En el paraje El Moro, cerca de Henderson, en el centro-oeste de la provincia de Buenos Aires, Marcelo Thomas filmó con su celular una postal que ya no sorprende en la zona, pero que duele igual: tractores con cubiertas especiales remolcando ganado y maquinaria a través de caminos intransitables, mientras el agua estancada rodea los campos.
“Así andamos en mi pueblo por la falta de obras del río Salado, por la falta de mantenimiento de los canales provinciales y por toda la desidia política. Tenemos el maíz por levantar y no podemos mover hacienda normalmente”, denunció el productor en su cuenta de X (exTwitter).
La situación, marcada por el anegamiento y la imposibilidad de ingresar o salir con normalidad de los establecimientos agropecuarios, se arrastra desde hace meses y se agrava con la llegada del invierno.
“Hay dos grandes canales que atraviesan todo el partido, El Moro y La Estrella, que confluyen en el arroyo Vallimanca y después en el río Salado. La cuestión es que los canales no están mantenidos, tienen árboles, eucaliptos, ha crecido de todo adentro, y eso va trabando el escurrimiento del agua. Las alcantarillas también están colapsadas, inclusive se ha juntado tanta agua que ha arrancado algunas”, explicó Thomas a LA NACION.
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La acumulación de agua, la falta de evaporación por las bajas temperaturas y la vegetación escasa hacen que el panorama sea cada vez más complejo. Pero los problemas no terminan ahí. “El estado de los caminos rurales es también deplorable. Para entrar y sacar un toro tuvimos que usar un tractor con ocho ruedas. No se puede circular con una camioneta normal. Nosotros tenemos una 4×4 con cubiertas de tractor, porque si no, no entrás. Los últimos cuatro kilómetros son un desastre”, lamentó.
El establecimiento familiar se llama El Rosario, tiene 200 hectáreas y se dedica a la ganadería y agricultura. También tienen otro campo, El Recuerdo, a cuatro kilómetros, donde la situación es aún más grave. “El Recuerdo tiene loma, media loma y bajo. La parte baja, que es la más productiva, está toda anegada. Teníamos maíz y todo el lote está bajo agua. En El Rosario también tenemos 80 hectáreas de maíz que no se van a poder levantar por mucho tiempo”, detalló el productor.
La pérdida no es solo en rinde, sino también en calidad. “Lo que se logre cosechar va a estar en malas condiciones: brotado, húmedo, de mala calidad. Tengo mucha impotencia. Hace mucho tiempo que venimos así. Yo elegí no dedicarme de lleno a la producción agropecuaria porque de chico vi sufrir a mis padres en los ‘90. Siempre hay problemas: si no es la inundación, es la sequía, el granizo, las heladas. Ahora se rompe todo: camiones, tractores, camionetas. No se puede producir”, agregó.
Thomas no ocultó su frustración. “Estamos un poco acostumbrados, pero ya ni lidiamos. Esta carga la venimos llevando hace años. Las entidades rurales intentaron visibilizar la problemática, pero quizás no logramos llegar a quienes deben tomar decisiones. El campo es un gran motor de la economía del país», remarcó.
Y concluyó con una reflexión que duele: “Muchos jóvenes nos fuimos de los pueblos porque no tenemos futuro. Soy un fiel reflejo de eso. En Buenos Aires, la política ha visto al campo solo como una fuente de recaudación. Nunca hicieron caminos, ni obras de infraestructura. Siempre lo mismo”.
La visión de Thomas es compartida por Pablo Ginestet, secretario de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap) y también productor en Henderson.
“La realidad en el centro-oeste de la provincia sigue siendo muy complicada. Todo lo que es Henderson, Bolívar, Carlos Casares y 9 de Julio está muy afectado. Si bien las lluvias recientes no fueron extremas como lo fue estos días pasado en el norte bonaerense, la situación ya venía siendo muy compleja desde marzo por las inundaciones”, dijo.
Ginestet explicó que aún hay muchos caminos rurales intransitables y que las labores de cosecha están muy demoradas. “Queda entre un 40% y un 50% de la soja sin cosechar, más el maíz. Este clima dificulta todo. Y ahora, con días más cortos, también se reduce la ventana de trabajo diario”, indicó.
Sobre la posibilidad de soluciones, Ginestet fue cauto: “Lamentablemente, en infraestructura se ha hecho poco y tampoco hay muchas perspectivas, porque son obras que demandan tiempo. Y ahora, con la situación del agua, es aún más difícil. Se espera que en los próximos días se reúna la comisión de emergencia agropecuaria provincial para tratar los partidos más afectados. Algunos ya hicieron sus presentaciones y se espera que haya novedades de ayuda para los productores”.