La inteligencia artificial ya no es una promesa lejana de futuro: es una herramienta que rápidamente se volvió cotidiana en el mundo laboral. Así lo demuestran los resultados del relevamiento “Decime que usás IA sin decirme que usás IA”, realizado por IDEA este año y donde participaron cerca de 400 profesionales que trabajan en empresas medianas y grandes en la Argentina.
El 88% confirmó que usa la IA en su trabajo y cuatro de cada 10 que lo hacen a diario. La mayoría lo utiliza para tareas concretas como redacción de textos, investigación, generación de contenidos para redes, análisis de datos o automatización de procesos. Pero lo llamativo es que su adopción crece más allá de que exista una estrategia corporativa clara que la impulse.
Según los datos, solo un tercio de quienes usan IA recibió capacitación formal de su empresa. Es más: el 59% señaló que se está formando “por su cuenta”, ya sea de forma autodidacta (46%) o en instituciones educativas (13%). El cambio tecnológico ya está ocurriendo y está emergiendo de abajo hacia arriba en términos de aplicación en el mundo laboral.
Por eso, el desafío que enfrentan hoy las organizaciones no es solamente acompañar este cambio, sino impulsarlo con decisión, generando entornos de trabajo y aprendizaje que habiliten el uso de IA, pero también que lo orienten con criterios técnicos, éticos y humanos. Se trata de brindar herramientas, formación y contexto para aprovechar todo el potencial que esta tecnología ofrece, sin dejar librado el proceso a la improvisación.
En la última edición de nuestro evento Experiencia IDEA Management, el decano ejecutivo de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella, Darío Judzik, reveló algunos de los nuevos desafíos que ya están surgiendo por la adopción de la IA en el mundo del trabajo.
“El mecánico no cobra por ajustar un tornillo, sino por saber cuál tornillo hay que ajustar”, planteó Judzik. ¿Qué tiene que ver esto con la inteligencia artificial? La IA es eficaz con el conocimiento explícito, estructurado, fácil de volcar en bases de datos. Pero aún tiene dificultades para incorporar el conocimiento tácito: la experiencia acumulada, la intuición, el saber que se transmite en la práctica y que da lugar a la creatividad y al criterio profesional.
Nos anticipó el riesgo de que una dependencia excesiva de estas herramientas termine en una “atrofia cognitiva”: que vayamos perdiendo habilidades esenciales como la memoria, la toma de decisiones o, incluso, las relaciones interpersonales.
Durante ese mismo evento, Santiago Siri compartió una mirada provocadora y necesaria. “La amenaza no es la IA. La amenaza es que tu competencia la use mejor que vos”, advirtió. La IA ya no es patrimonio del área de sistemas o del universo tech. Es transversal a todas las áreas de la empresa: legales, finanzas, marketing, ventas o diseño. Ya no se trata de preguntarnos si vamos a usar IA, sino de reconocer que ya la estamos usando y decidir cómo, para qué y con qué límites.
El estudio de IDEA nos permitió asomarnos a un futuro en el que la mayoría de los profesionales anticipa cambios en su trabajo como consecuencia del uso de la inteligencia artificial. Según los datos analizados por nuestro equipo de Relevamientos, el 100% cree que su trabajo y su rol van a cambiar en los próximos tres años y el 50% espera que esos cambios sean significativos.
En ese sentido, como destacó Siri, la IA es una herramienta para potenciar el talento, no para reemplazarlo. “La IA no nos quita humanidad: libera tiempo y energía para que podamos concentrarnos en lo más valioso”, sostuvo. Y planteó un horizonte donde la IA puede convertirse en un motor de equidad, productividad y desarrollo, si sabemos usarla con inteligencia estratégica y visión colectiva.
Este nuevo mundo donde la inteligencia artificial atraviesa todo el espacio laboral nos obliga a nuevos paradigmas, no solo técnicos sino también culturales. La IA puede simplificar y democratizar el trabajo, pero para que eso suceda, las empresas y sus líderes necesitan formar a sus equipos, crear marcos de uso responsables y fomentar una mentalidad de aprendizaje continuo. La IA ya está en el trabajo. Lo que falta ahora es liderazgo para convertirla en ventaja.
La autora es politóloga. Directora Ejecutiva de IDEA