A 10 años de la masiva e histórica marcha Ni Una Menos que dio origen al movimiento, bajo la consigna “Unir las luchas es la tarea”, la movilización se realizó un día después de la fecha original (3 de junio) para coincidir con la marcha de los jubilados que se hace todos los miércoles.
Los pañuelos violetas o los verdes, en alusión a la campaña por el aborto legal, se mezclaron con los pins que identificaban a aquellos que protestaban por el conflicto en el Hospital Garrahan, con carteles por la emergencia en discapacidad, contra el “ajuste” en el Conicet, por más fondos para las universidades o para el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Todos esos reclamos confluyeron en las afueras del Congreso, mientras en el recinto también la oposición avanzaba con un temario incómodo para la administración de Javier Milei.
Evangelina Oleszuk llevaba el mismo cartel de tela blanca en el que se leía #NiUnaMenos que su hija alzó hace 10 años frente al Congreso. En su brazo llevaba colgada, además, una muleta. “Vengo por mis tres hijos, por el futuro. Por mi hijo que tiene esquizofrenia, por mis hijas y por mi que sufrí un hecho de inseguridad seguido de abuso. No puede seguir avanzando esta inseguridad”, indicó.
“Yo trabajo y puedo pagar los medicamentos de mi hijo cuando se lo recortan, pero hay gente que no. Puedo caminar y puedo venir a reclamar, pero hay gente que no puede, vengo por ellos también”, agregó.
Los demandas también se cruzaron en el discurso que se leyó desde el escenario cerca de las 17.30 cuando confluyó la mayor cantidad de manifestantes y plantearon 10 reclamos colectivos: “contra las violencias patriarcales, fascistas y racistas; el FMI y la deuda que se paga con nuestros cuerpos y territorios; la represión y el ajuste a los jubilados; el hambre y la guerra contra los trabajadores; la criminalización y la persecución política; el desmantelamiento de la salud pública y de los derechos reproductivos; el desmantelamiento de la educación pública y el sistema científico nacional; el ajuste en la cultura; el negacionismo y la apología de la dictadura y la internacional fascistas, denunciando el genocidio contra el pueblo palestino”.
El Congreso estuvo completamente vallado y el tránsito cortado desde Cerrito. Frente al palacio legislativo se ubicaron desde temprano las banderas políticas: el MST, PST, el Polo Obrero y el Movimiento Independiente de Justicia y Dignidad (Mijd). También la agrupación Pan y Rosas. Por Avenida Hipólito Yrigoyen estaba Barrios de Pie. También había banderas de la CTA y personas identificadas con las pecheras verdes de ATE. Participaron también las agrupaciones feministas de La Cámpora y el radicalismo.
Se escucharon algunos clásicos “Señor, señora, no sea indiferente que matan a las pibas en la cara de la gente”, que entonó una columna feminista que lleva una bandera verde que decía: “Vivas, libres y desendeudadas nos queremos”.
Hasta el 31 de mayo pasado, se contabilizaron 109 víctimas de femicidios, según datos de la Casa del Encuentro. En la Argentina, el 40% de las mujeres son asesinadas por una pareja o expareja, mientras que esto es así en el 2% de asesinatos de varones.
Los reclamos
“Está bueno multiplicar la lucha. Me parece que está bueno haber cambiado la fecha y sentirnos acompañadas en muchas luchas. En grupo se sale y también de esto vamos a estar mejor”, dijo a LA NACIÓN Carolina Collado de una organización que se dedica a acompañar a mujeres en situación de violencia de género a través de un abordaje integral. El año pasado, asistieron a más de 400.
Agustina Giorgio, que fue a la marcha con dos amigas, opinó: “Abarco un poco de todo, soy hija de un médico que toda la vida trabajo en salud pública. Tengo un hijo autista, todo lo relacionado a discapacidad lo vivo en primera persona. Creo también que todos los derechos de las mujeres tienen que ir para adelante, no para atrás. Y si hay algo que es tremendo es lo que está pasando con el Garrahan. En la época de la pandemia los médicos eran nuestros dioses, los aplaudiamos todos los días y ahora cobran miserias. Vos podés ordenar el Estado, pero otra cosa es sacar lo que funciona bien. Considero que hay ciertos lugares en donde el Estado no puede correrse”.
“Estoy muy feliz de ver tanta juventud porque nos quieren convencer de que la juventud está perdidq y los seres humanos nunca están perdidos totalmente. Es como la marea, puede retirarse pero deja mucho y estos actos contribuyen a decir acá estamos, venceremos, cuando uno esta del lado del sol, de la vereda del sol. La crueldad no dura mucho, hay que pasarlo y hacen mucho daño, pero nosotros sí que vemos la luz en el futuro”, dijo a LA NACION Nelly Minyersky, de 97 años. En una de sus manos llevaba el bastón y en la otra el pañuelo verde que identifica a la campaña para la legalización del aborto.