es que yo dijera: ‘¿Y ahora qué hago con esto?’, al contrario: como arquitecta, quería dejar a la vista lo que iba encontrando, quería descubrir esta casa
Arquitecta Silvia Soqueff, responsable de la reforma
Aprovechando un hueco en la pared con un perfil a media altura (quizás vestigio de una división de unidades), se armó esta simpática biblioteca cuyos estantes se hicieron con los mismos ladrillos.
Perfiles, ladrillo, color… En las obras de Silvia Soqueff pueden rastrearse sus elementos predilectos y también algunos que vuelven a pedido, como esta pileta hecha con una maceta, que el dueño había visto en otra casa, y que se reelaboró para este proyecto.
A menos espacio, más diseño
En lugar de disimular el módulo que contiene la caldera, revistieron sus tres caras con venecitas azules, incorporando el volumen al interior. Afuera, el mural del patio cubrió también los elementos de la pared, incorporando hasta los equipos de aire acondicionado.
Los caños de hierro que conectan los radiadores se dejaron a la vista acompañando el carácter industrial del espacio. De ese modo, emanan calor en todo su recorrido.
Para optimizar metros sin perder una fuente de aire y luz, se conservó un patio mínimo. Así, los dos dormitorios ventilan hacia ese espacio, ambientado con refrescantes motivos tropicales.
La única habitación de la casa original tenía un piso de pino tea, irrecuperable. Excavando la cámara de aire se consiguió la altura para hacer un dormitorio abajo y otro arriba.
Ingenio y materialidad
“Es una casa súper habitable. En su momento vivía una familia entera, que desarrollaba su vida cómodamente”, repasa Silvia en esta vuelta para adecuarla a un cliente que vive solo y recibe aquí a su hija.
Todos los baños tienen piso y paredes de terrazo hecho in situ. “Lleva tiempo de obra, pero -como no son baldosas- le da continuidad al espacio y tiene el encanto de lo artesanal”, describe la arquitecta.