El 29 de septiembre se celebra el Día del Diplomático Argentino. La fecha fue elegida por el papa Juan XXIII por tratarse del día conmemorativo del Arcángel Gabriel, patrón de la diplomacia, la comunicación y el portador de la palabra entre los pueblos.
A partir de la consolidación del Estado Nacional en 1880, la diplomacia argentina hizo un aporte sustantivo al desarrollo y prosperidad del país y se convirtió en una referencia ineludible no solo en la región sino en el concierto de las naciones, realizando contribuciones significativas al derecho internacional y al sistema de solución de controversias.
Al respecto, no puede dejar de mencionarse el caso de Bernardo de Irigoyen (1822-1906), canciller de la primera presidencia de Julio A. Roca, quien fuera el responsable de consolidar el territorio nacional mediante la negociación de tratados con Chile, Brasil y Paraguay. De igual modo, cabe recordar a Luis María Drago (1859-1921), canciller de la segunda presidencia de Roca, a quien debemos la doctrina que lleva su nombre según la cual la deuda pública de un Estado no puede ser reclamada por medio del uso de la fuerza.
Otra figura señera de la diplomacia argentina es Carlos Saavedra Lamas (1879-1959), canciller durante la presidencia de Agustín P. Justo, quien se convirtió en el primer argentino y latinoamericano en recibir el Premio Nobel de la Paz (1936) por su mediación en el conflicto del Chaco entre Bolivia y Paraguay. Más cercano en el tiempo se destaca Miguel Ángel Zabala Ortiz (1905-1982), canciller del presidente Arturo Illia. Zabala Ortiz fue el artífice de la Resolución 2065, aprobada el 16 de diciembre de 1965, por la que la Organización de Naciones Unidas reconoció la existencia de una disputa de soberanía entre el Reino Unido y la Argentina en torno a las Islas Malvinas.
La lista sería incompleta si no se incluyera a Carlos Manuel Muñiz (1922-2007), canciller durante la presidencia de José María Guido y creador del Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN) en 1963. El ISEN forma a los futuros diplomáticos del país, quienes son seleccionados tras un arduo proceso basado estrictamente en el mérito, garantizando de esa manera profesionales calificados y comprometidos con la defensa del interés nacional con independencia de la posición ideológica de los gobiernos de turno. Más de 50 generaciones de diplomáticos han salido del ISEN de manera ininterrumpida, práctica que se ha frenado este año al no haberse convocado el correspondiente concurso. Esperamos que esta medida se revierta y que en 2026 se retome la práctica de convocatoria anual.
Desde sus inicios, la diplomacia argentina ha contribuido a la formulación de una política exterior sobria, autónoma, que defiende un orden jurídico internacional basado en instituciones y reglas ajustadas a derecho, tanto en el orden global como regional y bilateral. La región, en general, y los países vecinos, en particular, son sin duda la plataforma de proyección exterior de nuestro país: así lo han entendido los distintos gobiernos en las últimas décadas al embarcarse en procesos de integración física, económica y comercial, entre los cuales destaca el Mercosur.
En medio de un orden internacional que parece estar mutando, en el que los principios y valores sobre los cuales se edificó dicho orden son interpelados y desafiados, el arte de la negociación y la cooperación son más necesarios que nunca. Es menester abrevar en la quintaesencia de la diplomacia argentina: ratificar la pertenencia al mundo occidental sin sacrificar la autonomía y defensa del interés nacional.
Vaya, pues, un merecido reconocimiento y agradecimiento a los diplomáticos argentinos por su compromiso y contribución al bienestar de nuestro país.
Diputado de la Nación. Miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores