El calor suele atentar contra el consumo de vino y promueve otras bebidas, más refrescantes y prácticas de disfrutar. Pero más allá de los atributos de la bebida es el formato el que propone las mejores soluciones. Eso explica el desembarco de, cada vez más, vinos en lata. Ya no solo para competir con la cerveza sino para captar consumidores jóvenes, a partir de propuestas más descontracturadas.
Para el vino es una gran innovación, a pesar que en los sesenta Peñaflor comercializaba vinos en lata. La clave está en ampliar los momentos de consumo con un nuevo formato. Hay tintos (dulces y secos), rosados, blancos dulces naturales y frisantes con baja graduación alcohólica. Sin embargo, muchas bodegas apostaron a vinos ya consagrados en su formato tradicional. En el mundo, estos vinos se disfrutan tanto en reuniones sociales caseras al aire libre, como en pícnics, en la playa y en los barcos.
Obviamente la lata siempre debe estar bien fría, por eso estos vinos son tan ágiles como expresivos. Y si bien todavía los volúmenes están lejos de los de las botellas, la venta de vinos en lata sigue creciendo más que otros formatos alternativos, tanto en el mercado interno, como en los Estados Unidos; principal destino de vinos argentinos.
La lata tiene muchos atributos, es inerte y por ende el vino se mantiene al vacío y sin tomar ningún sabor del aluminio, al menos durante el tiempo recomendado de consumo. Es práctico, para llevar y guardar, y no es necesario usar el sacacorchos, tampoco copas.
La accesibilidad y lo atractivo, son los atributos más valorados por las nuevas generaciones. Pero también, que es formato multiplica las ocasiones de consumo de vino, generalmente más informales que las tradicionales. Y este tipo de “juntadas” son las más disfrutadas por los jóvenes. Además, la lata y el “portion pack” (vino en porciones de tetra brik), con sus llamativos diseños, son innovadores e ideales para compartir una copa en pareja o darse un gusto a diario sin desperdiciar vino, más allá de ser ideales para servir al aire libre, en pícnic, en salidas a navegar, en campamentos, etc.
Si hay una bebida (con alcohol) que caracteriza a los argentinos, sin dudas es el vino (la bebida nacional). Y más allá que se trata de una industria milenaria y que se destaca por su clasicismo, siempre hay lugar para innovar en busca de mejoras o nuevos consumidores.
Eso marcó, a finales de 2019, el desembarco de los vinos en lata, de la mano de Ball, que propuso una nueva manera de consumir los vinos favoritos de los argentinos, a la vez que brindan practicidad y cuidan el medio ambiente, por ser el envase más amigable con el planeta. Y, desde entonces, año tras año, la lata sigue creciendo como envase vínico.
En este escenario, la lata conquista cada vez más espacios, dado que permite su consumo individual, brinda seguridad al ser hermética, lo cual la convierte en el envase ideal para impulsar esta categoría de vinos en espacios dónde hasta ahora era inusual encontrarlos, como playas, balnearios, piscinas y parques. Pero también, las latas se hacen cada vez más presentes en bares, fiestas y reuniones nocturnas, y se estima que la tendencia seguirá en esa línea en la medida en que los consumidores se familiaricen con el envase.
Algunos datos del sector demuestran que los vinos en lata siguen una lógica particular distinta de la premisa más tradicional del mercado de vinos. Además, entre los más elegidos por el 50% de los consumidores de vinos en lata, son estilos blancos dulces y rosados jóvenes, dado que son ideales para su consumo bien fríos. Aunque, hay que mencionar que los gasificados llevan la dominancia, ya que 1 de cada 2 vinos que se venden, presentan estas características. De todas maneras, los tintos están conquistando más espacio, buscando descontracturar los rituales más formales asociados a este.
La evolución sigue y en un contexto particular de la industria de envases, están llegando nuevos formatos de latas (473ml, 269ml, 187ml, etc.). Así, este formato que es uno de las más elegidos por los consumidores de otras categorías de bebidas, cada vez más se traslada al vino, siendo ideal para compartir en una comida sin gastar de más y aportando un consumo moderado.
La tendencia del consumo de vinos en lata está en un auge consolidado y en crecimiento a nivel global, impulsada por la demanda de practicidad, portabilidad y sostenibilidad. Este formato es especialmente popular entre los nuevos consumidores y las generaciones jóvenes, que buscan experiencias más informales, al aire libre y eventos donde las botellas de vidrio no son permitidas. Se prevé que el mercado de vino en lata continúe creciendo significativamente en los próximos años, adoptando diferentes tipos de vino.
Claves de su éxito
La practicidad y portabilidad de las latas son dos de los atributos más valorados. Son ligeras, fáciles de transportar y no requieren sacacorchos, lo que las hace ideales para actividades como picnics, conciertos y playas. También la sostenibilidad, ya que el aluminio es infinitamente reciclable, lo que atrae a consumidores conscientes del medio ambiente. Por otra parte, propone un consumo individual y flexible, ya que el vino en lata implica porciones individuales, permitiendo que cada persona elija su estilo de vino sin comprometer al grupo.
La innovación también es destacable, ya que el formato en lata permite a las bodegas experimentar con nuevas propuestas y llegar a nuevos segmentos de mercado, ofreciendo desde vinos jóvenes y dulces hasta varietales más tradicionales. Por último, las posibilidades de marketing y accesibilidad que ofrece. Porque sus diseños atractivos y empaques coloridos, junto con sus precios más accesibles, atraen a un público joven y diverso que busca innovar en su consumo de vino.
De cara al futuro próximo, se espera que el mercado mundial de vino enlatado alcance los $571.8 millones de dólares para 2028, con una tasa de crecimiento anual del 13.2%, según un estudio de Grand View Research. En mercados como Estados Unidos y Reino Unido, el vino en lata ha mostrado un crecimiento exponencial, y la tendencia se consolida en otros mercados como Argentina. Pero el gran desafío del vino será mantenerse competitivo.
Porque está claro que se seguirá vendiendo y disfrutando en todo el mundo, pero los cambios de hábitos están generando muchos cambios, sobre todo del cómo se consume, qué se consume y cuándo se consume. Y es ahí donde el vino en lata asoma como gran alternativa.