ROMA.- Itzik Horn, argentino de 73 años que vive en Israel desde hace más de dos décadas, dice que cree en los milagros por dos hechos ocurridos en su vida. El primero, cuando se salvó del atentado a la AMIA en 1994. El segundo, cuando el 14 de febrero pasado su hijo mayor, Iair (46) –secuestrado junto a su hermano menor, Eitan (38), por el grupo terrorista Hamas el 7 de octubre de 2023-, fue liberado después de casi 500 días de cautiverio.
“Eitan aterrizó a las doce del mediodía con un helicóptero militar en el sexto piso del hospital Ichilov de Tel Aviv, donde yo me encontraba internado después de un trasplante de riñón… Hay milagros, hay milagros… Y lo dice alguien totalmente laico”, dice Itzik, con la tonada porteña intacta.
Aunque pudo volver a abrazar a Iair -que regresó sólo físicamente, ya que su corazón sigue en Gaza, donde quedó su hermano-, el calvario continúa para la familia Horn.
“Nos falta un pedazo, falta Eitan”, dice Itzik, en una entrevista telefónica con LA NACION en la que es palpable su dolor su dolor, su frustración, su impotencia y su indignación ante un mundo que en este momento sale a las calles para manifestarse masivamente en solidaridad con Gaza, sin acordarse “de los derechos humanos violados desde hace dos años a 48 rehenes”.
“¡Saquen a los rehenes de una buena vez, por el amor de Dios! Si yo mañana tengo que ir a firmar que hay que darle el premio Nobel de la Paz a [el presidente de Estados Unidos, Donald] Trump, si eso es lo que va a traer de vuelta a Eitan, lo hago de inmediato. Si tengo que ir de rodillas a Luján, voy de rodillas. Pienso que cualquier padre o cualquier madre que sepa que eso es lo que va a traer de vuelta a su hijo después de dos años en el infierno, haría lo mismo. Y hasta pactaría con el diablo”, clama, con voz combativa, pese al agotamiento de dos años dramáticos.
En este segundo aniversario del 7 de octubre marcado por expectativa mundial ante las negociaciones en curso en Egipto para la implementación del plan de paz de Donald Trump -que cuenta con gran respaldo internacional-, aunque cree en los milagros, Itzik es escéptico.
“O en Occidente saben cosas que acá nosotros no sabemos… pero yo tengo la impresión de que destaparon la botella de champagne antes de tiempo… Hubo medios de prensa de afuera que publicaron hasta el día que van a llegar los rehenes… No lo entiendo, no lo entiendo”, dice, desorientado.
-¿No confía en las tratativas en curso en Sharm-el-Sheik, donde en teoría están preparando el terreno para la liberación de los rehenes y el cese del fuego?
-El viejo dicho dice que el que se quema con leche ve una vaca y llora… Nosotros nos quemamos tantas veces -que estaba a punto de firmarse y al final no se firmó tal o cual acuerdo humanitario-, que mi actitud y la de muchos familiares es que, es todo muy lindo, pero hasta que yo no veo a Eitan y al resto de los secuestrados subir a los vehículos de la empresa de transportes que se llama Cruz Roja, porque es lo único que ha hecho por los secuestrados, traerlos de vuelta a Israel, no voy a creer… Hasta ahora son palabras, lamentablemente. La experiencia de estos dos años me enseñó eso. Es obvio que hoy estamos teóricamente mucho más cerca de un acuerdo que antes, pero hasta que no lo ves no lo creés.
-¿Ni un atisbo de esperanza?
-Ojalá que sí se cumpla, pero conociendo a los actores en el terreno, Hamas no es confiable, los mediadores, Qatar, Turquía, tampoco y también desconfío de [Benjamin] Netanyahu, aunque por suerte Trump lo tiene agarrado de los huevos…
-¿Cómo está viviendo estos días?
-Estos últimos días son terribles. Uno de mis mejores amigos vive en Sderot, muy cerca de Gaza, y me dijo que se escuchan más explosiones que antes y que Hamas también sigue disparando…
-Hace un año, para el primer aniversario del 7 de octubre, recuerdo que no quiso participar de ningún acto oficial… ¿Esta vez también?
-Yo si el año pasado estaba en una postura crítica respecto al gobierno, hoy dentro del foro de los familiares sigo siendo una de las voces más críticas. Pero, así como hay gente que tiene miedo de abrir la boca, hoy por hoy nadie sabe qué es lo que ayuda. Si protestás contra el gobierno no sabes si eso ayuda y si no lo haces, tampoco, porque ni lo uno ni lo otro trajo de vuelta a los secuestrados. Lo que hace falta es un acuerdo político porque en los hechos sólo un operativo militar trajo de vuelta a seis o siete secuestrados… ¡A mí que no me vengan a hablar de la presión militar! La presión militar mató a los rehenes, o por acción directa o porque los guerrilleros cuando pensaron que el ejército israelí se aproximaba los mataron. Los asesinaron. Todos los que salieron, las mujeres y los rehenes, ellos lo cuentan directo: sus propios captores les dijeron “la orden nuestra es que cuando pensamos que el ejército israelí está cerca, la orden es ejecutarlos ahora”. Cuando murieron por algún bombardeo israelí no es que Israel bombardeó a propósito, no siempre la inteligencia israelí puede saber en qué edificio específicamente hay un túnel… ¿Cuántas veces los rehenes tuvieron que salir corriendo porque estaban bombardeando y el túnel se venía abajo? Iair contó en uno de los actos que el túnel se venía derrumbando, ellos tenían que salir corriendo y en un momento Eitan no daba más y le dijo ‘salvate vos, déjame acá’ y Iair dijo ‘de ninguna manera’, se lo cargó y siguieron corriendo… Iair entró con 120 kilos y salió después de casi 500 días con 70. Y Eitan, que lo pudimos ver gracias a esa película que armaron de la fiesta de despedida de Iair, ahí ya estaba bien delgado…
-¿Cómo está Iair ahora?
-Nosotros, toda nuestra familia, como yo digo, estamos totalmente bipolares: estamos contentísimos de que Iair está de vuelta. Eso no tiene precio. Pero por otro lado nos falta un pedazo. Nos falta un pedazo, nos falta Eitan y hasta que no vuelva Eitan, ni nosotros, ni ninguno de los familiares, hasta que no vuelvan los secuestrados, ninguna familia puede pensar en empezar la rehabilitación. En nuestro caso es peor porque uno volvió. Y Iair funciona con piloto automático. En la primera declaración que hizo en un acto por el asesinato de los chicos Bibas y la mamá, Iair dijo “yo estoy acá físicamente, pero mi mente, mi corazón, quedó con mi hermanito menor y con los que estaban conmigo en el túnel y con todos los secuestrados”. Iair va a los actos, viajó a ver a Trump, viajó dos o tres veces a Estados Unidos. Adonde él entiende que tiene que ir para liberar a su hermano y a los rehenes, él va. Pero hasta que no vuelva Eitan, no hay de qué hablar con él. Él habla, habla bien, sabe lo que dice, como su papá, hasta que tiene que hablar de Eitan: ahí no puede parar de llorar. Empieza a hablar de Eitan y empieza a llorar. Y yo no lo puedo ver en esa situación, porque me pongo a llorar junto con él… Porque yo siento obviamente… Pero él lo siente más porque él sabe que dejó a su hermano… Eran el apoyo el uno del otro y se sostenían uno con el otro y ahora Eitan quedó solo porque por más que sea un chico fuerte, y es un chico fuerte, no es lo mismo pasarla con tu hermano que pasarla solo, aunque estés con otro… Hoy no sé con quién está Eitan y no sé si está vivo…
-En el primer aniversario del 7-O, usted destacaba la polarización que había en la sociedad israelí, donde hasta les gritaban a ustedes, los familiares de los rehenes, “¡traidores!” por protestar y “¡viva Bibi!”… Dos años después, ¿las cosas cambiaron?
-Yo creo hoy el 80% de la población está a favor de que los rehenes vuelvan a través de un acuerdo político y sólo un 20% sigue estando a favor de la presión militar. Y ahora que Netanyahu salió a defender [el acuerdo de Trump] puede ser que hayan cambiado de idea ahí en ese 20% mesiánico. Yo no quiero que ningún soldado israelí sea herido o peor, muera, para intentar salvar a mi hijo. No quiero porque cada soldado que muere para mí es como si hubiera matado a otro hijo. No quiero. Quiero que todos vuelvan a casa, también los soldados que están en un servicio obligatorio y los reservistas. Basta, firmen un acuerdo, como firmaron en el Líbano. Así como en el caso del Líbano dicen que en el momento que el Hezbollah viola el acuerdo, Israel puede actuar, fírmenlo con Hamas, porque yo estoy seguro de que no se va a terminar de secar la tinta y Hamas va a violar el acuerdo. ¡Pero saquen a los rehenes de una buena vez, por el amor de Dios! ¡Sáquenlos ya!