De la nada a 11.000 hectáreas: la historia de un agrónomo que fundó una potencia agroindustrial en Santiago del Estero

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Claudio Enrique Mazás (68) es un ingeniero agrónomo que construyó una importante empresa agroindustrial de cero. Inicialmente formó parte del staff de una inmobiliaria rural, luego -por la gran crisis económica del 2001- creó una sociedad para siembras en campos arrendados en Córdoba, tras lo cual migraron hacia la región de Quimilí, en el este de Santiago del Estero, donde hoy desarrollan planteos agrícolas en 11.000 hectáreas entre propias de la sociedad y alquiladas.

También montaron una planta de clasificación de semillas de soja, en la cual procesan la mitad de la producción de los campos, para ofrecer las variedades más adaptadas a la zona. Dan trabajo a 24 personas y agregan valor a la soja y al trigo.

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Trayectoria

La historia comenzó hace mucho tiempo. “Me recibí de ingeniero agrónomo en 1981 y era difícil desarrollar la profesión en aquella época sin tener un campo familiar. Inicialmente trabajé en una inmobiliaria rural, que con los continuos viajes me abrió el panorama de las zonas productivas de todo el país, no solo de la pampa húmeda, Luego, en 2002, me asocié con Javier Tomasín, para hacer siembras en campos de terceros en Laboulaye y en otras localidades del sur de Córdoba”, recuerda Mazás, uno de los dos propietarios de Maytom Agroinversiones SA.

Javier Tomasín y Claudio Mazás; de entrada buscaron suscribir acuerdos de arrendamiento a largo plazo con los propietarios de los campos y generar una relación de confianza cuidando los suelos

Durante 10 años sembraron campos arrendados hasta que los productores maniseros los desplazaron por la mayor rentabilidad de cultivo. Fue así que decidieron emigrar hacia el este de Santiago del Estero, particularmente hacia la localidad de Quimilí. Allí hay muy buenos suelos agrícolas con poco uso luego del desmonte, que permiten desarrollar modelos con expectativa de altos rendimientos.

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“La zona se transformó de ganadera en agrícola con siembra directa y gracias al desarrollo de nuevos cultivares de soja adaptados a la zona. Con el tiempo, se estabilizaron los rindes, gracias al desarrollo de tecnologías como Intacta y Enlist, que permiten un control de lepidópteros con muchas menores pulverizaciones que en el pasado”, rememora Mazás.

La sociedad comenzó con el desarrollo de una agricultura conservacionista en rotación con maíz, que permite hacer un aporte importante al mantenimiento de la fertilidad de los suelos. “Al principio, incluir el cereal en la rotación era difícil porque los materiales no tenían resistencia al cogollero. Pero, con el correr de los años, comenzaron a aparecer híbridos de mejor comportamiento como los que incluían la tecnología Viptera, que permitieron alcanzar rendimientos satisfactorios”, destaca.

Durante 10 años sembraron campos arrendados hasta que los productores maniseros los desplazaron por la mayor rentabilidad de cultivo. Fue así que decidieron emigrar hacia el este de Santiago del Estero, particularmente hacia la localidad de Quimilí

De entrada buscaron suscribir acuerdos de arrendamiento a largo plazo con los propietarios de los campos y generar una relación de confianza cuidando los suelos.

“La rotación más común es soja-maíz y se respeta porque repetir dos veces un mismo cultivo no es agronómicamente posible. La producción de la oleaginosa tenía algunas dificultades iniciales por cultivares no adaptados a la zona, pero nos contactamos con el semillero Don Mario y lograron nuevas variedades de ciclos más cortos y mayor potencial, que permitieron aumentar los rindes hasta 40 quintales por hectárea. Esta evolución cambió las posibilidades productivas de la zona”, resalta Mazás.

Con el desarrollo de la agricultura en la zona, también se difundieron los servicios de provisión de insumos y de almacenamiento de la producción, y aparecieron los contratistas de labores.

Actualmente, el plan de siembras de la sociedad está formado por 45% de la superficie con soja, 45% con maíz y 10% de algodón

“Actualmente hay muchos oferentes de servicio de siembra, control selectivo de malezas y cosecha con máquinas modernas; vienen a la zona buscando grandes productores que les permiten hacer, por ejemplo, 3000 hectáreas en un solo campo, en vez de tener que trabajar en muchas fracciones chicas de la región pampeana”, justifica.

Con el correr de los años, también empezaron con algodón en siembra directa, que es un cultivo interesante para una pequeña superficie, lo mismo que el garbanzo y el trigo para un buen control de malezas. “El algodón permite la siembra directa; se cosecha en bruto y el material se traslada a una desmotadora cercana, que separa la fibra de la semilla. Luego de la cosecha, el rastrojo se debe destruir para prevenir enfermedades, para lo cual se muele, para dejar la superficie pareja y preparada para sembrar el maíz subsiguiente”, ilustra.

Del total de la producción de soja, aproximadamente la mitad se orienta a la producción de semilla, que es la principal actividad comercial “tranqueras afuera”

Habitualmente el algodón es más rentable que el cultivo de maíz y de soja, aunque requiere más inversión y un tiempo de espera hasta que se vende la fibra. El precio varía según la calidad, que se determina con la longitud y grosor de la fibra, el color y otras características.

Actualmente, el plan de siembras de la sociedad está formado por 45% de la superficie con soja, 45% con maíz y 10% de algodón. Las labores de implantación y protección de los lotes agrícolas se hacen con equipo contratado desde la siembra hasta la cosecha y solo tienen una estructura de administración y organización de toda la actividad.

Expansión

Con el paso del tiempo, la sociedad se fue desarrollando económicamente y, aparte de la siembra en tierras arrendadas, empezó con la adquisición de campos por desarrollar. Hoy cultivan 11.000 hectáreas agrícolas en total en la empresa, de las cuales casi la mitad son propias.

Mazás dice que “la limitante para producir en la zona no es el capital o las personas, sino el conocimiento, porque hay que desarrollar sistemas distintos de los de la región pampeana”. Por ejemplo, al haber temperaturas más altas, los tiempos agrícolas se aceleran y, si aparece una plaga en un lote, no se puede esperar una semana; hay que controlarla de inmediato teniendo todo preparado.

Diversificación

Del total de la producción de soja, aproximadamente la mitad se orienta a la producción de semilla, que es la principal actividad comercial “tranqueras afuera”. Se desarrolla con otra sociedad -All Seeds Argentina SA- con la intervención de un tercero, Juan Pablo Bevilaqua. Es decir, esta sociedad se dedica la clasificación, acondicionamiento y conservación de semillas mediante una planta específica.

“Desde que nos posicionamos en el norte, comenzamos a ser multiplicador de semillas del grupo Don Mario aprovechando que en la región había muy pocos campos dedicados a eso; buscamos agregar valor a la producción primaria produciendo semilla de soja de calidad”, recuerda Mazás.

El proceso se inicia con la siembra de semilla original, que se cultiva para lograr una semilla identificada, que luego llega a la planta, donde se limpia, clasifica con distintas máquinas y se mantiene en cámara de frío para conservar la calidad. Este emprendimiento exigió instalar oficinas de venta, depósitos y logística para dar el mejor servicio.

“Esta agroindustria permite la venta convencional de bolsas y el ofrecimiento de un servicio especial al productor, que puede comprar la semilla con tiempo, se la guardamos en cámara de frio y luego se la acercamos al campo en big bag de manera de que se conserve toda su calidad y genere un nacimiento uniforme”, destaca Claudio.

“Además ofrecemos el servicio de tratamiento profesional de curado e inoculación de la semilla con productos biológicos. También podemos dar servicio a productores que hacen el uso propio y cosechan semilla que se procesa en la planta y entra en la cadena legal teniendo un producto de calidad muy distinta a la que se puede producir en el campo guardando el material en un silobolsa”, añade.

La comercialización se concreta en un punto de venta de la planta de clasificación de semilla, en el cual también ofrecen inoculantes y productos biológicos para los cultivos, además de semilla de sorgo, de maíz, soja y trigo. “All Seeds Argentina SA es una empresa relativamente nueva, creada para la venta de semilla de soja, como multiplicadores y comercializadores de las variedades del grupo Don Mario, Stine y otras”, afirma Mazás. Los cultivares multiplicados son producto de la biotecnología y algunos se comercializan únicamente bajo el sistema de Sembrá Evolución, por el cual el agricultor previamente tiene que firmar una licencia en la que acepta el reconocimiento de la propiedad intelectual del producto.

“Si tiene la licencia firmada, después puede acceder a comprar las bolsas y disponer de la mejor tecnología en semillas de soja y trigo. Si guarda semilla de un año a otro para uso propio, paga hectáreas tecnológicas al semillero para poder usarla”, explica Mazás.

“Generalmente, los compradores de semilla son grupos de siembra importantes que nos prefieren por estar en la zona y tener la variedad que necesitan, aunque también vendemos un 20-30% al exterior, principalmente en Uruguay y Paraguay”, distingue el empresario.

La sociedad cuenta con asesores externos contables, financieros y de estrategias de comercialización de granos. Por ejemplo “con la consultora AZ-Group participamos del grupo Quimilí, que permite actualizarnos en las decisiones de venta con una reunión mensual y consultas cuando son necesarios.

Por otro lado, un asesor financiero le muestra a los clientes las líneas de financiamiento bancarias, de SGR o de tarjetas, para aprovechar las mejores alternativas para la compra con pago posdatado”, describe.

A modo de síntesis, Mazás dice: “En Santiago del Estero somos la firma más grande de multiplicación de semilla de soja y nuestras principales fortalezas son la calidad del servicio al productor y la cámara de frío, que se combina con el servicio de entrega en el momento de la siembra; en la zona lo normal es empezar a sembrar a finales de diciembre-enero, meses de muy alta temperatura que afectan el poder germinativo y la calidad de la semilla si no estuviesen almacenadas a bajas temperaturas”.

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