Día del Migrante: cómo las migraciones forjaron la diversidad cultural y social del Perú

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El Día Internacional del Migrante, celebrado cada 18 de diciembre, propone analizar la migración como un proceso social y cultural, no solo como desplazamiento territorial. (Composición: Infobae)

Cada 18 de diciembre el calendario marca una fecha que trasciende fronteras y cifras. El Día Internacional del Migrante convoca a mirar los desplazamientos humanos no solo como movimientos geográficos, sino como procesos sociales que transforman países, costumbres y miradas colectivas. En ese marco, Perú aparece como un territorio donde la migración dejó huellas visibles en la vida cotidiana y en la forma de entender la identidad nacional.

Lejos de una historia lineal, el país se formó a partir de encuentros sucesivos entre pueblos originarios y poblaciones llegadas de otros continentes. Idiomas, saberes, técnicas productivas y expresiones artísticas se incorporaron de manera progresiva, muchas veces en contextos complejos, pero con efectos duraderos en la cultura y en la organización social.

La efeméride internacional invita también a una pregunta clave: ¿de qué manera estas migraciones influyeron en la construcción del Perú contemporáneo? La respuesta exige un recorrido amplio por distintos momentos históricos, desde la conquista hasta los flujos migratorios del siglo XXI, con énfasis en los aportes concretos que cada comunidad dejó en el país.

Crisol de culturas

Estos animales fueron traídos desde Europa y entrenados para la ofensiva, causando pánico en las poblaciones locales. (El Reportero de la Historia)

La historia peruana se configuró como un proceso de mestizaje continuo. Antes de la llegada europea, las antiguas civilizaciones desarrollaron conocimientos avanzados en agricultura, ingeniería, astronomía y organización social, con el imperio inca como máxima expresión de expansión territorial y articulación política en Sudamérica. Sobre esa base se incorporaron influencias externas que ampliaron y modificaron prácticas existentes.

El primer gran influjo extranjero llegó desde Europa en el siglo XVI con la conquista española. El castellano se consolidó como idioma predominante, junto con la religión cristiano católica, nuevas formas de organización política y modelos económicos y comerciales. La traza urbana en damero, la arquitectura colonial, la vestimenta y técnicas culinarias formaron parte de este proceso. Muchos de estos migrantes procedieron de Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía.

Aporte africano y herencia morisca

Esta fecha impulsa la reflexión sobre desigualdades históricas y promueve acciones colectivas para erradicar la discriminación estructural en distintos ámbitos de la vida cotidiana   (Freepik)

Tras el contacto inicial con España, la presencia africana adquirió un papel central durante el Virreinato. Personas esclavizadas procedentes de regiones como Angola, Mozambique y Guinea Ecuatorial llegaron para servir a autoridades civiles, militares y eclesiásticas. Sus descendientes, los afroperuanos, aportaron de manera decisiva en la música, la danza, la literatura, la poesía, la gastronomía y el deporte, además de una participación relevante en las luchas por la independencia.

En paralelo, la influencia morisca se expresó en elementos visibles de la arquitectura mudéjar, como balcones, patios y rejas, así como en la moda limeña de la “tapada”, vigente hasta mediados del siglo XIX. La repostería y los dulces incorporaron cítricos, frutos secos, dátiles e higos, integrados luego a la cocina local.

Migraciones europeas en la República

Durante el Virreinato también arribaron migrantes de Portugal, Italia, Alemania, Austria, Grecia y Flandes, aunque en menor número. Con la independencia, el Estado republicano impulsó políticas migratorias específicas. El sociólogo Giovanni Bonfiglio señaló que la inmigración republicana puede dividirse según esas políticas estatales.

La comunidad italiana destacó como una de las más numerosas desde 1833, vinculada al comercio y a la etapa de explotación del guano. Figuras como Antonio Raimondi, llegado en 1850, desarrollaron estudios científicos de alcance enciclopédico. En 1876 la colonia italiana reunió alrededor de 10.000 personas, principalmente en Lima, Callao y Tacna, con aportes en ciencia, educación, arte, gastronomía y organizaciones civiles como las compañías de bomberos voluntarios.

Colonización alemana e influencia británica

La inmigración alemana y austriaca siguió un modelo organizado a mediados del siglo XIX, bajo el gobierno de Ramón Castilla. En 1857 arribaron casi 300 colonos, de los cuales 172 se establecieron en Pozuzo en 1859. Esta comunidad destacó por su organización, el impulso a la educación, el conocimiento científico y el uso sostenible de recursos naturales.

La presencia británica comenzó desde los primeros años republicanos con militares que apoyaron la independencia, entre ellos Martin Guise y William Miller. Más tarde, capitales británicos impulsaron ferrocarriles, minería, agroindustria y la explotación del guano y el salitre. También surgieron colegios, clubes deportivos y compañías de bomberos, con aportes en medicina, ciencia y artes.

Migraciones asiáticas y flujos recientes

El maki acevichado, ejemplo de comida nikkei. Foto: UMI Foods

Desde 1849, trabajadores chinos llegaron para labores en islas guaneras y haciendas. Su conocimiento agrícola permitió incrementar la producción de guano, caña de azúcar y algodón. Con el tiempo, esta comunidad se integró a zonas urbanas y rurales, dejando una marca profunda en la gastronomía a través de los restaurantes chifa, además de aportes en filosofía, tradiciones e idioma.

La inmigración japonesa comenzó en 1899 con trabajadores de Okinawa. Sus descendientes, conocidos como Nikkei, sobresalen en comercio, artes y gastronomía, con reconocimiento internacional. En el siglo XXI, el flujo sudamericano, en especial el venezolano, sumó más de un millón y medio de personas distribuidas en Lima y otras ciudades, con aportes visibles en costumbres y cocina.

La Organización Mundial para las Migraciones destacó el compromiso peruano con una migración ordenada y segura mediante su adhesión temprana al Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular de 2018. “El liderazgo de Perú en la implementación de este pacto subraya la necesidad de políticas públicas que garanticen los derechos de las personas migrantes y potencien sus aportes al desarrollo económico, social y cultural del país”, remarca la OIM. La entidad también recuerda que la migración representa una oportunidad para sociedades diversas y solidarias.

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