Un joven de 21 años, identificado como Nazareno Isern, volvía de pasear en bicicleta con una amiga por los bosques de Ezeiza cuando fue interceptado por dos delincuentes. Tras resistirse al robo de su vehículo, lo tiraron al piso y le dispararon un tiro en la cabeza.
El hecho ocurrió el lunes, cerca de las 19 horas, poco antes de que oscureciera. Los jóvenes circulaban por la colectora de la autopista Riccheri, en el límite de los partidos bonaerenses de Ezeiza y Esteban Echeverría, en un trayecto que no tiene cámaras ni custodia policial, conocido por ser una “zona liberada” para los delitos.
Luego del homicidio, los asesinos escaparon por el mismo lugar donde habían sorprendido a los chicos, en medio de los altos pastizales. Frente al shock de la situación, Kiara -amiga y única testigo de Nazareno- le tomó el pulso, intentó hacerle la maniobra de reanimación cardiopulmonar (RCP) y llamó al 911.
Personal policial arribó 15 minutos después del llamado, mientras que la ambulancia duplicó ese tiempo y demoró media hora. “Mis papás llegaron antes”, afirmó la chica en diálogo con LN+.
Los familiares piden justicia, en vísperas del velorio que se realizará este miércoles en el barrio porteño de Flores. Además, convocaron a una marcha a las 19.30 en una plaza cercana a la casa de la víctima.
El desgarrador relato de la mamá de Nazareno
“La Policía se portó maravillosamente bien. Está todo en investigación , por eso tampoco quiero hablar demasiado. Rastrillaron la zona, se portaron muy bien”, aclaró Edith, la mamá de Nazareno en diálogo con LN+.
Y siguió: “Estoy destrozada, no sé cómo seguir. Quiero justicia para mi hijo, quiero que el asesino pague. A mi hijo nadie me lo va a devolver, no sé cómo voy a vivir sin él, pero quiero que el asesino pague. Quiero cuidar a su amiga porque es la única testigo, pero también quiero justicia para mi hijo para que él descanse en paz”.
En ese marco, la mujer lamentó la violencia que sufrió su hijo durante sus últimos minutos de vida: “No se puede creer tanta crueldad, porque le podrían haber dado el tiro en la pierna. ¿Por qué matarlo? Yo cuando llegué y lo vi, me quería morir”, dijo.
Por último, señaló: “Esto es por la inseguridad porque aparte es un sector que no tienen cámaras. Eso entorpece la investigación, pero lo vamos a encontrar. No tengo miedo porque ya perdí lo único que tenía en mi vida: mi hijo. No tengo miedo de nada y lo vamos a encontrar”.
La palabra de la amiga de Nazareno, única testigo del crimen
Kiara, amiga y única testigo, también habló con LN+. Durante la entrevista, la joven se mantuvo de espaldas a fines de salvaguardar su integridad frente a los delincuentes, a quienes afirma reconocer.
“Como todas las semanas, teníamos la rutina de salir a andar en bici. El lunes le digo: ‘Che, Naza, ¿salimos a andar en bici que el día está hermoso?’. Me dijo que a las 16.30 me pasaba a buscar por casa. Le dije: ‘Bueno, vamos para los bosques de Ezeiza’. Fuimos, estuvimos andando por allá, habíamos encontrado senderitos”, reconstruyó, consultada acerca del plan inicial.
“Tengo un montón de videos de ese día, se había metido en un pozo con agua para sacar una plantita que quería para su casa”, continuó la joven, al tiempo que indicó que emprendieron el regreso a casa en sintonía con la caída del sol.
“Me dice: ¿Por qué no agarramos por en frente de la Ricchieri?. Siempre íbamos y veníamos por el mismo camino. Cruzamos el primer puente peatonal, a uno o dos kilómetros de la AFA. Ni bien pasamos el puente, a unos 800 metros de distancia, Naza iba cinco metros adelante mío y parecen dos masculinos desde los pastizales”, relató Kiara.
En la misma línea, explicó que los delincuentes intentaron robarle la bicicleta, al no poder hacerlo, tiraron a Nazareno al piso y le dispararon en la cabeza.
“‘Edith, a Naza le pegaron un tiro, por favor vení’ -recordó las palabras que le dijo a la mamá de su amigo-. No podía expresarme bien ni explicar a qué altura estábamos. Es una zona que no tiene cámaras. A la noche ya ni había luz», añadió.
Y concluyó: “Él no llego a decirme nada, fue todo en silencio. Todo duró un minuto. Ellos no le decían nada a él, y él tampoco. Todo el forcejeo fue en silencio”.
