Este lunes 16 de junio se conmemora el Día Mundial de las Tortugas Marinas, una fecha impulsada para llamar la atención sobre el estado crítico de estas especies y los desafíos que enfrentan para sobrevivir.
Las tortugas marinas cumplen funciones clave dentro de los ecosistemas marinos, desde mantener el equilibrio de los arrecifes de coral hasta facilitar el traslado de nutrientes entre distintos ambientes oceánicos.
“En el mundo existen siete especies de tortugas marinas, todas se encuentran en peligro de extinción y son indicadores de la salud en general de los océanos. Tortugas como Lime-a-palooza son mensajeras inmediatas del impacto de la humanidad en el océano y los organismos vivos dentro de él”, advirtió la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Y el panorama no mejora. De acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), cada año, un estimado de 8 millones de toneladas de plástico terminan en el océano, siendo el equivalente de tirar un camión recolector de basura cada minuto.
La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de los Estados Unidos también dejó clara su postura sobre el problema: «La conservación de las tortugas marinas es fundamental para la biodiversidad. Varias especies de tortugas desempeñan un papel importante en los ecosistemas que habitan. Por ejemplo, las tortugas carey solo se alimentan de variedades específicas de esponjas de coral, lo que permite el establecimiento de especies menos comunes y promueve un ecosistema de arrecifes de coral saludable y diverso”.
En tanto, de acuerdo a la NOAA, “las tortugas verdes son las únicas tortugas marinas herbívoras que transfieren nutrientes desde zonas ricas en nutrientes, como los lechos de pastos marinos, a ecosistemas pobres en nutrientes, como las playas de anidación”.
El problema no se limita a un país ni a una región. Según la misma entidad, “debido a su importancia y al rápido descenso de sus poblaciones, las seis especies de tortugas marinas que habitan en aguas estadounidenses están catalogadas por la Ley de Especies en Peligro de Extinción como amenazadas o en peligro de extinción. (Algunas especies se clasifican de forma diferente en distintas zonas de su distribución). Sin embargo, las tortugas marinas son altamente migratorias, y ningún país puede protegerlas por sí solo”.
Conservación y cooperación internacional
En este contexto, la región también se organiza. La Convención Interamericana para la Protección y Conservación de las Tortugas Marinas (CIT) ofrece un marco común para que países de las Américas y el Caribe avancen en políticas compartidas.
“La CIT promueve la protección, conservación y recuperación de las tortugas marinas y los hábitats de los que dependen, con base en la mejor información disponible y en las características ambientales, socioeconómicas y culturales de las partes de la CIT”, detalló la NOAA.
Las seis especies protegidas bajo este tratado son la tortuga verde (Chelonia mydas), la tortuga carey (Eretmochelys imbricata), la tortuga lora (Lepidochelys kempii), la tortuga laúd (Dermochelys coriacea), la tortuga boba (Caretta caretta) y la tortuga golfina (Lepidochelys olivacea).
Según NOAA, 15 países integran esta convención: Argentina, Belice, Brasil, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Países Bajos (Antillas), Nicaragua, Panamá, Perú, Estados Unidos, Uruguay y Venezuela.
Entre los compromisos asumidos por las partes figuran:
- Prohibir la captura deliberada de tortugas marinas o sus huevos.
- Cumplir con la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).
- Implementar tecnologías y prácticas de pesca para evitar la captura incidental de tortugas.
- Utilizar dispositivos excluidores de tortugas en barcos camaroneros.
- Designar áreas protegidas para sus hábitats.
- Restringir las actividades humanas que puedan afectarlas.
- Promover la investigación científica y la educación.
El alcance del tratado se extiende tanto a las aguas territoriales de los países firmantes como a los buques que navegan bajo sus banderas.
La ciencia también aporta herramientas para entender mejor el futuro de estas especies. Un estudio publicado en la revista PLOS ONE utilizó un enfoque molecular para predecir la longevidad de cinco especies de tortugas marinas. A partir de la densidad de promotores CpG en su genoma —una secuencia que influye en la expresión de los genes—, se estimó que la tortuga laúd tiene una esperanza de vida de 90,4 años, mientras que la tortuga lora alcanza los 54,3 años.
El estudio analizó la metilación del ADN, un proceso epigenético clave en la regulación genética. Esta técnica permite estimar cuánto puede vivir una especie, algo relevante a la hora de diseñar políticas de conservación a largo plazo.
Otra publicación científica, esta vez en Frontiers in Marine Science, destacó el rol específico de la tortuga verde. Al alimentarse de pastos marinos, estas tortugas ayudan a mantener esos ecosistemas en buen estado, lo que repercute directamente en especies como los camarones y las langostas, de alto valor comercial.
Cada dato, cada cifra, cada evidencia, apunta hacia una misma dirección: proteger a las tortugas marinas implica proteger la salud de los océanos en su conjunto.
