Lizabeth Yandel y su novio abandonaron Los Ángeles en 2023. Eligieron como su nuevo hogar un pueblo remoto en Oregon, donde pudieran ahorrar. Dos años después, con una hija recién nacida, contaron que la diferencia en el costo de vida entre ambos lugares es significativa: “Realmente estábamos sobreviviendo en California”.
Por qué se fueron de Los Ángeles a Oregon
Lizabeth reveló en una entrevista con Business Insider que hasta 2022 ella y su pareja vivían en un departamento en Los Ángeles. Como los dos eran cineastas, sentían que ese era el mejor lugar para estar y trabajar en la industria que amaban. Sin embargo, algo en la ecuación no les terminaba de cerrar.
No eran pobres, pero no tenían dinero y apenas alcanzaban a cubrir los gastos básicos. “Adorábamos nuestro departamento de Koreatown, pero entre el aumento del alquiler, la gasolina, los servicios públicos y las facturas de comestibles, realmente estábamos sobreviviendo”, contó Yandel.
Fue entonces cuando, después de la pandemia, decidieron cambiar de rumbo. No tenían hijos, pero planeaban agrandar su familia en el futuro y para ello tenían que alcanzar una situación económica más sólida.
Gracias a que podían continuar sus trabajos de forma remota, ambos pusieron en marcha el plan: cargaron su camioneta con sus pertenencias y en julio de 2023 se mudaron a un pueblo de Oregon. Allí encontraron lo que buscaban: un costo de vida asequible. “Vivir aquí es definitivamente más barato”, reconoció.
Las ventajas que encontraron al vivir en un pueblo en Oregon
Yandel explicó que había vivido antes en Oregon y que sabía que era más económico. “Estaba segura de que nuestros dólares podrían rendir más, especialmente en una ciudad más pequeña y remota”, explicó.
Aunque el alquiler fue un poco más alto de lo que esperaban, sus costos generales bajaron. El acceso a frutas y verduras frescas de producción local, por ejemplo, marcó una gran diferencia. “Nuestros alimentos son más asequibles ahora”, detalló.
La vivienda no fue tanto más barata que en Los Ángeles, pero tienen mucho más espacio al aire libre, lo cual resulta ideal para su perra.
Sus actividades recreativas también cambiaron. Ya no tienen acceso constante a eventos, conciertos o exhibiciones, pero el esparcimiento en su pueblo es más barato. “Salir a tomar algo nos cuesta mucho menos que en Los Ángeles”, remarcó. De todos modos, reconoció que la oferta cultural es menor en Oregon.
Esa falta de opciones, dijo, las compensan con las salidas y paseos en entornos naturales. “El ocio al aire libre aquí en el noroeste del Pacífico es abundante, en su mayoría gratuito, y casi no requiere desplazamientos”, destacó.
Vivir en Oregon: cuáles son las desventajas que encontraron
Si bien la joven reconoció estar “encantada” con su nueva vida, no está exenta de problemas. Uno de ellos es el acceso a servicios básicos. Según dijo, “tardamos meses en instalar internet de fibra”, explicó Yandel. Durante ese tiempo, tuvieron que recurrir a un costoso punto de acceso móvil de alta potencia para trabajar.
Otro contratiempo inesperado fue la recolección de basura. “Es significativamente más caro de lo que era en Los Ángeles”, comentó. Esto se debe a que la empresa local debía recorrer una mayor distancia para llegar hasta su casa, lo que encareció el servicio.
“Nos cuesta US$70 al mes”, detalló. A eso se sumó una incomodidad extra: como el camión no podía acceder a su camino, deben arrastrar el contenedor unos 180 metros cada semana.
El nacimiento de su hija confirmó su cambio de vida
La llegada de su primera hija, nacida en enero, reafirmó su decisión de vivir en un pequeño pueblo. “Pasearla por las tranquilas calles de nuestro encantador pueblito es una experiencia que atesoraremos para siempre”, dijo Yandel.
Ahora disfrutan de criarla en un ambiente más relajado, rodeados de naturaleza y sin el ritmo acelerado de una gran ciudad.
Pese a los desafíos, ambos lograron mantenerse conectados con la industria cinematográfica. “Nos sentimos afortunados de poder ganarnos la vida como cineastas sin vivir en Los Ángeles”, expresó.
Aunque a veces extrañan el bullicio, el cine, las tiendas y la variedad de opciones que ofrecía la ciudad, Yandel no se arrepiente de haberse mudado. “Si tuviera que tomar la decisión de mudarme de nuevo, lo haría”, aseguró.
“Nuestra nueva vida nos salvó en más de un sentido: dinero, estrés y horas perdidas en el tráfico”, describió la mujer. Hoy ya no se despiertan con la alarma del teléfono. “Ahora nos despierta el gallo de nuestro vecindario”, concluyó.