¿Cuál será el legado de Francisco? Depende de quién sea el próximo papa

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CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Benedicto XVI era apodado “el rottweiler de Dios” por su feroz defensa de la doctrina de la Iglesia Católica, y el papa Francisco era “el papa del pueblo”, por su carisma, su humildad y su proximidad con los marginados de la sociedad.

La sucesión de los papas no es como las transiciones presidenciales: un nuevo pontífice no llega y se pone a desbaratar todo lo hecho por su antecesor. De todos modos, es mucho lo que puede cambiar con un nuevo papa, tanto en cuestiones de estilo, de énfasis, de orientación y de legislación canónica. Y ahora, el futuro de la Iglesia y la continuidad del legado de Francisco depende enormemente del resultado de un cónclave que muchos consideran como el menos predecible en décadas.

¿El nuevo pontífice continuará con el precedente de Francisco de llevar una vida modesta en Santa Marta, la residencia para curas que tiene el Vaticano? ¿O decidirá volver a residir en el palacio pontificio, con sus increíbles vistas del paisaje de Roma? ¿Se hará eco de la filosofía de puertas abiertas de la Iglesia “para todos, todos, todos”, o será menos permisivo y modificará, por ejemplo, la autorización para que los sacerdotes puedan bendecir a parejas del mismo sexo? ¿Retomará los esfuerzos de Francisco para descentralizar el poder de la Iglesia o preferirá una institución más verticalista?

El estilo de Francisco incluía la cercanía con todos los fieles

Aunque siempre elogió a Benedicto XVI, Francisco revirtió sus posturas en al menos un punto clave: la antigua misa en latín, también conocida como Misa Tridentina. Francisco restableció las restricciones a su uso, afirmando que quienes favorecían esa forma del ritual —entre ellos, los sacerdotes tradicionalistas de Estados Unidos— lo hacían “para aprovechar y fomentar desacuerdos que perjudican a la Iglesia”.

Hasta algunos de los máximos clérigos afines a Francisco se quedaron perplejos cuando el papa se metió con el tema de la misa en latín. Ni hablar de sus críticos conservadores, que estaban directamente furiosos. Ahora, muchos de ellos esperan un papa que se apegue a la doctrina vigente y adopte una actitud menos permisiva, especialmente hacia los católicos divorciados y la comunidad LGBTQ+.

El padre Gerald Murray, sacerdote neoyorquino y comentarista conservador, insistió en que Francisco sería recordado como el pontífice que quiso cambiar las prácticas católicas, y agregó que Francisco parecía respaldar posiciones “que la Iglesia Católica nunca ha respaldado”. Murray apuntó a los comentarios de Francisco sobre el valor de todas las religiones como caminos hacia Dios —no solo el catolicismo—, y su magisterio contra la pena de muerte. “Estas innovaciones han sido cuestionadas y rechazadas por muchos católicos”, dijo Murray. “El próximo papa necesariamente tendrá que abordar estos asuntos y, espero, reafirmar la perenne doctrina de la Iglesia Católica”.

Francisco flanqueado por grandes jefes indígenas en Maskwaci, Canadá

Los aliados de Francisco, por su parte, esperan a alguien que continúe con su legado y siga siendo una voz de compasión en el mundo.

John McGreevy, historiador del catolicismo global de la Universidad Notre Dame, señala que es muy difícil saber qué perdurará y qué no. “Creo que no hay garantía de continuidad para nada de lo hecho por Francisco”, advierte McGreevy.

Los cambios de Francisco

Al papa Francisco suele atribuírsele haber podido revertir la pesadilla en materia de relaciones públicas que recibió al heredar el pontificado, cuando arreciaban las críticas contra la Iglesia por considerársela una institución hermética e insular, plagada de corrupción, que miraba deliberadamente para otro lado frente a los horribles casos de abuso sexual. Para erradicar la corrupción, Francisco les prohibió a los altos directivos del Vaticano que colocaran activos en paraísos fiscales o recibir regalos por valor superior a 40 euros. Para abordar el tema de los abusos sexuales, impuso nuevas sanciones para los clérigos abusadores y nuevos requisitos sobre cómo denunciar e investigar las denuncias.

Si Francisco fue revolucionario, sin embargo, fue más por un cambio de estilo y tono: desde un principio se ocupó de dejar en claro que se mantendría firme en su voto de pobreza por más que ocupara el Solio Petrino, y que enfatizaría el función pastoral del pontificado.

Inmigrantes africanos se hacen selfies con Francisco en Bolonia

“La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir a los márgenes, no solo geográficos, sino también existenciales: el misterio del pecado, del dolor, de la injusticia, de la ignorancia y la indiferencia hacia la religión, de las corrientes intelectuales y de todas las miserias”, dijo Francisco en un discurso de cuatro minutos antes del inicio del cónclave de 2013 que lo convirtió en papa. Fueron esas palabras, según muchos, las que inspiraron a sus compañeros a elegirlo.

Nunca modificó las enseñanzas de la Iglesia que describen la homosexualidad como “un desorden intrínseco”. Pero la crucial pregunta que se hizo ante la prensa en 2013 —“¿Quién soy yo para juzgar?”— marcó el inicio de un acercamiento pastoral con la comunidad LGBTQ+, a la que Iglesia nunca se había acercado. A partir de entonces, ese acercamiento a la comunidad LGBTQ+ acaparó los titulares de los medios con frecuencia, especialmente en 2023, cuando decidió autorizar explícitamente una breve bendición para parejas del mismo sexo y otras personas en relaciones “irregulares”.

Francisco también tendió puentes con otras religiones, ampliando, por ejemplo, las relaciones diplomáticas del Vaticano con Medio Oriente, y con el “Documento sobre la Fraternidad Humana”, firmado en conjunto con Ahmed el-Tayeb, el gran imán de al-Azhar. “Tenía la visión de una Iglesia muy latinoamericana, una Iglesia , digamos, más flexible”, afirmó el reverendo Damián Guillermo Astigueta, profesor de derecho canónico de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y un compatriota argentino que conoció a Jorge Mario Bergoglio durante décadas.

¿Marcha atrás?

En teoría, sin embargo, el próximo papa podría revocar gran parte de lo que Francisco puso en marcha. Sería relativamente fácil desechar los sencillos zapatos negros que prefería usar Francisco y volver a las vistosas zapatillas rojas de los papas anteriores, aunque esa imagen podría ser complicada en este momento de crisis para las finanzas del Vaticano.

La orientación de Francisco sobre las bendiciones a parejas del mismo sexo también podría revertirse. No fue una orden, sino una interpretación pastoral de la definición actual de bendiciones en la Iglesia, y se les ofreció a los sacerdotes como una opción voluntaria. Algunos de los cardenales mencionados como aspirantes al papado han expresado reservas sobre la medida, o directamente una fuerte oposición.

Francisco nombró en 2019, por primera vez, a siete mujeres en el dicasterio

“¿Podría emitirse un documento que prohíba explícitamente la bendición de parejas homosexuales? Quizás”, dice Astigueta. “Ahora bien, ¿sería políticamente viable? Las verdad es que sería un escándalo y no creo que suceda”.

Según McGreevy, un aspecto del papado de Francisco que probablemente generará un cambio duradero es su visión antimonárquica del cargo y su insistencia en una Iglesia que incorpore a más laicos en puestos de toma de decisiones.

Francisco mantuvo su oposición a la ordenación de diaconisas, pero en su pronunciamiento Praedicate Evangelium de 2022, rompió con una antigua convención al afirmar que los altos cargos de Ciudad del Vaticano ya no debían ser ocupados necesariamente por sacerdotes: esa decisión les permitió a todos los laicos, pero especialmente a las monjas, romper el techo de cristal y estar al frente de ministerios de la Santa Sede.

Los dos masivos sínodos de 2023 y 2024 en el Vaticano —reuniones de líderes y representantes de la iglesia mundial— incluyeron por primera vez a mujeres y laicos sin órdenes sagradas como miembros con derecho a voto.

“Algunos dicen: Ah, pero de esos sínodos no salió nada”, señala McGreevy. “Pero creo que la sola experiencia de tener a miles de personas debatiendo juntas en Roma sobre el futuro de la Iglesia fue algo sumamente significativo, porque dejó establecido un modelo que será muy difícil de ignorar en el futuro”.

Traducción de Jaime Arrambide

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