La primera pregunta parece frívola: ¿Qué te pusiste hoy? La segunda, no tanto: ¿Por qué elegiste este outfit? Una cámara a lo alto enfoca a la celebrity acostada en un sofá. A pocos metros, la bisnieta de Sigmund Freud inicia una entrevista íntima donde los famosos se desnudan a través del prisma de la ropa. El futbolista Eric Cantona revela el porqué de su conjunto deportivo amarillo chillón; la modelo Kate Moss explica qué la llevó a lucir un vestido corto total black; y el diseñador Rick Owens habla de sus botas con plataforma y tachas, entre otros tantos que sucumben en el diván de la diseñadora inglesa.
Antes de eso suena el timbre, Freud se levanta, abre la puerta de su living y dice. “Hola, entrá, bienvenido a Fashion Neurosis. Las reglas del juego están planteadas: revelarán frente a cámara, y por primera vez, deseos ocultos, obsesiones, miedos de la infancia, etc. ¿La ropa? Una excusa. Será un tête-à-tête entre dos miembros de the happy few, un puñado de gente creativa vinculada al arte, la moda, el cine, la literatura, el deporte, la música, el periodismo, la fotografía, etc. El rito empezó en octubre pasado, cuando Freud lanzó su podcast semanal por Spotify y Youtube , revolucionando el mundo de las redes, las pasarelas y las tendencias.
«Fashion Neurosis es el acontecimiento de moda más importante del año porque hay pocas cosas en ese ámbito que ahora nos llamen la atención. Uno tiene la sensación de espiar una ceremonia secreta. Es inédito porque el abordaje que hace es brillante: las preguntas son precisas, Bella es lista y perceptiva. No se ríe de nadie, empatiza con todos», destaca en una entrevista con LA NACION la fashion writer Victoria Lescano, directora de la revista digital Sucesos de Moda.
Como si fuera un fantasma
Freud posa en un living de luces tenues en su propia casa, al oeste de Londres. El estilo es andrógino, lánguido; el pelo negro lacio, muy poco make up y un lunar a lo Naomi Campell sobre el labio superior. A veces tiene un look Annie Hall, otras lleva buzos deportivos de su marca con inscripciones del tipo Ginsberg is God, aludiendo al poeta de la generación Beat. Mira de reojo los papeles sobre su falda, se acomoda el pelo, gesticula suavemente con sus manos, y lanza preguntas descarnadas sin jamás interrumpir. Todo fluye.
Las figuras se conocen entre ellas de décadas atrás porque compartieron pasarelas, casamientos, publicidades, sesiones de fotos, etc. Todo sucede alrededor de una mesa ratona repleta de libros. Al fondo se ve una pared color cian con un desnudo del pintor Francis Bacon y una fotografía de Bella adolescente junto a su padre, el célebre retratista alemán Lucian Freud. Él y Bacon tuvieron una turbulenta amistad y una curiosidad insaciable por experimentar que marcó a la diseñadora.
Hasta el momento hay disponibles 40 episodios, de entre 45 y 60 minutos cada uno. Durante el mes de agosto habrá una pausa en las emisiones que retomarán en septiembre de este año. Diferente de otros podcasts sobre el tema es que, además de hacer hablar a los famosos, Bella vierte interesantes conceptos personales sobre los procesos creativos y sobre su intensa vida. Por eso también puede ser visto como una crónica de época; una historia de la moda, desde casi mediados del siglo XX hasta la actualidad.
Su primer invitado es el californiano Owens: él revela los complejos con sus tetillas de chico y cómo logró transformarse en un Adonis gracias al gimnasio. Ella cuenta que “en mi infancia, cuando vivía en Marrakesh, detestaba que mamá, que era hippie, me vistiera de hippie. Quería ser como cualquier chica de mi edad». Coinciden en que lucir un traje sastre es tener puesto un uniforme, una coraza que da seguridad. “Además, cuando aparecen arrugas las líneas de la ropa deben ser rectas para contrarrestar ese efecto messy, o confuso», dice él. En otro episodio, el músico Nick Cave, del grupo Nick Cave and the Bad Seeds, admite haber sido durante 20 años adicto a la heroína. “Todos los días ando de traje y corbata. Siento que así puedo balancear el caos de la vida”, señala.
Accedieron a zambullirse en el diván fashionista el escritor Karl Ove Knausgaard, las actrices Courteney Cox, Julian Moore y Cate Blanchett y Gwendoline Christie, la performer Marina Abramovic, los fotógrafos Juergen Teller y Nick Knight, los músicos Haim, Lorde, Daphne Guiness, Bobby Gillespie y Courtney Love, y los diseñadores Alessandro Michele, Christian Loboutin y Stefano Pilati, entre tantos otros miembros de una nueva aristocracia de la moda y del arte.
Según la socióloga de la moda de la U.B.A, Valeria Tuozzo, “Fashion Neurosis es disruptivo, los personajes no son mainstream. Por ejemplo: Susie Cave es lo distinto a todo, con su marca de indumentaria The Vampires Wife y Beth Ditto también, es la cantante que defiende la diversidad sexual. Se corren todos los ejes temáticos tradicionales y Bella, sin ser contestataria, es portadora de legitimidad y conocimiento”.
¿Quién es la excéntrica bisnieta de Freud?
Isobel Lucia Freud nació en Londres en 1961. Está divorciada del escritor James Fox, y tiene un hijo, Jimmy. Es hija de la escritora Bernardine Coverley. Recuerda su ajetreada infancia junto a su irreverente padre para quien posó varias veces. Destaca sus trajes de franela gris de Huntsman, de Saville Row, las camisas hechas a mano y los pantalones de chef salpicados de pintura. El artista tuvo 40 hijos con diferentes mujeres, 14 fueron reconocidos. Bella y su hermana Esther, también escritora, fueron las primeras en nacer.
Descienden de Sigmund Freud: Mathilde, Martin, Oliver, Ernst, Sophie, y Anna. Bella pertenece a la rama de Ernst, el arquitecto. Cuando le preguntan a Bella por su bisabuelo repite que desconoce el contenido de sus libros, aunque dice ser lectora de los “comics” que lo parodian. Si bien en ninguno de las charlas lo nombra, lanzó una exitosa línea de suéteres con el logo Psicoanálisis y presentó una fragancia llamada igual.
Después de vivir en Marrakech, y más tarde en Roma con un príncipe italiano 35 años más grande, volvió definitivamente a Londres donde se unió al movimiento punk, convirtiéndose en una it girl. Ingresó a la Academia de Moda y fue asistente de la icónica diseñadora Vivienne Westwood, impulsora de esa estética.
“Bella me parece fabulosa. Tuvo una vida nómade y muy compleja. Me llamaba la atención como diseñadora desde que empezó, en los 90. Es interesante que trabajó con Westwood, porque moda y rock, moda y arte se conjugan”, asegura Lescano, autora de Prêt-à-rocker: moda y rock en la Argentina, Planeta, 2010, entre otros libros que publicó.
La diseñadora tiene su propia boutique en Londres. Comercializa desde velas hasta artículos del hogar con el logo de la maca; el rostro de su perro, Pluto, dibujado por su padre. Lanza las colecciones de ropa a través de cortos artísticos que produce ella misma. Uno de esos spots fue dirigido por el actor John Malkovich. Alexa Chung, Tilda Swington y Kate Moss, entre otros famosos, son fans de sus colecciones.
“Siento que con el atuendo adecuado podés llegar lejos: te libera. Puede ser una armadura, pero también algo sutil que permite que la gente vea una parte de vos que escondes en tu interior; les das un pequeño atisbo a través de lo que llevas puesto”, señala en la revista de diseño OnAnother, en una de las pocas entrevistas que realizó.
Si te gusta una persona y está mal vestida, ¿te molesta, o hace que deje de gustarte?
Con preguntas que van al hueso, Bella guía lúdicamente a sus invitados. Hay tres cuestiones que se repiten: ¿Qué te pusiste hoy y por qué? ¿Qué recuerdo tenés de alguna prenda en particular que de chico te haya marcado? Si te gusta una persona y está mal vestida, ¿te molesta, o hace que deje de gustarte?
Lescano, asegura que “al hablar de las “queridas prendas” surgen cosas muy interesantes que nos permiten explorar un sentimiento profundo en un momento particular de nuestra historia”. Tuozzo agrega que “con Bella aparece la palabra que pensábamos que había perdido valor. El pensamiento no está puesto en el cuerpo, sino en la psiquis. Hay un enfoque cenital de las caras mientras hablan, hay ruptura de la visión de la moda expuesta en un desfile, antes vertical, ahora horizontal”.
De diferentes ámbitos pero con perfiles muy interesantes, las celebrities que pasaron por su sofá, han dejado varias perlitas:
Cantona, famoso por haber lanzado una patada en un partido contra la multitud, está harto de ver a la gente con colores oscuros. “El amarillo de mi jogging es pop, es positivo, es budista. Me lo diseñó un amigo fotógrafo”, advierte. La prenda de su infancia que más recuerda es un jean Benetton. Lo deseaba tanto que le cosió la marca en el exterior del bolsillo para que todo el mundo la notara. “Ahora, si a algo se le ve la, marca no lo compro”, explica.
Cate Blanchet viste un blazer de tweed en tonos claros y un pañuelo azul al cuello porque es la ropa con la que subió al tren a la mañana, explica. De chica pasaba horas dentro del ropero de su madre, oliendo las prendas; tenían un perfume especial. “¡Mamá no sólo me confeccionaba el uniforme del colegio, sino también las bombachas!”, confiesa
Knausgaard, el intelectual noruego, siempre está de negro, aunque intentó ser una figura post punk. Hablan con Bella del poder de los padres, la influencia que tienen en nuestras vidas y cómo él fue marcado por el alcoholismo de su papá. Respecto a la ropa dice que “la actitud es clave para ser cool“, y admite que si una chica le gusta, pero tiene el estilo preppy (el de las colegialas con polleras cortas y soquetes blancos), sale corriendo.
Kate Moss, de mini y zapatos Westowood, habla con vos ronca y mueve sus largas piernas sobre el sofá. Le confiesa a Bella que eligió esa ropa especialmente para complacerla. “Me gustaba un chico que usaba botas cowboy, pero me parecían espantosas y corté con él. Lo mismo pasa cuando estás en la playa y tenés un amor de verano, pero después a esa persona la ves caminando por Londres y te parece horrible”, afirma.
Daphne Guiness, de la multimillonaria familia de las cervezas, tiene mechones de pelo teñidos de rojo, negro y blanco, y atados con un clip. Coloca su propia almohada encima del sofá. “Siempre cargo un bolso porque llevo muchas cosas, entre ellas una almohada, en caso de que quiera dormir una siesta en algún lado”, cuenta. El hábito surgió de chica, cuando viajaba con su familia y tenía la impresión de haberse olvidado algo.
Nick Cave: después de una vida de excesos, se cuida, camina hasta un lago y nada en aguas heladas. “Si alguien se viste mal va a tener que hacer el doble esfuerzo conmigo. No me gustan las botas cortas hasta el tobillo porque creo que te acortan las piernas”, dice, al tiempo que aclara que no le gustaría sonar “fascista”.
Christian Loboutin: el francés solo se cambió la remera antes de ir. El célebre diseñador de calzado tiene puesto sus zapatos favoritos, con “diseño de payaso”. Su madre era muy estricta y le reprimía su look. “Ella tenía una obsesión con las medias, me obligaba a usarlas, pero me las quitaba antes de entrar al colegio”, recuerda. Detesta los zapatos de mujer que muestran los dedos, “es algo feo, es como los hombres que usan slip y se les marca todo. Se ve demasiado, no es estético”, sentencia.
Más allá de su podcast, Freud “escucha”, a través de la ropa cuando va todas las mañanas en tren a su boutique. Dice: “Intento que mis ojos escuchen. La ropa habla por sí sola. Trae lo de adentro hacia afuera”, inaugurando así un nuevo modo de conectarnos con el otro en una era donde todo parece efímero, tan solo una sucesión de imágenes.