Decenas de miles de personas han comenzado a concentrarse en las calles de Tel Aviv para exigir al primer ministro, Benjamin Netanyahu, que suspenda inmediatamente sus planes para ocupar la ciudad de Gaza en una operación que podría desembocar en la muerte de los rehenes que todavía quedan con vida en manos de las milicias palestinas.
La concentración ha estado marcada por intervenciones como las de la rehén liberada Sharon Aloni-Cunio, quien ha acusado al gabinete israelí, con Netanyahu a la cabeza, de haberse convertido en el «instigador de una guerra eterna que está empujando a todos a un horrible desastre».
«Ya ni siquiera fingen que están haciendo esto por los secuestrados. Declaran abiertamente que están dispuestos a sacrificarlos», ha denunciado Aloni-Cunio cuyo marido, David Cunio, sigue en cautividad.
Poco antes del comienzo de la concentración, Einav Zangauker, cuyo hijo Matan está secuestrado en Gaza, llamó a la población israelí a comenzar una huelga general después de que el gabinete «haya decidido el destino de los rehenes: los vivos, asesinados; los muertos, desaparecidos para siempre».
Todavía no hay cifras oficiales de asistencia pero el canal 12 de la televisión israelí habla de al menos 60.000 personas concentrada en la «Plaza de los Secuestrados».
El plan impulsado por Netanyahu acabó saliendo adelante a pesar del rechazo del jefe del Ejército de Israel, el general Eyal Zamir quien, durante la reunión previa a la aprobación de la expansión de la ofensiva, avisó al primer ministro de que, ahora mismo, las fuerzas israelíes no están capacitadas para llevar a cabo una operación de tal envergadura y en modo alguno podría garantizar que semejante ofensiva facilitara el rescate de los rehenes.
Fuentes del Gobierno israelí han comentado que la decisión podría ser cancelada en el caso de que Hamás acepte un acuerdo de cese de hostilidades con Israel, pero el movimiento islamista palestino ya ha avanzado que las condiciones planteadas por Netanyahu, comenzando por el desarme de la organización y su salida de las instituciones de gobierno de Gaza, son absolutamente inviables.
A ello hay que añadir que la entrada del Ejército en la ciudad de Gaza representaría un nuevo episodio de la catástrofe absoluta que atraviesa la población palestina del enclave.
Ahora mismo, según los cálculos israelíes, hay entre 800.000 y un millón de palestinos en la localidad, que primero recibirían un ultimátum de evacuación para abandonar el lugar en un plazo de dos meses, coincidiendo con el aniversario del comienzo de la ofensiva israelí en respuesta a al ataque perpetrado por las milicias palestinas contra su territorio.