Día del Lector. Una edición ilustrada de “El Aleph” y nuevos títulos en la babélica biblioteca borgeana

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En ocasión del Día del Lector, que se conmemora el 24 de agosto por el nacimiento de Jorge Luis Borges, autoridades de la Secretaría de Cultura de la Nación, la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip) y la Fundación Internacional Borges confluirán este domingo en un evento especial en el Salón de Honor del Palacio Libertad, para presentar una edición de El Aleph ilustrada por Marina Bendersky. Este año se celebra el 80° aniversario de la primera publicación del célebre cuento borgeano ambientado en una casa con sótano en Constitución.

En el 80° aniversario de la publicación de

La edición, de diez miel ejemplares y hecha en conjunto por las tres instituciones, será distribuida en las bibliotecas populares de todo el país y no puede ser comercializada. Integrantes de la Compañía La Arena sorprenderán a los visitantes del Palacio Libertad, con ejemplares de la edición ilustrada de El Aleph. La ilustradora fue propuesta por la Fundación Borges.

Obras de Bendersky en el interior de

Del acto -que no es abierto al público sino con invitación- participarán la actriz Leonor Benedetto y el actor Arturo Puig, que interpretarán fragmentos de la obra de Borges acompañados por el pianista Pablo Citarella; la presidenta de la Fundación Borges, María Victoria Kodama; el presidente de la Conabip (director según el nuevo organigrama de Cultura), Raúl Escandar, y el secretario de Cultura de la Nación, Leonardo Cifelli.

Novedades en la babélica biblioteca sobre Borges

La biblioteca de libros vinculados con Borges aumenta año a año. En el 126° aniversario de su nacimiento, se publicaron los apuntes de las clases de literatura inglesa y norteamericana que el autor de Ficciones dio en la Universidad Católica de Mar del Plata en 1966, un ensayo sobre los romances de Borges con Estela Canto, María Esther Vázquez y María Kodama, entre otras, y los aportes de un jurista rosarino para acercar la literatura borgeana a los lectores reticentes. Próximamente, llegará a librerías la esperada biografía de Borges escrita por el investigador Lucas Adur.

Nuevos libros en el universo borgeano

En Curso de Literatura inglesa y norteamericana. Universidad de Mar del Plata, 1966 (Sudamericana, $ 41.799), al cuidado de la profesora e investigadora del Conicet Mariela Blanco y con notas de Germán Álvarez, codirector con Laura Rosato del Centro de Estudios Borgeanos, se agrupan las “bolillas” del programa que Borges dio a un grupo de estudiantes en el edificio del colegio Santa Cecilia, donde funcionaba la universidad, entre abril y septiembre de 1966.

Borges llegaba en tren a La Feliz. Las clases se interrumpieron abruptamente en septiembre; una de las hipótesis es que el decano de la universidad recibía quejas de personas que no veían con buenos ojos que el profesor no fuera católico; otra, un accidente, y otra, cierto hartazgo de Borges que llegó a dar once de las catorce clases previstas.

“Pude editar estas clases en libro gracias a la generosidad de las estudiantes que asistieron al curso -dice Blanco a LA NACION-. Una de ellas, Celia Pérez Mathiasen, conservó las desgrabaciones que hizo este grupo de alumnos, entre las que se contaba mi mamá, Graciela Mazzanti. Una vez que tuve este material ‘en crudo’, los becarios de mi grupo me ayudaron mucho a pasar y corregir erratas de las copias. Luego, me dediqué a editar el material tomando en cuenta la investigación que venimos realizando desde hace ya más de diez años sobre la oralidad de Borges. Mi objetivo era reconstruir esa oralidad, jugando con la puntuación y con la sintaxis, siempre respetando la versión sobre la que trabajaba. También resultó fundamental la colaboración con Germán Álvarez, de la Biblioteca Nacional, quien si bien se ocupó de las notas, tuvo la generosidad de compartir y discutir conmigo las decisiones más importantes sobre la edición. Como última etapa, quiero destacar también el trabajo de edición de Sudamericana, en el que intervino un gran equipo de trabajo, bajo la supervisión de Gabriela Vigo, a quien aprovecho para recordar con mucho afecto”.

Blanco destaca que el libro, que reproduce las clases que Borges dio (o planeaba dar) sobre autores como Chaucer, Shakespeare, Swift, Dickens, Stevenson, Chesterton, Poe y Hawthorne, si bien contiene notas “que permiten reponer muchos datos e ilustrar aspectos de la enorme enciclopedia de Borges”, está pensado para un público amplio.

“De hecho, este libro descubre a un Borges que genera un ambiente de intimidad y complicidad con sus estudiantes, en tanto se permite compartir anécdotas y lecturas muy personales -señala-. Además, me parece que deja en evidencia que Borges se tomada muy en serio su tarea como profesor ya que desplegaba un amplio repertorio de estrategias didácticas para mantener cautivo a su auditorio. Su oralidad nos está mostrando a un Borges fascinante, que una vez que logró vencer sus iniciales miedos a hablar en público en 1949, se convirtió en un experto expositor en voz alta”.

Patricio Zunini, Roberto Vázquez Ferreyra  y Mariela Blanco, tras las huellas de Borges

En Borges enamorado (Galerna, $ 25.500), el escritor Patricio Zunini aborda los amores de Borges, en especial, aquellos que lo motivaron a escribir cuentos (como el ahora octogenario “El Aleph”, dedicado a Estela Canto), poemas y ensayos. Además, de Canto, aparecen Concepción Guerrero, la chilena María Luisa Bombal, la uruguaya Ema Risso Platero, María Esther Vázquez, Elsa Astete y María Kodama.

“Hay tres libros que son fundamentales para entender a Borges por fuera del relato que Borges armó de sí mismo -dice Zunini-. Borges a contraluz, de Canto, donde Borges aparece en una dimensión extraña, asociada a la sexualidad y a la relación con su madre, Leonor de Acevedo; El factor Borges, de Alan Pauls y Nicolás Helft, donde se lo ve como a un escritor estratega, y el Diario de Adolfo Bioy Casares, donde Borges es otra figura. Con esos libros como marco, pensé que podía tomar las ‘verdades’ que decía Borges con cierta desconfianza y ponerlas a prueba con los libros y biografías que escribieron las mujeres sobre él”.

En opinión del autor, Borges estaba “enamorado del amor literario más del amor”. “Para él las mujeres fueron un motor narrativo, como todo -afirma-. Esa pregunta sobre la literatura o la vida que muchos escritores enfrentaron, para Borges no tiene sentido, porque para él no hay otra cosa que no sea literatura. Él sabía que sus enamoramientos eran una suerte de fase narrativa. Borges tuvo en esas relaciones puntos de encuentro con su propia obra. A todas les dedicó un poema, un ensayo o un cuento, a la manera de una clausura de esa relación. La única que no cumple con ese esquema es María Kodama, a quien le dedicó cuatro libros”.

“Para mí fue muy triste escribir los capítulos sobre Elsa Astete”, admite Zunini. “Esa relación fue, como él dijo en una entrevista, un error. Se habían conocido de jóvenes, habían sido novios y volvieron a encontrarse. Fue la relación más difícil de narrar porque no hay un punto de ternura, fue una guerra que comenzó en la noche de bodas, cuando él, en vez de irse al hotel Dorá con la esposa, se va a dormir solo a su cuarto y Leonor, la madre de Borges, la acompaña a ella al colectivo. Eran dos soledades que nunca terminaron de encontrarse. Se dice que ella terminó sacándole mucho dinero y que él la menospreciaba, tildándola de ignorante y cleptómana. Duró poquísimo y terminó de una manera espantosa”.

“Hay una frase que le escribe en una de las postales que le manda a Canto que es reveladora: ‘Vos vas a ser la Beatriz que me saque del infierno de la soledad’. Ahí hay una clave para entender lo que pensaba sobre el amor: Borges mantenía el amor en una dimensión intelectual, por eso es tan importante lo narrado del amor. Me resultó muy llamativa como todas los biógrafas de Borges hacen una construcción interesada de Borges. Canto se olvida de muchas cosas y dice que él le resultaba simpático: con alguien simpático no te vas a casar. Vázquez también; su biografía es una de las mejores, pero ella se olvida de que le había dicho a Borges que se iban a casar. Y él mismo las subvalora, como todos cuando hacemos nuestra biografía amorosa. Siento que él es más estratega, cuando intenta que la persona se solape con el escritor que quiere ser. Cuando habla de amor, Borges lo hace desde un lugar que le es útil para la narración de su vida”.

Desde el comienzo de Leamos a Borges. Aportes de un jurista rosarino para acercarse la a la lectura de Jorge Luis Borges (Hammurabi, $ 46.000), su autor, el doctor en Ciencias Jurídicas Roberto A. Vázquez Ferreyra, aclara que el libro está exclusivamente destinado a aquellos que “por un motivo u otro” no leyeron a Borges e incluso le temen. En su libro, el primero que no trata cuestiones jurídicas, el autor cuenta su propio acercamiento a Borges.

“Soy un apasionado lector y comprador compulsivo de libros -dice Vázquez Ferreyra a LA NACION-. Santiago Kovadloff vino a Rosario a recitar poemas, entre los que estaba ‘El mar’, de Borges. Yo sabía que Borges había escrito varios poemas sobre el mar y me puse a investigar. En esa investigación vi la relación de Borges con Uruguay, lo que me llevó a publicar una nota en El País de Montevideo, que incluí en el libro. Luego publiqué la referida a Borges y el mar en el mismo diario, que gentilmente publicó LA NACION en su sección de Cartas de lectores. Así fue madurando la idea de escribir un libro”.

Decidí escribir un ensayo sobre Borges al comprobar que no son muchos quienes han leído a Borges, aunque reconocen que les gustaría poder leerlo, pero les resulta difícil -cuenta-. A ese público está dirigido el libro, a quienes conocen poco de Borges y ha leído poco o nada. Busco que ese público se acerque a Borges y le pierda el miedo”.

Para Vázquez Ferreyra, Borges es uno de los grandes escritores de toda la historia. “Me llena de orgullo cuando viajo y visito librerías ver el lugar destacado que tienen sus obras -concluye-. Aunque tal vez en la Argentina no haya tenido todo el reconocimiento que se merece. Y, curiosamente, no creo que ello obedezca a cuestiones políticas, sino más bien al desconocimiento de lo que significa su figura. A Borges hay que juzgarlo simplemente como lo que fue, un gran escritor”.

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