No es lo mismo un experimento que una experiencia. Experimento es una prueba que se lleva a cabo para confirmar o refutar una hipótesis. Se trata de un artificio. Experiencia es algo que se vive, que nos afecta física, psíquica y emocionalmente. Los experimentos se controlan, tienen un objetivo y se enfocan en él. Las experiencias ocurren a menudo sin preparación ni intención previa. Son las circunstancias de la vida, las buenas y las malas, las tristes y las alegres, las felices y las infelices. Las conclusiones que se obtienen de los experimentos son plausibles de ser desmentidas por experimentos que se proponen demostrar lo contrario, mientras que el conocimiento existencial que proporcionan las experiencias es indesmentible, nadie podrá demostrarnos que no sentimos lo que sentimos, que no pensamos lo que pensamos, que no temimos lo que temimos o añoramos lo que añoramos durante lo que quedó documentado en nuestra memoria vivencial.
El desmedido fanatismo por la inteligencia artificial (¿por qué escribirla con mayúscula si la inteligencia natural se nombra en minúscula?) tiende a remplazar la experiencia por el experimento
El desmedido fanatismo por la inteligencia artificial (¿por qué escribirla con mayúscula si la inteligencia natural se nombra en minúscula?) tiende a remplazar la experiencia por el experimento. “El vínculo laboral entre expertos y novatos se basó siempre en la transferencia de conocimientos y habilidades de unos a otros, ¿pero podrá este ancestral sistema sobrevivir a la era de la inteligencia artificial?“, se preguntó recientemente Sara O´Connor, especialista en temas laborales, columnista y editora asociada del Financial Times, de Londres.
Los conocimientos y habilidades a los que se refiere provienen de la experiencia, del haber estado allí, de haber vivido, de haberse equivocado, enmendado o acertado. Podemos ampliar este interrogante y llevarlo a la vida entera en su inabarcable amplitud. ¿Quién transmitirá a las próximas generaciones la sabiduría (no confundir con conocimientos o data) recogida por sus antecesores a través de experiencias vitales?
Se discute a la inteligencia natural, la que permitió a nuestra especie sobrevivir hasta aquí, pero no a su majestad la inteligencia artificial
Ocurre hoy que se rinde culto a lo que la inteligencia artificial manda en cuanto a qué debemos comer, cómo debemos vestir, qué debemos ver, etcétera. Se va convirtiendo silenciosa e inexorablemente en un GPS imprescindible para vivir, no importa a dónde nos lleve con sus indicaciones. Se discute a la inteligencia natural, la que permitió a nuestra especie sobrevivir hasta aquí, pero no a su majestad la inteligencia artificial. De ella creemos sus noticias falsas, sus imágenes construidas, el artificio de sus textos siempre planos y carentes de inspiración, sus realidades virtuales, tan ajenas a las experiencias que ofrece la vida real, la que transcurre más allá, mucho más allá, de pantallas y algoritmos. Enfrascados en los experimentos de esta existencia artificial los humanos vamos secuestrándonos de los misterios y las revelaciones que provienen de la experiencia. Lo que nació como herramienta, y por lo tanto debía estar a nuestro servicio cuando fuera necesario y no en cada paso de nuestra vida, dejó de serlo. Se invierten los términos. Pasamos a ser herramientas de la herramienta, estamos a su servicio. ¿Qué ocurrirá con los nacidos y criados en los tiempos del experimento artificial si un día este sufre un apagón total y terminal? ¿Cómo vivirán vacíos de experiencia? Acaso ninguna distopía supere a ese terror existencial.
Albert Camus (1913-1960), un héroe moral del siglo veinte, autor de El extranjero, La peste, El mito de Sísifo y El hombre rebelde, entre otras obras esenciales, decía: “No puedes adquirir experiencia haciendo experimentos. No puedes crear la experiencia. Debes experimentarla”. Un modo de decir que, por mucho que te refugies en lo artificial y virtual para escapar de los avatares de la vida real, esta seguirá planteándote situaciones y preguntas que nadie podrá responder en tu lugar. Al final del día es con experiencias como cada uno escribe el libro de su vida, o deja las páginas en blanco.