Hoy vamos a ver dos casos de departamentos de época donde se decidió eliminar la división central para crear un ambiente social más amplio, en ambos casos vinculado con la cocina, en mayor o menor medida. Los estilos son distintos, pero el resultado final es más luz, amplitud e integración de funciones, tal como se usa hoy en día.
Caso 1
Si hablamos de sensaciones, lo que más le preocupaba a la propietaria de este departamento, en un edificio de 1948 frente a la ribera del Río Paraná, eran sus dimensiones. Su vivienda anterior era mucho más grande, y no estaba segura de poder adaptarse. La intervención del estudio Oarq, a cargo de los arquitectos Andrés Garelli y Martina Dávola, logró darle confort y calidez a través de la ampliación del estar, la apertura de la cocina y la renovación del toilette.

La propietaria, conocida de los arquitectos en el ámbito personal, les había dado pautas claras: ganar amplitud y fluidez en el área social, resignando un segundo dormitorio que no utilizaba.

En las reformas de departamentos antiguos, la etapa de relevamiento es fundamental: nos permite detectar tanto los problemas técnicos como los elementos que vale la pena conservar y poner en valor.
Arqs. Andrés Garelli y Martina Dávola, de Estudio Oarq

“Generamos un gran living-comedor respetando la estructura portante de vigas y columnas, pero sin revoque, para que se convirtieran en elementos expresivos. Ese gesto aporta contraste, contemporaneidad y frescura”.

Uno de los grandes aciertos del proyecto fue la incorporación de un mueble de madera diseñado a medida, que recorre la pared lateral y acompaña la barra de la cocina. “Lo pensamos como un sistema de parantes, ménsulas y estantes que integra las ventanas como parte del diseño, sin restar luz ni transparencia. Desde el ingreso, se percibe como la pieza que da carácter y continuidad al ambiente”.

En cuanto a la paleta de color, los arquitectos optaron por tonos cálidos de marrón claro y oscuro combinados con off-white, que resaltan la textura de la madera y el hormigón a la vista, reforzando la sensación de confort y equilibrio.



“La experiencia espacial cambió de forma radical: ahora el ambiente es amplio, cálido y de diseño cuidado”. Si tuvieran que sintetizar la obra en tres palabras, Garelli y Dávola no dudan: “Contemporaneidad, amplitud y contraste.”

“Desde los ascensores y la escalera antigua, el recorrido parece anunciar un lugar clásico. Pero al abrir la puerta, la sorpresa es inmediata: aparece un gran espacio luminoso y contemporáneo que contrasta con el resto del edificio”, resumen.
Caso 2
“Al principio sentí que estábamos tirando un montón de paredes y me asusté”, cuenta la dueña de este departamento en Monserrat al que se mudó a poco de casarse. Pero bueno, contaba con el apoyo de sus hermandos, los arquitectos Jorge y Eduardo Mazzinghi -del estudio Mazzinghi-Sánchez– que acompañaron a la joven pareja en todo el proceso de obra.

El estar y el comedor se comunicaban por una doble puerta de vidrio repartido. Eliminar ese tabique sumó luz y espacialidad, pero la abertura no se fue muy lejos: terminó en manos de otro vecino del edificio. “La gente que vive acá ama el edificio y la que ahora es nuestra casa estaba en excelentes condiciones”, explican sus felices dueños.
La premisa fue lograr una planta funcional y moderna manteniendo la estructura general de la casa y ese estilo romántico, detallista y elegante de los años 40.
Arq. Eduardo Mazzinghi

Unificar el gran ambiente social generó la amplitud suficiente para poner en valor la chimenea y hacer del fuego un elemento en torno al cual reunirse y organizar el espacio.

Donde estaba el pasillo distribuidor -que iba desde la entrada hacia los dormitorios- se hizo un desayunador que integra la cocina y suma un shock de color con las banquetas metálicas.

