Después de jubilarse, crearon una posada exitosa y un nuevo proyecto de vida para su matrimonio

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Cuando apenas habían pasado los 50, Celestino Martínez y su mujer, Liliana Etze, hicieron un largo viaje por San Juan. Sus tres hijas ya eran mayores y el tiempo de disfrutar había llegado.

Durante dos semanas recorrieron la provincia. Manejaron por diferentes rincones de esa tierra con ánimo de aventureros y quedaron maravillados.

El acceso principal de Posta Celestino en el pueblo de Barreal

Antes de emprender el regreso a Buenos Aires, hicieron un alto en Barreal, un pueblo ubicado en el sudoeste de la provincia. Algo se agitó en sus corazones, un sentimiento de pertenencia a una tierra que apenas conocían.

Hacia un tiempo que Celestino y Liliana venían dándole vueltas a un pensamiento. Juntos se preguntaban con frecuencia cómo sería la vida después de la jubilación. Corría el año 2008 y a Celestino le faltaban diez años para el retiro.

En la mente organizada de un ingeniero mecánico como él, el tiempo era suficiente para soñar, planificar y ponerse manos a la obra.

El tranquilo pueblo cordillerano de Barreal resultó ser un refugio ideal para la pareja

Ambos coincidían en dos cosas: por un lado, tenían que encontrar un proyecto para esa etapa; por el otro, estaban determinados a abandonar la gran ciudad, donde habían vivido los últimos años.

A la edad en que muchos matrimonios entran en una crisis sin retorno, ellos doblaron la apuesta. Su tiempo de esfuerzos familiares dedicado a la crianza había terminado, ahora empezaba una nueva etapa. Barreal era justo lo que necesitaban.

El gran parque y la piscina para disfrutar de los días de calor sanjuanino

Un pueblo para una vida nueva

Durante los 1.270 kilómetros que los separaban de Buenos Aires, imaginaron decenas de posibilidades. A medida que la ruta avanzaba, las charlas fluían desordenadas y la ilusión les desbordaba el cuerpo. Fueron anotando ideas. Una vez en casa, reunieron a sus tres hijas en una cena familiar y les contaron su proyecto.

“Ellas se entusiasmaron más que nosotros y nos alentaron. Así tomamos la decisión que es lo más difícil, más allá del dinero, que obviamente, siempre hace falta”, recuerda Celestino.

Ambientadas con un tono rústico y mucho espacio disponible, las habitaciones invitan al relax total.

Él tenía 55 años y un empleo con una posición interesante en la empresa, por eso quería seguir hasta el final, para conseguir una jubilación respetable. Sabía que podía seguir en la empresa luego de los 65, pero también sabía que no quería ir más al centro de la ciudad, a la locura. No quería vivir el estrés diario y las presiones que conllevan las posiciones de responsabilidad en una compañía. Ansiaba otra cosa para el resto de su vida.

Mudarse a Barreal ya era una aventura, pero un cambio de geografía no era suficiente. Entonces, encontraron en la hotelería la actividad que los iba a mantener “vivos, con ganas de hacer cosas, activos”.

Liliana es la encargada del desayuno diario que llega a la mesa con delicias de la cocina casera.

“Descubrimos que en Barreal había un atractivo turístico para argentinos y extranjeros y nos lanzamos. No sabíamos nada del tema, pero teníamos algunas premisas claras que venían de la experiencia como viajeros, teníamos claro lo que nos gustaba y lo que no. Cuatro o cinco cosas que para nosotros debían estar presentes sí o sí. El resto lo podíamos aprender en el camino”, recuerda Celestino varios años más tarde.

Un sueño, un proyecto

Comenzaron entonces las escapadas de fin de semana a San Juan. Durante esos viajes relámpago buscaron un terreno adecuado. “En Barreal es difícil comprar tierra, los predios se heredan de generación en generación, en general no tienen papeles y es difícil escriturarlos”, cuenta. Al final, lo encontraron.

Celestino Martínez y Liliana Etze en la galería de Posta Celestino, Barreal

Gracias al empuje de su mujer se animaron a comprar cuatro lotes; apenas tenían para dos, pero un amigo les prestó la diferencia. Al poco tiempo devolvieron el dinero y, con lo que fueron ahorrando, iniciaron el proyecto.

La construcción les llevó siete años de idas y vueltas, de juntar peso sobre peso, de viajar a Barreal una y otra vez.

“Al día siguiente que cumplí los 65 años presenté los papeles para iniciar la jubilación, ya había vendido mi casa y tenía todo listo para partir. La empresa me pidió que trabajara unos meses más y acepté por gratitud hasta que ellos se ordenaron”, relata Celestino.

Finalmente, la pareja partió a su nuevo destino. Todavía les quedaba un año más de obra. El tiempo pasó volando y en 2019 abrieron las puertas de la posada–Posta Celestino– un complejo de seis amplios y cómodos cuartos que se abren a un gran jardín central con piscina.

El sitio tiene el atractivo extra que le imprimen sus anfitriones, siempre presentes para una charla agradable. Celestino es el encargado de las buenas recomendaciones para conocer los alrededores. Liliana recibe a los huéspedes con las delicias caseras de la cocina propia. Y, si bien llevar adelante un complejo así tiene sus desafíos, se los ve felices.

El carrovelismo es una de las actividades que se practica en los alrededores de Barreal, a pura adrenalina.

Barreal es un pueblo encantador. Situado sobre la margen derecha del Río de los Patos y rodeado de la cordillera, es un verdadero oasis. En los alrededores se puede visitar el Parque Nacional El Leoncito con su impresionante observatorio astronómico, que invita a espiar por las noches el universo. Es, además, un sitio para la aventura. En las cercanías se práctica carrovelismo, rafting y hay varios circuitos de trekking; el más famoso lleva hasta el arroyo Turquesa.

Los hijos

La historia no podía escribirse mejor. Al poco tiempo de instalados, dos de sus hijas se mudaron a Barreal. Llegaron con sus familias y se sumaron al proyecto.

Durante siete años construyeron la posada y prepararon el gran proyecto para sus años de retiro, lejos de la gran ciudad

Una de las parejas se hizo cargo de la cocina y así sumaron la posibilidad de cenar en el establecimiento. También ofrecen almuerzos eventuales, siempre con reserva. El otro yerno es la mano derecha en el manteamiento de la propiedad. Los nietos andan cerca, siempre cerca, integrados a la comunidad.

El viento, que aquí es rey y señor, a veces le juega una mala pasada a Liliana, pero sus protestas se diluyen cuando Celestino la mira con esos ojos tranquilos y amorosos. Ella es toda energía, él pura calma. Juntos moldearon un sueño. Así, en el momento que otros abandonan las ilusiones, ellos crearon un motivo poderoso para seguir juntos y apasionados por un proyecto común.

POSTA CELESTINO

Esteban Echeverría s/nº esquina Los Enamorados.

T: (264)460-6864

www.postacelestino.com.ar

IG @postacelestino

Las amplias habitaciones se abren a un jardín de césped perfecto con piscina. Por dentro, los muebles de madera evocan el espíritu del campo y están dispuesta para dos, tres o cuatro huéspedes. El restó propio se maneja con reserva previa (almuerzo y cena) y platos del día que prepara el chef del lugar, también parte de la familia.

La habitación doble con desayuno, hasta fin de diciembre, $175.000.

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