El Amateur: el periplo de un hombre común y sediento de venganza dentro del mundo del espionaje

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El Amateur: Operación venganza (The Amateur, Estados Unidos/2025). Dirección: James Hawes. Guion: Ken Nolan, Gary Spinelli, Robert Littell. Fotografía: Martin Ruhe. Edición: Jonathan Amos. Elenco: Rami Malek, Rachel Brosnahan, Holt McCallany, Laurence Fishburne, Julianne Nicholson, Caitriona Balfe, Jon Bernthal. Calificación: Apta para mayores de 13 años. Distribuidora: Disney-Fox. Duración: 123 minutos. Nuestra opinión: buena.

En los tardíos años 80 aparecían en algunas revistas de historietas, sobre todo en la línea Patoruzú e Isidoro Cañones, unos anuncios muy atractivos que te invitaban a convertirte en detective privado. Promocionaban un curso acelerado por correspondencia, breve y de ejercicio autodidacta, que consistía en aprender el ABC del oficio: observación, seguimiento e interpretación de indicios. Los dibujos que ilustraban la publicidad respondían a la iconografía del género policial: lupas, sombrero estilo inspector Clouzot, alguna línea de huellas que cruzaba la página. Animarse a llenar el formulario y encarar el aprendizaje suponía una excitación similar a ingresar en el mundo de ficción de Raymond Chandler.

Algo de esa experiencia busca transmitir El Amateur: Operación Venganza, pero en el terreno del espionaje, tomando como punto de partida el best-seller de la Guerra Fría de Robert Littell (publicado en 1981 y con una primera adaptación al cine dirigida por Charles Jarrott, con John Savage, Marthe Keller y Christopher Plummer). Es por ello que el juego va hacia adentro y hacia afuera: el protagonista debe aprender el ABC del espionaje en unas raudas sesiones con un agente experimentado, y el espectador se hace la ilusión que cualquiera puede traspasar esa barrera entre el curso por correspondencia y la realidad del peligro real.

Hay algo que define a esta nueva camada de thrillers de espías en un presente de desgaste y sobreexplotación, tanto en el cine como en el streaming. Pareciera que cualquiera que tome un curso corto en explosivos y código binario, o mire un tutorial sobre cómo abrir una cerradura, puede lanzarse entusiasta a ese mundo frondoso de agentes encubiertos alrededor del mundo. El mito del hombre común devenido en extraordinario -algo que definió a Intriga internacional (1959) de Alfred Hitchcock, película clave para entender la lógica del cine de espías de los 60- se ha decantado ahora en el perfil de un gamer capaz de ensayar en la pantalla lo que luego ejecuta en la vida, sin demasiada diferencia entre ambas.

El Amateur: Operación Venganza

Eso pasa con el pobre Charlie Heller (Rami Malek), un analista informático que trabaja en el quinto subsuelo (literal) de la sede de la CIA en Langley, Virginia. Su trabajo consiste en desencriptar y analizar información, y cada tanto tropieza con un secreto de Estado que debe desoír para no tener problemas. Sin embargo, de la noche a la mañana y tras el asesinato de su amada esposa (Rachel Brosnahan) en un atentado en Londres, se lanza a la clandestinidad para dar con los asesinos y cobrar venganza. Lo que envuelve al relato es un ritmo clásico, sin demasiados despliegues de persecuciones y grandes enfrentamientos, salvo alguna que otra escena espectacular como la implosión de una enorme piscina suspendida en un hotel de Madrid.

En línea con la tradición moral del relato de espías -en nombre de qué valores se hacen las peores cosas- El Amateur: Operación Venganza aspira a sostener el periplo de Charlie en el cuestionamiento interior de su innegociable venganza: ¿Es capaz de matar, cuerpo a cuerpo, a aquellos que asesinaron a su esposa? ¿O solo puede hacerlo a la distancia, preservando esa inocencia que aún cree que lo protege? El problema en este terreno es que la venganza como reflexión moral nunca adquiere mayor espesura que algunos discursos explícitos, poco integrados a una trama más concentrada en el entretenimiento. El don de Charlie para su escurridizo itinerario está cifrado en la separación de la planificación del accionar, algo que la propia condición del personaje (un nerd que al salir a la luz se convierte en un fantasma difícil de rastrear) autoriza sin horadar su integridad ni su cualidad de héroe.

El Amateur: Operación Venganza

Más allá de la pretendida tensión que define a esas ideas (pobre en relación a quienes sí pensaron el trasfondo moral del espionaje, incluso en términos espirituales, como por ejemplo Graham Greene), la película depende de personajes definidos más por el carisma de sus actores que por la espesura de su construcción (Laurence Fishburne, Julianne Nicholson, incluso el de Caitriona Balfe, sumado el cameo de Marthe Keller como florista), y en términos visuales, el director británico James Hawes hace buena letra, definiendo el mapamundi como un tablero atractivo y manejable con buenas transiciones y algunos golpes de impacto.

Lo que quizás resulta más interesante del juego de aprendizaje que propone la película, en la idea de que cualquiera puede pasar de la pantalla a la acción, es el sustrato operacional que ofrecen las sociedades hipervigiladas. En varias escenas el movimiento de Charlie es dual, en el campo real pero guiado a través de un auricular como si un gamer lo operara virtualmente, anticipando los peligros, sugiriendo las salidas, y lamentando cuando llega el game over. Un posible eslabón de unión con un cine interactivo que estas historias de espías ya parecen prefigurar.

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