Cada vez más maestros y profesores llegan a su límite de resistencia. La Unesco estima que el 50% sufre agotamiento emocional. Ansiedad, insomnio, desmotivación y una sobrecarga administrativa que les resta tiempo pedagógico, son algunas de las variables de una situación de carácter global que en la Argentina actual se agravan.
El Índice Global de Estatus Docente relevó en 35 países, entre 2013 y 2018, la valoración del trabajo docente, su comparación con otras profesiones y el respeto que reciben de sus alumnos. Nuestro país se ubicó en la posición número 31 en el ranking, por debajo de la media internacional, con un puntaje de 23,6/100 en aquella última edición, entre los 5 países que menos respetan a los maestros. No es un tema nuevo; desde estas columnas nos hemos ocupado reiteradamente de esta situación que involucra no solo al sistema de valores, sino también al debilitado principio de autoridad, a la violencia que llega a las aulas, así como también a los padres de los alumnos y a toda una sociedad con claras dificultades para reconocer profundamente el valor de la educación más allá de declamarlo.
En ocasión del Día del Maestro, la ONG Argentinos por la Educación compartió los resultados de una comparación regional a partir del Cuarto Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE), llevado a cabo por la Unesco en 2019 en el nivel primario de 16 países de la región. El informe “Características y condiciones de trabajo de las y los docentes de primaria”, producido en 2023 por el Observatorio de AxE, en conjunto con la Universidad de San Andrés, aborda distintas cuestiones.
Mientras el promedio regional es de 7 mujeres por cada 10 docentes hombres, en la Argentina es de 9 por cada 10. La edad promedio local, 43 años, es casi igual a la regional mientras la antigüedad promedio en los cargos difiere levemente. Cierto es que una mayoría de los docentes argentinos están contratados solo por un turno, lo cual explicaría que un número superior al de la región trabaje en más de una escuela, ubicándonos por encima del promedio regional de 11,4%, porcentaje que supera en nuestro caso el 30%, secundando a Brasil, con el 38,6%. Tres de cada diez docentes argentinos de primaria trabajan en más de una escuela. Frente a un 88,6% de los docentes de la región que concentran su carga laboral en una sola institución, con todos los beneficios que ello representa, en nuestro país ese porcentaje baja al 69,5%.
Además, somos la nación con mayor cantidad de docentes que realizan otra tarea laboral no ligada a su profesión de base. La necesidad de complementar los magros ingresos por el trabajo en el aula con otra actividad remunerada se expresa en un porcentaje para nuestro país que casi duplica el regional: 14,4%, contra el 8,4%. También tenemos una proporción de docentes contratados como suplentes que cuadriplica el promedio regional de América Latina (16,3% versus 4,1%), otra condición de inestabilidad y desmotivación.
La situación laboral y las condiciones en que trabajan quienes tienen a cargo la tarea de enseñar no puede soslayarse por cuanto atenta gravemente contra su desempeño. La dispersión en más de una escuela, incluso en otras tareas alejadas de la docencia, está lejos de favorecer el óptimo desempeño de su insustituible labor. Si entendemos que la educación es la llave a un mejor futuro debemos trabajar para fortalecer debidamente el papel docente, no solo apostando a su mayor profesionalización sino también mejorando sus condiciones salariales para que el reconocimiento sea su premio y nuestro trampolín a las mejoras educativas que tanto necesitamos.