En medio del período de Semana Santa que atraviesan los países con mayoría de fe católica y cristiana, arqueólogos israelíes, en colaboración con otras nacionalidades, dieron a conocer el significado de diferentes bocetos hallados en la cima del monte Sion, en Jerusalén. Según la creencia religiosa, Jesús de Nazaret y sus discípulos tuvieron allí la Última Cena. Este sitio es conocido como el Cenáculo y, para judíos y musulmanes, allí descansan los restos del rey David.
Actualmente, esta sala atrae a miles de feligreses que se acercan para venerar cada rincón que aparentemente se vincula con lo divino o que guarda una estrecha relación con las escrituras de cada religión. Lo cierto es que existen dos versiones sobre la construcción de este monumento: una indica que fue en 1187, de la mano de los cruzados, bajo el gobierno de Saladino; la otra, que fue en 1229, durante la conquista de la ciudad por parte de Federico II, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
Sea cual fuere la fecha de origen del Cenáculo, distintos arqueólogos de todo el mundo se reunieron para investigar de cerca las inscripciones que yacen en las paredes de la sala. El estudio se publicó hace una semana en la revista Liber Annuus, donde se detallaron algunos de los significados.
La Academia Austríaca de Ciencias (ÖAW) y la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA) fueron las dos entidades que reunieron a los distintos científicos participantes del proyecto, que dejó a más de uno atónito por lo que descubrieron.
Gracias a técnicas avanzadas y al uso de herramientas de lectura digital — como la fotografía multiespectral y la imagen por transformación de reflectancia (RTI, por sus siglas en inglés), un método fotográfico que captura la forma y el color para revelar información de la superficie que sería invisible a simple vista —, los expertos lograron descifrar algunas de las inscripciones, escudos de armas y dibujos que hasta ahora habían permanecido ocultos en los muros del sitio sagrado.
Entre las inscripciones se halló una, en árabe, en el extremo superior, que dice: “… ya al-Ḥalabīya”. Esto hace referencia a una mujer cristiana de origen sirio, proveniente de Alepo. Se especula que, para ese entonces, también participaban mujeres en las peregrinaciones, a diferencia de lo que se creía originalmente, cuando se pensaba que solo los hombres lo hacían.
Estos bocetos, símbolos y representaciones están vinculados con distintas religiones. Al parecer, cada peregrino que llegaba a este lugar sagrado — y que poseía cierto poder o prestigio — dejaba allí una marca personal. Se cree que estas figuras datan de la Edad Media y resumen diversas experiencias personales.
Para los austríacos, este monumento tiene gran relevancia, ya que hasta allí llegó, en 1436, la familia de Tristram von Teuffenbach, acompañando al archiduque Federico de Habsburgo, quien más tarde se convertiría en el rey del Sacro Imperio Romano Germánico. Para esa ocasión también se movilizaron 100 nobles.
Además, las paredes del Cenáculo revelaron otros hechos llamativos, como la presencia del nombre del famoso viajero Johannes Poloner de Ratisbona, lo cual confirma su peregrinación a Jerusalén entre 1421 y 1422. Incluso, entre los dibujos realizados con carbonilla, uno de los más destacados es el de la familia patricia Rümlingen, originaria de la ciudad suiza de Berna.
Ilya Berkovich, autor del artículo y miembro del equipo de investigación por parte de la ÖAW, remarcó la importancia de los pasajes grabados en la piedra, que codifican y confirman el paso de distintas culturas por el Cenáculo, rindiendo culto según sus creencias. “Todos estos grafitis permiten observar con una nueva perspectiva la diversidad geográfica y la complejidad de las peregrinaciones medievales a Jerusalén, rompiendo con el enfoque exclusivamente occidental que ha dominado los estudios hasta la fecha”, explicó.