La casa estaba en obra cuando Caro Diotti Y Madeleine Agar comenzaron con el proyecto de paisajismo y el gran desafío fue resolver la pendiente de más 1,20 m que había entre la vivienda y la calle.
Se resolvió con la creación de dos planos mediante un tablestacado, conectados a través de una escalera.
Al ser un jardín pequeño, los sectores se definieron según las necesidades de uso
La casa se ubica atrás y el jardín principal es lo primero que aparece al entrar.
La dueña, una gran jardinera, siembra anuales de ciclo frío y cálido, como celosías, cosmos, zinias y amapolas, que aparecen mezcladas con las especies perennes que dan estructura permanente.
Para llegar a la casa debe atravesarse el jardín, que sorprende e impacta apenas se ingresa y que acompaña perfectamente la arquitectura
Se realizó el diseño para el sector de la pileta, la zona de sombra, los canteros, el lugar de descanso, la galería y el patio seco de atrás, que es todo un espacio diferente.
El canto rodado San Juan usado en el camino y en todo el sector del patio trasero (en lugar del clásico binder de dolomita) se eligió por su granulometría, resistencia y su color gris
Tiempo después de terminar la obra (arquitectura e interiorismo de Fernando Díaz Blasco y Cristina Pérez Moray) quedaba una zona de césped, pero los dueños de casa propusieron retirarlo del todo, y entonces se agrandaron los canteros y se generó un camino de piedras para acceder a la casa entre plantas.
Un jardín que abraza la casa, la atraviesa y hasta se sube al techo
Las plantas
Se usaron especies que sumaron color y definieron un estilo silvestre como: salvias, echináceas, algunos rosales de pie bajo y trepadores, beschornerias, verbenas, gauras, achileas.
Para el rincón de más sombra: floripondio, alocasia, salvia ‘Waverly’, Salvia guaranitica y helechos dryopteris.
Se sumaron jazmín paraguayo, dama de noche, acacias frisia, jacarandás y limoneros a pedido de la clienta. Entre la piedra, erigerones y stipas.