De cuerpos al límite a la radicalidad de la escucha en un ciclo de performances en el Cultural Borges

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La semana pasada se inició un atractivo ciclo de danza/peformance curado por Adriana Barenstein en el Centro Cultural Borges, aquel que el mismo Shopping Pacífico se encarga de esconder aunque ambos habiten el maravilloso edificio histórico. Hasta fin de mes, los bailarines y coreógrafos Pablo Rottemberg y Leticia Manzur, los directores y performers Fernando Rubio, Juan Coulasso y Victoria Roland se adueñan de distintas salas del lugar.

En Mi joven vida tiene un final, la propuesta de Pablo Rotemberg que abrió el ciclo, el actor/bailarín dice ser Norma Desmond, aquel personaje que inmortalizó en 1950 Gloria Swanson en la película Sunset Boulevard, que dirigió Billy Wilder. Aquella cinta fue uno de los retratos más mordaces del cine sobre la maquinaria de sueños de Hollywood convertida en una verdadera pesadilla. En el Borges, la pesadilla atraviesa varias capas.

El músico, coreógrafo, bailarín y performer encara a esa femme fatal acompañado en escena siempre por Valentín Caringella y Ezequiel Posse, que ofician de sus reflejos o las sombras de un pasado a los que necesita como maltrata. En tren de asociaciones libres y saltos históricos, verlos a los tres en acción tiene algo de aquella energía desbordada, de viento huracanado que generaba el power trío compuesto por Alejandro Urdapilleta, Batato Barea y Humberto Tortonese. En este especie de ritual de despedida, Rotemberg/Caringella/Posse generan en el espectador un efecto similar.

Mi joven vida tiene un final, de Pablo Rotemberg

En esta Norma Desmond by Rotemberg & cía anidan varias Norma. Desde la convicción de una Norma Plá, la activista que defendía los derechos de los jubilados a la potencia dramática de una Norma Aleandro cuando hizo de María Callas en Master Class, la gran cantante lírica que repasaba su turbulento pasado. También la de una Norma Pons y su desenfreno en tiempos de los espectáculos de revista; o la misma Norma de la ópera de Vincenzo Bellini que, por sentirse traicionada, siente la furia y tentación de matar a sus hijos por venganza. En este caso, todas esas posibles Norma se topan ante una realidad: las limitaciones del cuerpo con el paso del tiempo, el deterioro, aquello que ya no será.

El talentoso coreógrafo creador de obras como La Wagner o La era del cuero cuenta con dos aliados de lujo: Ezequiel Posse y Valentín Caringella. El primero, junto a su hermano, conformó el primer dúo de bailarines varones en ganar el Festival de Cosquín en la categoría pareja de baile estilizado. El segundo viene de la danza contemporánea, como bailarín y coreógrafo. La diversidad es un marca de estilo en las producciones de bailarín, pianista y coreógrafo. Las luces de Fernando Berreta, el diseño sonoro de Matías Coulasso y del mismo Rotemberg suman lo suyo a esta performance de potentes vientos huracanados y de una atrapante coreografía jugada al límite aunque, según el mismo relato, se traten de los últimos soplos de un viento que se va reformulando.

Atrapar un recuerdo

En el mismo espacio del segundo piso de la Sala Infinita se arma otro power trío en otra alianza. Esta vez entre Juan Coulasso y Victoria Roland y un texto del Juan José Saer El texto en cuestión se llama La mayor, publicado en 1974, y la propuesta lleva por título La mayor [recital Saer]. Si en la anterior, las sillas para público están ubicadas de espalda a los ventanales que dan el esplendoroso edificio del Centro Naval, en La mayor están ubicadas en semicírculo, delante de una de las ventanas en donde hay solamente dos micrófonos de pie iluminados. Pocas veces son ocupados por las performers.

La imagen de ese espacio deja en claro que, en esta oportunidad, el cuerpo en movimiento de Rottemberg le sede el protagonismo a la palabra, a la escucha de esas voces que se desplazan en el espacio. La mayor apuesta a cierto distanciamiento que está al servicio de dejarse llevar por ese relato preciosista, lúdico y exacerbante que, escalón por escalón, intenta desesperadamente retener un recuerdo mínimo como si fuera otro rito de despedida.

La mayor [recital Saer]

Quienes operan esta lectura performática son Victoria Roland (coautor y directora junto a Coulasso) y la diseñadora de sonido, cantante, pianista y performer Guillermina Etkin. A ellas, por momento se les suma Azul Faini, encarga del diseño sonoro y de ejecutar el bajo mientras los performers van habitando otros espacios del gran salón. Todo está puesto en la voz, en la palabra, en una lectura performática en la que la sonoridad del texto, la misma música del relato y sus constantes disparadores son las columnas vertebrales de esta propuesta. A lo largo de la propuesta deambulan por la sala. Por momentos, hay que buscarlas con la vista en medio de un preciso diseño de luces a cargo de Matías Sendón, que va creando climas lumínicos que acompañan las derivas del relato.

En sus redes sociales, Coulasso, el creador de obras como Cinthia interminable y Carne y hueso, manifestó su pasión por la producción del escritor argentino fallecido en 2005. “Uno no elige a Saer, simplemente en un momento uno se encuentra dentro de su mundo y desea quedarse ahí, palpitando, respirando fascinado, vibrando alrededor de él”, apuntó. Es lo que intenta en La mayor en ese relato escrito en primera persona de todo neutral, casi distante, de un personaje que deambula, describe, enumera recuerdos, detalles que parecen menores de sucesos que también parecen menores (y apasionantes).

La propuesta tienen momento mágicos. Roland y Etkin asumen el desafío con una sincronicidad, un manejo de lo lúdico y una entrega absolutamente notable, preciosista, ajustado. Lo que sí puede suceder es que, a lo largo de los minutos, se haga complejo para el escucha sostener el nivel de concentración que requiere el mismo texto de Saer en medio de esta desafiante propuesta a cargo de creadores que van por todo y sin concesión alguna.

Para agendar

Mi joven vida tiene un final, dramaturgia y dirección de Pablo Rotemberg. Jueves y domingos de noviembre, a las 20.

La mayor [recital Saer], idea y dirección de Juan Coulasso y Victoria Roland. Viernes y sábados de noviembre, a las 20.

Sala: Centro Cultural Borges (Viamonte 525). Entrada gratuita.

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