Egipto nuevamente volvió a ser noticia dentro del campo científico luego de que un grupo de arqueólogos hallara en las inmediaciones del río Nilo -en la ciudad de Asuán-, una roca tallada con un diseño extravagante y desconocido hasta la época. Según informaron los expertos, se trataría de la representación del primer faraón de Egipto, mucho antes que Narmer.
Las maravillas que esconde este país sobre la antigüedad y el imperio que alguna vez controló esas tierras hace más de 3000 años, poco a poco salen a la luz gracias al esfuerzo incansable de los profesionales. Como sucedió hace días cuando retiraron del fondo del mar de Alejandría los restos del faro, una de las construcciones icónicas de los egipcios que había quedado bajo el agua.
Ahora, dese la revista Antiquity, dieron a conocer una placa tallada con el diseño de un barco que navega por el Nilo, en dirección hacia el norte y a contracorriente. La imagen tallada muestra en la cubierta a un hombre esbelto y con firmeza, mientras que detrás de él los sirvientes reman. Además, sobresale una estructura palaciega con otro individuo sentado, lo que indicaría que aquella persona sería de una alta jerarquía.
Esta figura recuerda a un palanquín ceremonial, pero se trataría de algo referencial a un faraón, según los análisis preliminares de los arqueólogos. El arte rupestre se talló hace 5000 años y cuenta con la representación de cinco hombres, del cual uno de ellos es alguien de poder. Esta escena se graficó antes del ascenso al poder de Narmer, el primer faraón del Antiguo Egipto.
Para los estudiosos, este fragmento rupestre sugiere mucho más. Habla de un sujeto por encima del resto en un contexto en el que el territorio no se había unificado. Además, al navío se le dio preponderancia y un tamaño superfluo al resto, para dejar en claro el valor importante que este objeto de transporte tuvo durante ese entonces. En los períodos Predinástico y Protodinástico se consideró el promotor del orden y la conexión con los otros pueblos.
Para conocer el origen de este tallado, los arqueólogos hicieron comparaciones con otros diseños y concluyeron que se creó en la transición de la era Protodinástica y la Dinástica Temprana, cuando la nación iba camino a conformarse bajo un gobierno centralizado en una sola persona.
El individuo sentado dentro de la estructura palaciega llamó la atención de los expertos por el mentón alargado y la sugerente barba postiza. Estos detalles lo asociaban a un rango más alto que el de los mortales. Los científicos explicaron que no se trataría de Narmer, sino otro sujeto contemporáneo que se simbolizó en una región donde todavía no se había centralizado el poder de gobierno.
A partir de estas interpretaciones, se abrieron varias hipótesis al respecto, entre ellas algunas que vincularían a ese extraño ser con un líder regional, el primer faraón verdadero o un dirigente empeñado en organizar la nación egipcia.
Esta imagen representa un momento histórico en el proceso de consolidación del Estado egipcio, que demandó varios siglos y enfrentó a diferentes pueblos que poseían líderes, culturas e iconografías propias. Podría ser el preludio de lo que más tarde se concebiría como el reino.
Por último, los arqueólogos señalaron que esta figura tallada funcionó como una propaganda de poder, la cual servía para anunciar al resto de los habitantes sobre la existencia de un ser superior. Fue puesta en un sitio específico para ser vista a lo lejos y dejar en claro la identidad y estructura de organización social de la región. Esta fue una manera primitiva de legitimar su dominio hasta que desarrollaron otras técnicas más consistentes, como la escritura jeroglífica, las tumbas monumentales o los sellos oficiales de cada faraón.