
El interés por la alimentación y sus efectos sobre el descanso nocturno motivó diversos estudios sobre alimentos naturales y sus propiedades. En esa línea, la pregunta sobre el consumo de dos cucharadas de miel antes de ir a dormir adquiere relevancia por las potenciales implicancias en la calidad del sueño y la salud metabólica.
Aunque la miel se conoce principalmente por su sabor dulce y su uso tradicional en infusiones o postres, recientes investigaciones analizan su impacto en el organismo debido a su composición particular de azúcares, compuestos antioxidantes y pequeñas cantidades de minerales y vitaminas. Entre los motivos para elegir la miel como complemento nocturno, sobresale su posible colaboración en la regulación del sueño a través de la producción de melatonina, hormona clave dentro del ciclo circadiano humano.
El cuerpo humano experimenta diferentes procesos durante el sueño, incluido el equilibrio de los niveles de azúcar en sangre. Al consumir miel antes de dormir, se suministra glucosa de lenta absorción, lo que puede favorecer la estabilización de la glucemia durante la noche, evitando descensos bruscos que podrían generar despertares o interrupciones de descanso.

Al respecto, algunos especialistas señalan que la miel estimula la liberación de insulina, proceso que a su vez promueve la entrada de triptófano en el cerebro. El triptófano es precursor de la serotonina, neurotransmisor involucrado en la sensación de bienestar y, a su vez, elemento que deriva en la síntesis de melatonina.
Otro aspecto vinculado al consumo nocturno de miel refiere a la función hepática. Durante el reposo, el hígado almacena glucógeno para mantener la función cerebral estable hasta la mañana. El suplemento moderado de este edulcorante natural podría mejorar la reserva de glucógeno hepático, aportando energía constante al cerebro durante las horas de sueño.
Además de su impacto sobre la bioquímica cerebral, la miel contiene compuestos fenólicos con propiedades antioxidantes. Estos componentes contribuyen a la reducción de procesos inflamatorios y al control del estrés oxidativo, estado que puede intensificarse durante la noche a causa de la actividad metabólica del organismo. En algunos estudios, se sugiere que el consumo regular de esta sustancia natural podría favorecer la recuperación de los tejidos y el equilibrio inmune, aspectos relevantes para quienes buscan una mejor calidad del sueño.
Un beneficio adicional identificado es la posible acción calmante sobre la garganta y las vías respiratorias altas. Personas que sufren irritación o sequedad durante la noche pueden hallar alivio y descanso más prolongado gracias a la viscosidad y el recubrimiento que la miel proporciona.
A pesar de los posibles efectos beneficiosos, la recomendación sobre la ingesta de dos cucharadas de miel antes de dormir debe considerarse en función del contexto individual. Personas con trastornos metabólicos como la diabetes o con problemas de control glucémico deben consultar a un profesional antes de incorporar este hábito, debido al contenido calórico y glucídico del producto.

Al considerar la adopción de este ritual nocturno, se recomienda optar siempre por miel natural y sin aditivos, evitando productos artificiales o mezclados con jarabes industriales. Consumir este producto en su forma más pura puede maximizar los beneficios descritos y reducir riesgos asociados al exceso de azúcar procesada.
Mientras la investigación sobre las propiedades específicas avanza, la tradición y la evidencia preliminar sugieren que la miel, utilizada con criterio, podría ser un aliado natural para la calidad del sueño y el bienestar general.
