Aunque el juego ha sido siempre parte del universo infantil, no fue hasta 2024 que se estableció una fecha oficial para reivindicar su importancia a nivel mundial. La Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó el 11 de junio como el Día Internacional del Juego tras una campaña global que reunió a educadores, defensores de derechos, líderes comunitarios y más de 140 países.
La resolución que sustenta esta conmemoración subraya que jugar no es solo una forma de entretenimiento, sino un componente crítico del desarrollo integral de los niños. Diversas entidades internacionales coinciden en que garantizar el acceso al juego en espacios seguros y adecuados mejora la salud mental, fortalece vínculos y potencia la creatividad.
Con esta fecha, se busca además promover entornos más equitativos, reducir las desigualdades y fomentar políticas educativas que integren el juego como un derecho, no como un lujo o una actividad secundaria.
Una fecha nacida del consenso global
El Día Internacional del Juego surgió como respuesta a una necesidad urgente: reconocer oficialmente el derecho a jugar como parte esencial del bienestar infantil. Aunque durante años distintas organizaciones ya defendían su valor, fue recién en marzo de 2024 cuando la Asamblea General de la ONU adoptó una resolución unánime para fijar el 11 de junio como su día oficial.
Más de 140 países respaldaron esta medida, impulsada por una coalición internacional de asociaciones civiles, organismos multilaterales y expertos en desarrollo infantil. La campaña “#WePlay”, promovida por la organización Let’s Play y respaldada por UNICEF y la UNESCO, generó un movimiento sin precedentes a favor del juego como vehículo de inclusión, aprendizaje y salud emocional.
La declaración de este día pretende dejar de ver el juego como un pasatiempo opcional y reconocerlo como una actividad transformadora que permite a los niños explorar el mundo, comprender reglas sociales y desarrollar su identidad personal.
Más que diversión: un derecho protegido
Aunque la proclamación del Día Internacional del Juego es reciente, su respaldo legal tiene raíces más profundas. Desde 1989, la Convención sobre los Derechos del Niño —adoptada por la ONU— reconoce el juego como un derecho fundamental, específicamente en su artículo 31, que establece que todos los niños deben tener acceso al descanso, al esparcimiento y a las actividades recreativas propias de su edad.
En ese sentido, la nueva efeméride no solo es un recordatorio simbólico, sino una herramienta para reforzar compromisos asumidos hace décadas. Diversos estudios recopilados por UNICEF demuestran que los niños que tienen tiempo libre para jugar muestran mayor seguridad emocional, habilidades sociales más fuertes y mejor rendimiento académico.
Pese a esto, millones de niñas y niños en el mundo carecen de espacios seguros, tiempo libre o acompañamiento adulto que les permita ejercer este derecho. El nuevo día busca visibilizar esas desigualdades y exigir medidas concretas.
Educación y salud emocional
Uno de los principales objetivos del Día Internacional del Juego es cambiar la manera en que las sociedades conciben el desarrollo infantil. Lejos de ser una actividad irrelevante, el juego estimula habilidades cognitivas, lingüísticas y sociales, y fortalece el vínculo emocional entre niños y adultos.
UNICEF remarca que el juego libre —es decir, no estructurado ni impuesto— permite a los niños expresar emociones, resolver conflictos y desarrollar la empatía. Asimismo, al jugar en grupo, los menores aprenden normas, crean vínculos y adquieren valores fundamentales como la cooperación o la tolerancia.
La organización también advierte que el estrés, las jornadas escolares extensas, la urbanización sin áreas verdes y la presión académica reducen cada vez más los espacios de juego libre. Por ello, la nueva fecha busca crear conciencia en padres, docentes y responsables políticos sobre la urgencia de revertir estas dinámicas.
Una herramienta para cerrar brechas sociales y culturales
El juego no solo fomenta el desarrollo individual, también es un recurso para combatir la exclusión. La ONU sostiene que niñas, niños con discapacidades, migrantes, refugiados y quienes viven en situación de pobreza son quienes más dificultades enfrentan para ejercer su derecho al juego.
La conmemoración del 11 de junio se plantea como una plataforma para promover iniciativas inclusivas que aseguren el acceso universal a esta práctica. En contextos de emergencia o postconflicto, por ejemplo, el juego ha demostrado ser clave para restablecer rutinas, aliviar el trauma y reconstruir relaciones sociales.
A través del juego, los menores no solo sanan, también recuperan el sentido de pertenencia. La fecha, entonces, representa un llamado global para derribar barreras y transformar entornos hostiles en espacios de cuidado, imaginación y libertad, donde cada niño, sin excepción, pueda desarrollarse plenamente.