Los datos que grafican el escenario educativo crítico argentino sobran. Apenas el 13% de los estudiantes llega al último año de la educación secundaria en la edad teórica con los aprendizajes esperados de lengua y matemática. Y como lo muestran múltiples evaluaciones, las dificultades comienzan en el nivel primario: uno de cada dos chicos de tercer grado no entiende lo que lee y uno de cada cinco de sectores vulnerables no sabe leer. Y las mejoras educativas necesarias solo pueden encararse fortaleciendo a los docentes.
Así lo enfatiza el documento “El corazón del sistema educativo: políticas para fortalecer la profesión docente”, elaborado por Cecilia Veleda, Esteban Torre y Carla Paparella y publicado por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec).
El diagnóstico que trazan se focaliza en condiciones laborales marcadas por la fragilidad salarial, un sistema de formación inicial sobredimensionado y fragmentado, ausencia de formación continua y una carrera con limitadas oportunidades. Marcan luego que la Argentina se encuentra ante una ventana de oportunidad para aplicar estrategias de planeamiento educativo. La Argentina registró una transición demográfica que en otros países llevó décadas y que ya está impactando en la demanda educativa, sobre todo en el nivel inicial y primario.
“Este escenario de caída de la matrícula escolar empuja a un ejercicio de proyección de las necesidades y planificación del sistema formador y también es propicio para, manteniendo los recursos existentes, mejorar las condiciones de trabajo de los docentes, tanto en el plano salarial como en términos de la infraestructura y el equipamiento escolar”.
Acuerdo
Los autores del informe enfatizan en la necesidad de construir un acuerdo para fortalecer la profesión docente y consideran que la mejora escolar que el país debe encarar no puede gestarse bajo las condiciones actuales ni depender de las buenas voluntades aisladas. “Se requieren cambios estructurales en las distintas dimensiones de las políticas para la docencia, los cuales exigirán acuerdos, eficiencia presupuestaria, capacidades técnicas y tiempo”, apuntan. Así están en línea con el pedido de otras organizaciones como Argentinos por la Educación que impulsó el Acuerdo por la Educación, que al día de hoy no fue firmado por todas las provincias.
Hoy enseñan en el país más de 1.200.000 docentes. No se sabe el número exacto ya que no hay un relevamiento sistemático y público de la planta docente en ejercicio, apenas un censo que se realiza cada 10 años. El año que viene este reclamo se saldaría con la implementación del Relevamiento Nacional del Personal Educativo (Renpe) que actualizará la información sobre el personal docente y no docente y prevé mantener un registro sistemático.
Ese millón de personas hoy cobran el menor salario docente de los últimos 20 años. El valor real es inferior al de 2005, año en que se sancionó la Ley de Financiamiento Educativo que buscaba, entre otras cosas, su recomposición. En febrero de 2024, además, el gobierno nacional eliminó el Fondo Nacional de Incentivo Docente (Fonid), que representaba entre el 8% y el 15% del salario docente.
A su vez, el documento describe que el trabajo docente se realiza en condiciones institucionales adversas, en escuelas con déficit de infraestructura, con poco margen para la colaboración entre pares y con demandas sociales crecientes que limitan el rol pedagógico. En el nivel secundario los profesores suelen trabajar en más de una institución y no tienen una dedicación exclusiva a la docencia. El porcentaje de docentes que declara tener más de una ocupación pasó del 16% al 24% entre 2004 y 2024, según los datos de la Encuesta Permanente de Hogares.
Y en un contexto marcado por el cuestionamiento de las instituciones, la irrupción de la inteligencia artificial y las pantallas.
Luego describen un sistema de formación inicial “sobredimensionado y fragmentado” integrado por más de 1300 instituciones en donde el 55% de los estudiantes abandonan su carrera en primer año, que no logró solucionarse con la creación del Instituto Nacional de Formación Docente (Infod) que buscaba regular el sistema.
A este escenario se suma la ausencia de sistemas de formación continua: solo el 34,2% de los docentes de primaria realizó formaciones prolongadas de posgrado que da como resultado “un mercado de ofertas dispersas, discontinuas, de calidad y pertinencia heterogénea”.
Reformas
Los autores enfatizan que fortalecer la docencia no es tarea de un solo gobierno o sector, sino de un “esfuerzo colectivo” que involucre a autoridades políticas, docentes, estudiantes y a la sociedad en su conjunto. Si bien el camino será “largo y sinuoso”, es “preciso iniciar la marcha ahora”. Se concluye que, aún en la era de la Inteligencia Artificial, los docentes son “irreemplazables” porque no solo enseñan contenidos, sino que inspiran, motivan y guían, poniendo en juego “el cuerpo, el carácter y el corazón”
De esta agenda a mediano plazo Cecilia Veleda, doctora en Sociología de la Educación y una de las autoras del documento, consideró que las reformas podrían comenzar por un mejor planeamiento del sistema; regulación, calidad y pertinencia de la formación continua, una mejora progresiva del salario y un acompañamiento cercano para que los docentes puedan concentrarse en la tarea pedagógica. “Los docentes están realmente desbordados de problemáticas. Hay que quitarles todas las tareas administrativas, y poder darles respuestas a proximidad para las diversas problemáticas que tienen los estudiantes”, describió.
“Hoy existe la información, que es mejorable, para tender a una mejor planificación del sistema de formación docente. Los niveles de ineficiencia que revelamos en el informe y que se vienen diagnosticando hace años, son remediables con una buena planificación que tienda a articular mejor las ofertas del sistema formador con las necesidades de la educación obligatoria. Tenemos más de 1300 institutos y, sin embargo, en numerosas disciplinas no tenemos la cantidad necesaria de docentes. Por ejemplo, poder dejar de brindar carreras que están saturadas, para las cuales ya hay miles de docentes titulados que no logran ingresar al sistema y, en lugar de eso, que los institutos puedan ofrecer formación continua para los docentes en ejercicio. A nuestro modo de ver, va a haber que planificar mejor la cantidad de docentes, tender en promedio, digamos, a una mayor cantidad de estudiantes por docentes, que es muy baja en la Argentina en comparación con el resto de los países de la región”, dijo.
Y cerró: “Son políticas entramadas y es una agenda de mediano plazo, pero con buenas políticas, es factible de hacer y sería como lo primero a encarar”.