La relación de los argentinos con el dinero es conflictiva. Siete de cada diez personas considera que está bajo una situación de estrés financiero, la mayoría le pide recomendaciones a sus amigos y familiares para saber qué hacer con la plata, mientras que un gasto imprevisto de $250.000 puede convertirse en una crisis significativa para un cuarto de la población.
Estos son algunos de los datos relevados en el Estudio de Bienestar Financiero que elaboró la consultora Mercer, que puso el foco en cómo la preocupación por el dinero se transformó en una “carga mental” que impacta en la concentración y la productividad.
Aunque en los últimos años hubo una fuerte expansión de nuevos inversores en el mercado de capitales, gracias a las cuentas remuneradas de las billeteras digitales, la Argentina sigue rezagada en la región en términos de educación financiera.
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“Hoy es más común escuchar a alguien que, en vez de dejar el dinero inmovilizado, busca al menos una herramienta sencilla y líquida para que su dinero no pierda valor. Pero, el avance en el mercado financiero no necesariamente va acompañado de un avance en la educación financiera. Según datos de la Comisión Nacional de Valores (CNV), solo el 25% de los argentinos tiene conocimientos básicos sobre finanzas personales”, dijo Paula Spitaleri, directora de Balanz University.
En números, la Argentina pasó de tener 500.000 cuentas comitentes activas en 2023, a unos dos millones en la actualidad. Sin embargo, para Nery Persichini, analista de GMA Capital, esa expansión llegó por necesidad y no por convicción: la cobertura en dólares y los rendimientos a un día. Justamente, seis de cada diez pesos en la industria de fondos están en un money market, los fondos de las billeteras digitales.

“Lo que viene ahora es otra etapa. Si aprovechamos esta masa crítica, el desafío es pasar del ahorrista táctico al inversor estratégico. La educación financiera es una parte, pero la clave es generar confianza y estabilidad para que esa relación con el mercado no sea sólo defensiva», analizó.
De acuerdo con el estudio de Mercer, siete de cada diez argentinos tienen un nivel de estrés entre leve y moderado al pensar en su situación financiera. Más llamativo es que el 14% de las personas experimenta un alto nivel de estrés financiero, lo que incluso afecta su descanso y su sueño. En este último grupo, dos de cada tres son mujeres.
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Hay algunas situaciones específicas que pueden desbalancear toda la economía familiar. Por ejemplo, para el 28% de los encuestados sería un desafío o una crisis significativa tener que pagar de imprevisto $250.000. El 24% tiene una carga financiera mayor o igual al 50% de sus ingresos. El 22% siente que directamente no tiene el control de su situación financiera. Mientras que el 19% indica que a menudo necesita pedir dinero prestado para llegar a fin de mes.
Aunque el 48% de los argentinos explica que su principal obstáculo para poder ahorrar son los ingresos insuficientes, también hay otras razones. El 31% dice tener falta de conocimiento sobre cómo hacerlo, el 30% respondió que tiene gastos improvistos que se lo impiden y el 19% que no tiene sus metas claras. Solo un 8% siente que no tiene obstáculos para invertir, según Mercer.

“Si nos comparamos con otros países de la región, la Argentina todavía está bastante rezagada. Según un estudio del Banco de Desarrollo de América Latina, la Argentina se ubicó en el puesto 37 sobre 39 economías evaluadas en materia de educación financiera», sumó Spitaleri.
Sin embargo, más allá de la brecha educativa, para la analista hay un factor cultural que pesa mucho en la Argentina: la desconfianza. Como consecuencia de las distintas crisis económicas que se vivieron en el país y los momentos de fuerte inestabilidad económica, muchos argentinos adoptaron al dólar físico como sinónimo de seguridad. Esta costumbre, aunque está bastante arraigada, limita la posibilidad de acceder a herramientas que podrían mejorar el poder adquisitivo y la planificación financiera.
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“Nos condena el pasado, sin dudas. La Argentina acumula 10 defaults soberanos y un largo historial de quiebre de contratos y destrucción de moneda. Eso explica buena parte de la desconfianza y la preferencia por la liquidez. Según la Posición de Inversión Internacional de Indec, los argentinos tenemos US$248.000 millones fuera del sistema financiero. No faltan dólares: falta un marco estable e incentivos consistentes. Con reglas claras durante más tiempo, parte de ese ahorro podría canalizarse hacia inversión productiva y mercado de capitales”, sumó Persichini.
Al analizar cuáles son las prioridades de ahorro de los argentinos, el 55% se enfoca en juntar dinero para una compra o un gasto en el futuro, según Mercer. El 38% también ahorra voluntariamente para tener una pensión, mientras que otros objetivos de ahorro importantes son los gastos médicos inesperados (29%), otros gastos de imprevisto (24%), la educación futura de los hijos (22%), el cuidado de sus padres (14%) o la educación futura propia (13%).

Pero a la hora de hablar de plata y planificar cómo hacerlo, la mayoría de los argentinos confía más en un familiar (54%), en un amigo (44%) o material que encuentra en internet (35%), antes que en un asesor financiero (33%). Más atrás en la lista están los bancos (23%) o una sociedad de bolsa (6%), las instituciones que suelen ser canalizadoras del ahorro y la inversión.
“Hay varios desafíos. Para muchos ahorristas, romper el ciclo de desconfianza y buscar asesoramiento profesional es difícil. También lo es aceptar que rendimientos altos implican riesgos altos, y que no todas las estrategias son compatibles con los objetivos personales. La tecnología potencia la inmediatez, pero para invertir hace falta un proceso de autoconocimiento más lento y consistente“, sumó Persichini.
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Para Spitaleri, si bien es natural que se busquen consejos en personas cercanas, aclaró que esto en finanzas puede ser un problema. Sobre todo, porque lo que funcionó para una persona no necesariamente es adecuado para otra y, muchas veces, las recomendaciones vienen sin fundamentos. “Esto abre la puerta a errores de inversión y, en casos más extremos, a estafas”, acotó.
Las banderas rojas para el inversor
Llamativo fue lo que sucedió el año pasado en el pueblo bonaerense de San Pedro, donde un quinto de la población terminó estafada por un Ponzi. Entre amigos, vecinos y familiares, se recomendaron la plataforma Rainbowex, que prometía rendimientos del 1% y 2% en dólares diarios mediante un trading de criptomonedas. Los primeros usuarios sacaron beneficios, pero cuando empezaron a destaparse las sospechas de una estafa, la compañía desapareció.
“Algunas banderas rojas para el inversor son las promesas de retornos fijos o muy superiores al mercado; las inversiones sin trazabilidad, regulación ni auditoría; las operaciones que ‘no permiten preguntas’; y el no entender el negocio en el que se está invirtiendo”, aconsejó Persichini.
Las mismas recomendaciones apuntó Spitaleri, quien sumó que siempre se tiene que verificar que el intermediario esté registrado ante la Comisión Nacional de Valores (CNV). En la página web del organismo, está disponible el listado oficial de los agentes autorizados.
Además, la Comisión Nacional de Valores lleva adelante el Programa de Educación Financiera. La semana pasada, se llevó a cabo una jornada de capacitación con 500 jóvenes del nivel secundario, mientras que este año lanzó el ciclo audiovisual “Si estás informado, tomás mejores decisiones”.
