El pulpo, criatura de aguas profundas, emana misterio y asombra con su capacidad de transformarse en su entorno. Sobrevive en mares y océanos desde tiempos remotos, y ha sido objeto de mitos y estudios científicos.
Celebrar su día significa reconocer su valor biológico y cultural. Esa efeméride invita a reflexionar sobre su papel en los ecosistemas, su inteligencia poco comparada y los peligros que enfrenta frente a la pesca excesiva y la contaminación. En el mar y en la conciencia colectiva, el pulpo merece respeto y admiración.
Origen de una conmemoración marina
La idea de un día dedicado al pulpo se remonta a 2007, cuando participantes del foro especializado TONMO debatieron sobre crear una fecha simbólica para estos cefalópodos. Eligieron el 8 de octubre por el juego lingüístico que asocia “october” y “octopus” en inglés, y por sus ocho brazos. Así nació un acto no oficial que poco a poco ganó adeptos en el mundo marino.
Aunque algunos textos mencionan que la celebración formal comenzó en 2014, la iniciativa ya circulaba entre comunidades científicas y divulgativas. Esta dualidad entre celebración ciudadana y reconocimiento gradual en ámbitos institucionales refleja la naturaleza emergente de esta conmemoración.
Esa celebración no pretende ser meramente festiva: su centro es la concientización. Porque un molusco con ocho extremidades puede convertirse en símbolo de resiliencia, complejidad neuronal y desafío para quienes lo estudian.
Singularidades que lo distinguen
El pulpo posee atributos que lo separan de muchas criaturas marinas: tiene tres corazones, sangre de tonalidad azul y un cerebro distribuido que abarca sus tentáculos. También destaca por su talento camaleónico para mimetizarse con su entorno, escapar de laberintos y resolver acertijos en cautiverio.
Se le considera uno de los invertebrados más inteligentes: exhibe memoria, aprendizaje, uso ocasional de herramientas y una marcada capacidad para resolver problemas. Estos rasgos lo convierten en objeto de estudio privilegiado en biología marina y neurociencia.
Este animal no solo fascina por funcionalidad, también por supervivencia: sus fósiles se remontan a tiempos en que los dinosaurios dominaban la tierra. Esa persistencia revela su capacidad de adaptarse a cambios ecológicos, aunque hoy enfrenta amenazas que ponen en riesgo su futuro.
Motivos, retos y mensajes del día
La conmemoración del 8 de octubre no es casual: su impulso mira hacia la protección, el conocimiento y la delicadeza en el trato hacia los seres del mar. Se busca que ese día contribuya a visibilizar la sensibilidad de estos animales, reconociendo que pueden experimentar sensaciones físicas.
Una parte del mensaje gira en torno al peligro que representa la acuicultura intensiva del pulpo, así como la presión de la pesca comercial y la contaminación oceánica. En las redes se invita a apoyar iniciativas que promuevan prácticas responsables y ecosistemas saludables.
El objetivo también implica educar: colegios, museos y organizaciones marinas aprovechan esa jornada para difundir datos, organizar charlas y exponer la conexión entre la supervivencia del pulpo y el equilibrio del océano. Con ello se aspira a despertar una ética marina contemporánea.
Manifestaciones y actos conmemorativos
En diversos países cada 8 de octubre aparecen exposiciones temáticas, proyección de documentales, talleres escolares y campañas en redes sociales. A través del hashtag #WorldOctopusDay aumentan las conversaciones sobre su biología y amenaza.
Algunas ONG aprovechan la fecha para denunciar proyectos como granjas comerciales de pulpos. En un año reciente, 76 organizaciones científicas y activistas hicieron un llamado para que no se apruebe una primera granja de este tipo en una región insular de España, señalando los riesgos para el bienestar animal.
También se observan campañas de divulgación visual: se comparten ilustraciones, videos donde el pulpo aparece como artista del camuflaje o maestro del escape, y se hacen concursos temáticos para incentivar la curiosidad juvenil respecto a estos seres.
Con esa energía colectiva, el pulpo trasciende su hábitat y se convierte en puente entre ciencia, ética y pasión por la vida marina. Aunque esta conmemoración nació de comunidades especializadas, su eco se expande a públicos más amplios cada año.