Crece el debate por el nivel de reservas, pero el Gobierno ratifica su política cambiaria

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Cuando el 11 de abril el Gobierno anunció que se flexibilizaba parcialmente el cepo –luego de alcanzar un nuevo programa con el FMI– y pasaba a un esquema cambiario de flotación entre bandas, el mercado financiero reaccionó positivamente.

Los analistas económicos locales y externos destacaron que el presidente Javier Milei había priorizado nuevamente la economía por sobre las demandas electorales. Pero esa percepción duró solo unas semanas.

Lo que cambió desde entonces fue el discurso del equipo económico, que se diferenció sutilmente, pero con efectos muy concretos, del programa acordado con el FMI.

A los pocos días se dejó en claro que la prioridad del Gobierno seguía siendo la baja de la inflación y que el Banco Central (BCRA) no iba a comprar dólares hasta que el tipo de cambio oficial tocara el piso de la banda (hoy bajo los $988). Eso significó que el objetivo de capitalización de esa entidad quedara en un segundo lugar, pese a que era el corazón del programa con el Fondo.

El argumento oficial es que, si se compran reservas, “se distorsiona la credibilidad dentro de las bandas” y se genera “emisión monetaria, que puede obstaculizar la baja de la inflación”, como explica el director del BCRA, Federico Furiase, una de las voces del Gobierno encargadas de fijar postura al respecto.

Milei festeja la salida del cepo con Caputo, Quirno y otros funcionarios en el Ministerio de Economía

Empero se podría decir que dicha “credibilidad” ya fue puesta en duda por las sostenidas intervenciones que el BCRA realizó sobre el mercado local de futuros para “inducir”, acomodamientos para el precio del dólar en la plaza oficial.

La semana pasada, por caso, se conoció que en abril había ampliado en alrededor de US$400 millones su posición vendida en esos derivados, monto que, según la consultora Outlier, se eleva al equivalente de US$1000 millones desde que se implementó el nuevo esquema.

Eso no hace más que impulsar que se repitan y comiencen a crecer las críticas a la decisión de no acumular reservas por vía genuina, más cuando a la vez el Gobierno proclama que la economía necesita “remonetizarse”.

Planteo recurrente

Quien volvió a poner el dedo en la llaga al respecto fue el exministro de Economía Domingo Cavallo en una nueva publicación en su blog personal. “Se necesitan reservas externas para que puedan pagarse sin inconvenientes las importaciones y afrontarse los pagos de servicios de la deuda. Y se necesitan muchas más reservas en la medida en que la economía pretenda remonetizarse, no solo en la moneda local, sino también en dólares”, sostuvo.

En el texto incluso –aunque aceptó el argumento teórico oficial sobre la falta de necesidad de contar con reservas “en un mercado cambiario libre y flotante”– insistió en que esa posibilidad no está dada aún para economías como la argentina, “fuertemente endeudada en monedas extranjeras y que prácticamente no tiene crédito externo”.

El presidente Javier Milei se saluda con el exmandatario Mauricio Macri

La visión de Cavallo está en línea con las advertencias planteadas recientemente por colegas como Ricardo Arriazu, uno de los economistas más cercanos a Javier Milei, quien dijo días atrás que el país debería sumar US$100.000 millones a sus reservas. “El Gobierno no quiere hacerlo porque quiere que [dólar] caiga y toque el piso de la banda. Yo ya hubiera intervenido”, sorprendió.

La cuestión incluso fue abordada el pasado domingo por el economista Carlos Melconian, para quien directamente “en el tipo de cambio hay un problema”. “La Argentina a este tipo de cambio supera cualquier colchón y supera cualquier Vaca Muerta”, planteó, en referencia al déficit de la cuenta corriente y la dinámica de las reservas.

Para el Gobierno, las advertencias están planteadas en base al error de comparar la actual situación con la de 2017, segundo año de gestión de Macri. Aquel año también hubo una fuerte baja de la inflación, un rebote de la actividad y una victoria electoral del oficialismo en las legislativas, clima que luego se disipó por la corrida cambiaria de 2018 y la evaporación de las reservas del BCRA.

El pasado que pesa

Así lo reconoció, en una entrevista en el canal de streaming Neura, el viceministro de Economía, José Luis Daza: “Una de las cosas que nos pesan hoy es 2017”, dijo, consultado por la resistencia a la baja del riesgo país.

“En mi primera reunión con las autoridades del FMI lo que me dijeron fue: ‘Wait a minute, esto ya lo vimos’. Lo que respondí es que no fue distinto a lo que hizo Macri: es lo opuesto. Lo primero que hizo este gobierno fue cerrar el déficit”, planteó.

El temor que se percibe al respecto fue recogido y fue eje de una reciente presentación del vicepresidente del BCRA, Vladimir Werning, hizo a fin de mayo en la CXVIII Reunión de Gobernadores de Bancos Centrales del CEMLA en San Salvador.

En ella hizo hincapié en los contrastes que existen entre aquella situación y la actual, poniendo el foco en que el Gobierno presenta todos los meses superávit fiscal, no hay emisión monetaria e incluso la cuenta corriente es mucho menos deficitaria que ocho años atrás (sería negativa en US$9000 millones para este año y era deficitaria en US$30.000 millones en 2017).

El economista Lorenzo Sigaut Gravina, de la consultora Equilibra, explica que, con relación a 2017, “el tipo de cambio hoy está 6,2% más apreciado, pero tiene una cuenta corriente menos deficitaria, principalmente gracias a la energía. En cuanto a stock de reservas, el Gobierno está peor porque no tiene reservas netas y quedan utilidades atrapadas, por eso siguen las restricciones para girar dividendos de las empresas”, describe.

Pero explica que el panorama hacia adelante es más positivo en la actualidad, ya que después de las elecciones, si el Gobierno consigue apoyo en las urnas y logra acumular reservas, la Argentina podría recuperar el acceso a los mercados, a diferencia de 2018, cuando Macri lo perdió y debió recurrir al FMI.

“A diferencia del gobierno de Macri, actualmente no ingresaron fondos especulativos, por lo que no hay riesgo de sufrir una salida fuerte de capitales. Y si el Gobierno hace los ajustes pendientes, puede acelerarse un poco la inflación, pero después de eso la economía sale más fuerte y queda mejor parada”, concluye.

Con la colaboración de Javier Blanco

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