Una serie de piezas indestructibles relucen con el brillo del acero y el aluminio en la enorme sala de la galería Benzacar. Como islas refulgentes, atraen la mirada. El metal, frío, quirúrgico, marcial, protege conceptos que nada tienen que ver con eso, sino todo lo contrario: hablan de la fragilidad. Marie Orensanz lleva una vida militando conceptos con su arte.
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Vivió gran parte de su vida en París, y atravesó décadas con su trabajo, desde los tiempos en los que los galeristas le sugerían ponerse un nombre de varón para vender obras, porque su obra no era femenina. Suele contar la historia de la vez que un coleccionista milanés devolvió una obra suya cuando descubrió que era mujer. “Si ser feminista es luchar contra la injusticia, soy feminista”, declara en el documental que realizó Bienalsur sobre su trabajo, que se estrenó ayer en el Rectorado de Untref, a la vez que se presenta el libro El fluir del pensamiento, de Orensanz y Diana Wechsler, que completa la exposición que realizó en Muntref en 2023.
“El libro y el documental son dos espacios de arribo de muchos años de conversar, de aprender, de observar, de pensar con ella, con su trabajo, su creatividad y sobre todo con su generosa manera de estar en el mundo”, dice Weschler. “Marie fuera una de las primeras artistas que se sumó a Bienalsur con sus ideas y con su obra, hoy es parte del paisaje de nuestra ciudad. También llevamos adelante muchos proyectos juntas y presentamos su muestra antológica en MUNTREF y su trabajo en el marco de Bienalsur en distintas latitudes: Suiza, Arabia Saudita… Esto nos llevó a armar juntas un libro doble faz, que tiene mucho de juego y de colaboración. Creo que las dos disfrutamos mucho lo que hacemos», agrega.
Sucede que Marie instala preguntas desafiantes. Arroja palabras. Pensar es un hecho revolucionario, dice una de sus piezas más conocidas, instalada en tamaño monumental en el Parque de la Memoria. Ahora propone otra idea, calada en el metal: Tener conciencia de nuestra fragilidad. En el texto de sala de la exposición Fragilidad, desarrolla la idea: “Estamos de paso. Dejamos algo, una huella. Es mínima al lado de todo lo que vivimos. La fragilidad nos da una consciencia del ser, del paso del tiempo, y a la vez de la importancia del momento. Esos instantes que son un todo”.
Todas las ideas rondan conceptos vitales y poderosos para estos tiempos: la incertidumbre, dice otra obra. Encontrar en la imaginación soluciones vitales, se lee calado en el techo de una casa. Un libro abierto propone vamos más allá de lo que vemos… compartir nuestro espíritu. La respuesta a todo esto parece estar en una obra geométrica que aparece al fondo: la fuerza del espíritu.
Escribe: “La maravilla de la fragilidad, la fragilidad como principio de vida, la fragilidad como respeto mutuo, la fragilidad va más allá de la palabra, la fragilidad en el mundo, la fragilidad como filosofía”. Pero es fuerte ella, a sus 88 años. La exposición vino en su valija desde París, excepto por la pieza más grande, que pesa 400 kilos y la realizó Dante Martínez en el país.
–¿Nuevas ideas?
–Yo pienso que es todo un interrogatorio sobre la fragilidad, sobre lo que vivimos, sobre la incertidumbre. Y a la vez tenemos algo de que tomarnos, que es la fuerza del espíritu. Porque la fuerza del espíritu vendría a ser la respuesta nuestra a toda esa fragilidad, a toda esa incertidumbre. La fuerza del espíritu.
–¿Qué es lo que hace que este concepto aparezca tan fuerte en tu obra?
–A mí las cosas que me pasan, son. Yo voy, veo, siento y después me voy al taller y ahí, con todos los materiales que tengo, elijo algo, una materia, a través de la cual pueda pasar la frase. La fuerza del espíritu pienso que es algo que tenemos que rescatar, que nos olvidamos. Para mí el ideal sería que entraras en esta exposición despojada de todo lo que venís trayendo y entrés en la fragilidad, en la incertidumbre, lo recorras y vayas a la fuerza del espíritu. Es decir, eso sería un ideal para mí. Pero ¿cómo viene? Es el misterio de la creatividad. Porque a veces yo me quedo azorada de qué es lo que me sale.
–¿Por qué esta vez elegiste el metal?
–Me parece que el acero, como material para trabajar, puede ir al interior o al exterior. El aluminio también es un material que me habla y que es fácil para mí poder trabajar con ellos.
–Hay un puente, ¿dónde nos lleva?
–Me gustaría hacerlo bien grande, monumental, para que la gente pueda pasar y encontrarse, atravesar lo que vivimos, en el fondo. Atravesar el tiempo, y reponernos de lo que vivimos, con nuestra fragilidad y la fuerza del espíritu.
–Convivimos con esa dicotomía. ¿Hay algo de eso en el dibujo del comienzo de la exposición?
–Ese dibujo era chiquito y yo lo hice en grande. Está sobre tela y se llama La ciudad. Es una ciudad con muchas contradicciones, en la cual vemos cosas, agarramos cosas, hay símbolos del I Ching también. Es un libro de la sabiduría china y yo no sabía que hacía eso. Pero tengo una amiga china que me dijo que estaba usando símbolos del I Ching. Entonces, fui a buscar el libro y ahí me di cuenta de qué es lo que estaba haciendo. Por eso digo que creo que soy receptiva y transmito. Es como algo que me pasa no solo con el arte, sino con muchas cosas que me han pasado en mi vida. He sentido cosas que me han llamado para salvar a alguien, por ejemplo. Me ha pasado eso.
–¿Por ejemplo?
–Yo tenía un novio cuando era más joven. Después de almorzar, yo descansaba un poquito porque tenía que ir a trabajar. Estaba durmiendo. En ese momento, año 1956, los teléfonos no andaban como ahora. Pero yo me desperté así de golpe y agarré el teléfono y lo llamé. Y me atendió la madre, y me dijo que se estaba duchando, que llamara después. “No, no, llámelo, llámelo”. Cuando fue a buscarlo, lo encontró en estado de coma a raíz de una fuga de gas del calefón. Estaba tirado en el piso. “¡Ay!“, sentía los gritos. Se salvó. Y se salvó también de mí porque no me casé con él.
–Pero le salvaste la vida.
–¡Dos veces! Pienso que mi padre tenía lo mismo. Le había pasado lo mismo. La fuerza del espíritu. A veces los artistas van más allá de lo que vemos. Pero a la vez, tenemos que descubrirlo en uno mismo y seguir adelante.
–¿Cómo lees este tiempo?
–Muy difícil el tiempo que vivimos. Desgraciadamente. Mucha incertidumbre. Muchas dudas. Mucha fragilidad para el cuerpo. Para la gente. Para lo que se vive todos los días. Todas esas cosas son bravas. Por eso hay que tratarlas sin agresividad, pero pensando.
–¿En qué estás trabajando?
–Ahora tengo una obra que se me ocurrió justo antes de venir, que son como puertas que atravesás, que dice pensar y atravesar. Y tengo también un proyecto, por el que me tengo que ir para París: me eligieron para hacer un homenaje a Barbara, que era una cantante francesa muy importante, que tenía unas poesías formidables en sus canciones. En el Metro que está cerca de mi casa, en Montrouge, hay un jardín donde quieren poner una escultura en homenaje a ella, y es la que voy a hacer. Se va a inaugurar en agosto o septiembre. Dice una frase mía, Más allá del tiempo, y una de ella, Decime cuándo volverás tú, en francés. Es una frase que la gente lee y mentalmente continúa la canción. Tengo otras cosas en Estados Unidos, en Arkansas. Trabajo, muy bien. Eso no me aburre para nada, porque se me ocurren cosas. Tenemos una casa en Normandía a donde voy con mis hijas y ahí descanso. Y chac, chac, aparecen las cosas. Ahí se me ocurren. Pero si te dijera por qué, cómo, no lo sé. Es así que lo tengo integrado a mi persona.
Agenda
- Fragilidad, en la galería Ruth Benzacar, de martes a sábado, de 14 a 19, en Juan Ramírez de Velasco 1287. Entrada gratuita.
- El fluir del pensamiento, de Marie Orensanz y Diana B. Wechsler, se encuentra en librerías. El documental sobre la artista se puede ver en el canal de YouTube de Bienalsur.