El turismo itinerante, que propone viajar con la casa a cuestas, viene ganando terreno en la Argentina de la mano de quienes buscan mayor libertad y flexibilidad en sus vacaciones. Dentro de este fenómeno, los motorhomes se posicionan como una alternativa cada vez más consultada frente a la hotelería tradicional.
El atractivo es evidente: dormir frente a un lago, improvisar la ruta sin depender de reservas y mantener cierta autonomía en alimentación y alojamiento. Sin embargo, la experiencia no es barata. Alquilar una unidad cuesta entre $220.000 y $331.650 por noche, cifras que varían según la categoría y el nivel de equipamiento, según datos publicados por el sitio especializado Cinza.
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En otros países, como Estados Unidos, Australia o Nueva Zelanda, el mercado de vehículos recreativos (VR) está consolidado y genera miles de puestos de trabajo.
En la Argentina, en cambio, todavía se trata de un servicio incipiente, con operadores privados que ofrecen unidades de distinta capacidad y confort.
Hay desde modelos compactos y maniobrables, pensados para escapadas cortas, hasta verdaderas casas sobre ruedas que incluyen baño, ducha, aire acondicionado y espacio suficiente para grupos familiares. El alquiler suele incluir elementos básicos: cocina a gas, vajilla, cama, tanque de agua potable y autonomía mínima para unos días de viaje.
Entre los beneficios se destaca la posibilidad de explorar destinos alejados de los circuitos turísticos, detenerse en entornos naturales y organizar un itinerario a medida.
Los retos
Pero también existen desafíos: el manejo de vehículos de gran tamaño requiere experiencia; la vida a bordo demanda rutinas de carga y descarga de agua, gestión de residuos y planificación de paradas en campings habilitados.
En el plano económico, si bien se evita pagar hotel y se reduce el gasto en restaurantes, al costo diario del alquiler se suman el combustible, el seguro, el depósito de garantía, las eventuales tarifas de limpieza y el kilometraje adicional.
Además cabe aclarar que no todos los viajeros buscan lo mismo. El motorhome es un vehículo motorizado e independiente, con cabina integrada al espacio habitable, mayor autonomía y confort, aunque más caro de mantener y alquilar. La casa rodante, en cambio, es un remolque que necesita de un vehículo tractor, pero ofrece la ventaja de poder desacoplarse en destino y liberar el auto o la camioneta para otros usos.
La elección depende del perfil del viajero: quienes planean recorrer largas distancias suelen preferir el motorhome, mientras que aquellos que piensan quedarse varios días en un mismo lugar encuentran en la casa rodante una opción más práctica y económica.
Más allá de los números, quienes optan por este tipo de vacaciones valoran la experiencia: no hay horarios fijos ni check-in, pero sí la posibilidad de darle protagonismo al trayecto y vivir la ruta como parte esencial del viaje. Una forma distinta de viajar que, aunque todavía minoritaria en la Argentina, gana adeptos en busca de libertad y contacto directo con la naturaleza.