El 16 de octubre de cada año se celebra el Día Mundial de la Alimentación con el objetivo de generar conciencia pública sobre la necesidad de luchar contra el hambre y la desnutrición, así como también fortalecer la seguridad alimentaria a nivel global. La falta de alimento tiene consecuencias a corto, mediano y largo plazo que afectan directamente la salud de los más vulnerables, sin embargo, también tiene un impacto económico que no siempre es valorado en su real magnitud e en la escolaridad y la productividad de la población.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en 2024, la inseguridad alimentaria en grado moderado a severo afectó al 51.7% de la población. Esto significa que más de la mitad de los peruanos presentaron dificultades para obtener alimento o simplemente no pudieron obtenerlo, por tanto, pasaron hambre.
En relación con el peso y la talla, el 12.1% de los niños menores de 5 años presenta desnutrición crónica (también llamada retardo en el crecimiento). Esto quiere decir que, a una edad determinada, la talla del niño es menor a la que debería tener. Respecto al bajo peso, este solo afecta al 0.5% de los niños menores de 5 años. Cabe precisar que la desnutrición crónica es un problema multifactorial y estructural que afecta a nuestro país desde hace décadas. Su origen y tratamiento es complejo y multifactorial. El bajo peso, por otro lado, ha sido históricamente bajo en el país y su origen y tratamiento está directamente relacionado con la disponibilidad de alimento.
Datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), indican que la prevalencia de anemia por deficiencia de hierro en menores de 3 años fue de 36.1%, es decir, la anemia está presente en uno de cada tres niños. En el caso de las mujeres de 15 a 49 años, la prevalencia de anemia fue de 22.7%, es decir, que afecta a una de cada 5 mujeres.
Desnutrición cuesta al Perú el 3% de su PBI
La inseguridad alimentaria es un problema de causas diversas como, por ejemplo: la pobreza y la falta de ingresos, la situación económica del país, los conflictos armados, los fenómenos climáticos extremos, las migraciones o las fallas en la cadena de suministro de alimentos. En el Perú, alrededor de 7 millones de personas se benefician directamente de los programas sociales, sin embargo, son insuficientes. Esto afecta la provisión de alimentos y de nutrientes de buena calidad condicionando la aparición de anemia, bajo peso al principio y retardo en el crecimiento a la larga. Esto es particularmente más agresivo en grupos vulnerables tales como niños menores de 5 años o mujeres en edad fértil.
En 2022, se publicaron los resultados del estudio “Costo de la doble carga de la malnutrición”. Según este trabajo, la desnutrición generó una pérdida aproximada de 6562,1 millones de dólares. Este monto era equivalente a aproximadamente el 3% del PIB y estaba explicado por el impacto de la desnutrición en tres sectores: salud, educación y productividad. En salud, la desnutrición generó un gasto estimado de 99.2 millones de dólares, es decir, 1.7% del gasto público en salud.
En educación, se estimó que la desnutrición fue una causa directa del 26% de las repitencias escolares, siendo el costo total de cada repitencia 1.409 dólares, el costo total de aquellas ascendió al 0.84% del gasto público asignado a educación. En cuanto a la productividad, la desnutrición fue responsable de pérdidas ascendientes a 6 384,7 millones de dólares equivalentes a 2.8% del producto interno bruto (PIB).
Impacto de la anemia en niños
La anemia por deficiencia de hierro tiene un impacto devastador, e incluso irreversible, sobre algunos aspectos de la salud infantil. La deficiencia de hierro afecta negativamente el desarrollo cerebral (menos mielina, menos sinaptogénesis). Los niños con anemia, por ejemplo, presentan peores resultados en las pruebas de desarrollo psicomotor. Peor aún, si el déficit no es tratado a tiempo, el daño puede permanecer hasta 10 años postratamiento e incluso hacerse irreversible.
Existen estudios que muestran que una caída de 1g/dL en la hemoglobina puede generar una caída permanente de 1.73 puntos en el coeficiente intelectual (IQ) y cada punto de caída en el IQ puede reducir aproximadamente 1.1% el ingreso salarial del adulto que padeció anemia cuando niño. La anemia por deficiencia de hierro está asociada con menor productividad en los adultos y la anemia en la gestante puede llevar a un incremento en la mortalidad y efectos negativos para el recién nacido.
Un estudio peruano de 2012 mostró que la anemia por deficiencia de hierro produjo una pérdida estimada de 0,62% del PIB asociada con menor desarrollo cognitivo, mayor proporción de repitencia escolar y menor productividad. Estudios más actuales llevados a cabo en el mundo muestran que la anemia produce una pérdida ascendente a 161 mil millones de dólares en niños y 113 mil millones de dólares en niñas adolescentes y mujeres adultas.
La inseguridad alimentaria no solo provoca hambre; también ha dado origen a una nueva forma de carencia silenciosa: el “hambre oculta”, que refleja la falta de vitaminas y minerales esenciales como el hierro. Ignorar este problema es condenar al país a un futuro con menos salud, menos aprendizaje y menos productividad. Si no actuamos hoy, las pérdidas económicas y sociales serán irreparables mañana.