Del teatro a ser jefa de las reclusas de En el barro, la nueva serie ambientada en el universo de El marginal

admin

“Es una cosa maravillosa esto que me está pasando. Pensá que yo arranqué con un par de escenas, lo que se llama un bolo. Y me fui quedando”, dice Ana Garibaldi, una de las protagonistas de En el barro, la nueva serie de Netflix derivada del universo de El marginal, que a partir de este jueves 14 está disponible en la plataforma. Desde aquel bolo, algo así como una participación por un día en una ficción televisiva -al que llegó gracias a su trabajo en teatro- a ser la “nave insignia para entrar desde El marginal al mundo de En el barro”, como la calificó en su entrevista con LA NACION Sebastián Ortega, el creador de la ficción, pasaron casi diez años. Un tiempo que, para la actriz, se mide literalmente en una vida, la de su hija que pronto cumplirá nueve años y nació entre la primera y la segunda temporada de la exitosa serie de Underground.

El recorrido de Garibaldi, reconocida intérprete teatral a la que el productor Pablo Culell convocó para trabajar en el programa después de ver su trabajo en la obra Tercer cuerpo, de Claudio Tolcachir, podría narrarse en su propia serie. En la historia de Ana Garibaldi todo empezaría con sus proyectos teatrales junto al Daniel Veronese (Los hijos se han dormido; El desarrollo de la civilización venidera; Los padres terribles) que la condujeron a aquellas primeras escenas grabadas en la cárcel de Caseros transformada en set de televisión y luego pasarían las imágenes de su cara en los afiches que empapelan la ciudad hace unos días en la publicidad callejera del programa. También podrían mostrarla como Gladys, la despiadada esposa y brazo ejecutor de Borges (Claudio Rissi) en la serie original, ahora convertida en una reclusa en camino a la cárcel de La quebrada que, de un momento a otro y sin buscarlo, se vuelve heroína y protectora de sus compañeras de destino.

Garibaldi en el primer episodio de En el barro

-Una de las cosas que llama la atención en los primeros episodios de En el barro es el despliegue en las escenas de acción, en las que vos estás en el centro. Sos una estrella de acción.

-A mis 55 años, me volví eso (risas).

-¿Cómo te preparaste para todas esas secuencias, especialmente las que transcurren en el lago en el primer episodio?

-No me preparé. No soy una persona deportista, pero por suerte me encanta nadar; esa parte la disfruté un montón.

-En general, los actores suelen decir que grabar secuencias acuáticas es horrible.

-Es que es horrible, yo las jodía a mis compañeras todo el tiempo con eso. Las bardeaba para que se metieran más en el agua, aunque no era necesario. A mí me encantó hacer eso. Fue cansador, sí. Pero más me preocupaban las secuencias de peleas. Actuar la parte emocional no me generaba tanto rollo pero cuando grabábamos peleas físicas ya era otra cosa. Tenés que ensayar y cumplir una coreografía para no lastimar al otro y para que no te lastimen. O sea, yo no soy una persona que tenga ese entrenamiento.

La experiencia con “Locomotora” (Oliveras)

-Y entonces tener que tener semejantes peleas y que se vea bien en cámara, debe haber sido complicado.

-Sí, pero si cumplís con la coreografía según el equipo de efectos, que es maravilloso, todo sale bien y es verdad. A veces te filman con celulares para que vos veas, como queda. Porque en tu falta de experiencia en ese sentido, no te das cuenta del todo. Y después de cinco meses y pico grabando el cansancio se acumula, tenés menos concentración y todo ese grupo de expertos te trae de vuelta: “Ana, acordate de que tenés un colchón atrás. Ana, no te vayas a tirar ahora que no está el colchón”. Son muy profesionales. Yo sabía que no me iba a pasar nada y de hecho no me pasó nada. Eso es lo que más me preocupaba en las peleas, porque tengo 55 años, tengo una hija. En una escena me tenía que pegar la Locomotora (Oliveras) y yo justamente estaba tranquila porque era ella que la tenía clarísima.

Garibaldi y Cecilia Rossetto en la nueva serie de Netflix

-Esos momentos son muy importantes también para que el espectador empiece a verla como una Gladys distinta de la que conocían como la mujer y socia de Borges en El marginal.

-Claro, ella manejaba droga, estaba acostumbrada a estar rodeada de gente oscura en situaciones complicadas, pero acá está en otro lugar. Acá entra en la cárcel y tiene que subsistir. Se ve su vulnerabilidad. La verdad es que son más de 10 de años con el personaje y está bueno que aparezcan otras aristas de ella que trata de no mostrar sus habilidades, de resguardarse porque no sabe con quién se encontrará en el encierro. Y hay aspectos de ella que ya no van, como su coquetería, por ejemplo. En esta temporada no uso nada de maquillaje. Los productores me plantearon si me animaba a aparecer en pantalla a cara lavada y le dije que cuanto más ojeras mostraran, mejor. Además no les costaba mucho encontrarlas (risas). Era un desafío que para mí estaba bueno, me parecía que tenía más sentido eso que volver a aparecer con la Gladys más armadita. Además, me iba de la grabación directo a mi casa, era maravilloso. No me tuvieron que convencer.

Valentina Zenere y Ana Garibaldi, en una escena de En el barro

-Esta vez grabaron en un estudio pero para El marginal muchas veces utilizaron la cárcel de Caseros como escenario. ¿Cómo era trabajar ahí?

-Era muy intenso. En principio te recibía un policía real y te indicaba que caminaras por un pasillo hasta llegar a donde estaba la producción. Y cuando llegabas sentías que te habías salvado de algo. Es un lugar oscuro que además tiene un pasado relacionado también con la dictadura. Pero también es cierto que en un momento se vuelve un set. Y ahora con los decorados que hizo el equipo de arte comandado por la genial Julia Freid algo de esa sensación, de esa energía regresa aunque después se te pasa y se vuelve tu lugar de trabajo. Nos tirábamos en las camas a descansar, a tomar mate.

-No parecen muy cómodas esas camas del penal La quebrada.

-No lo son, pero al final del día, cuando estás muy cansado, toda cama es buena (risas).

“¿Me van a matar?»

-¿Alguna vez en todos estos años te imaginaste este crecimiento para tu personaje?

-Y no. Cuando vas como un invitado, sobre todo en un proyecto que ya se está rodando hace tiempo, te sumás deseando que te reciban bien, como quien va a un cumpleaños esperando que haya algo rico. Si te toca un compañero que no te hace sentir bien, es un garrón. En este caso, a mí de entrada me pasó lo contrario: tuve un compañero, Claudio Rissi, que me hizo sentir bienvenida, lo mismo Nico Furtado y el equipo técnico. Armé dupla con Silvana Sosto, que hace de mi amiga, íbamos a todas partes juntas como dos gallinas y ahora seguimos hablando por teléfono aunque no estemos grabando. Como experiencia fue fantástica, pero en su momento pensé: “listo, está acá llegó”. Sin embargo, en las temporada cuatro y cinco de El marginal tenía cada vez más escenas y Pablo (Culell) me decía que se venía algo más para el personaje. Yo le preguntaba: “¿Me van a matar?” y él me aseguraba que no. Pero yo estaba convencida: “Bueno, me matan, listo. Se muere Gladys, el otro, Borges, queda mal, viudo en la cárcel. Y Culell sonreía y seguía insistiendo con que no me iban a matar. Ellos ya estaban perfilando para este lado.

En el barro, la serie que continúa el universo El marginal

-¿Le preguntaste algo más? ¿No te daba curiosidad?

-No, no pregunté nada, había terminado de grabar y para mí había cerrado una linda experiencia que estuvo buenísima y terminó. Y después apareció esto.

-Y como en la ficción vos ahora sos la que conoce el universo carcelario y el resto del elenco recién empieza a meterse ahí.

-Gladys mató gente, vendió merca, sabe cómo agarrar un par de jabones, meterlos en una toalla y reventar cabezas. Los otras vienen de lugares de delincuencia pero distintos. Ella es una capanga.

-Como Ana en el set de En el barro.

-No, no estuve muy capanga. Cero, las chicas del elenco me jodían en el chat que tenemos me pusieron “la jefa”. Pero al haber empezado como un bolo y ahora estar acá, me pongo en el lugar del que viene por el día. Tenés que hacerlo sentir bien. Porque de verdad, para mí las minas que están ahí en la cárcel como extras, hacen un esfuerzo, están colaborando con la continuidad, haciendo un laburo bárbaro. Hay que respetar y hacer sentir bien a esa gente, porque sabés cómo es estar de ese lado, porque estuviste ahí.

Deja un comentario

Next Post

Así fue como la CBP incautó un contrabando millonario que iba a Nueva York: lo detectaron en pleno paso fronterizo legal

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) confiscó un conjunto de productos de diseño en un puerto en Nueva York. A través de un estudio, identificaron que la mercancía no era auténtica. Cómo fue la incautación de la mercancía El hecho […]
Así fue como la CBP incautó un contrabando millonario que iba a Nueva York: lo detectaron en pleno paso fronterizo legal

NOTICIAS RELACIONADAS

error: Content is protected !!