El campamento cristiano Mystic, dedicado a niñas y con casi cien años de historia, reabrirá parcialmente en el verano próximo tras la tragedia ocurrida en julio, cuando una inundación repentina en la región de Texas Hill Country provocó la muerte de 27 menores y consejeros. Los propietarios anunciaron que solo parte de las instalaciones retomará actividades, en específico la zona que no fue dañada por el desbordamiento del río Guadalupe. La sección destruida por las aguas permanecerá cerrada.
El desastre se produjo la madrugada del 4 de julio, cuando el caudal del río aumentó de forma abrupta de 4,26 a 9 metros en apenas una hora, causando afectaciones que resultaron mortales para quienes se encontraban en áreas bajas del recinto. En total, al menos 136 personas fallecieron en la región debido a las inundaciones, lo que llevó a cuestionamientos sobre el nivel de preparación y las medidas de seguridad del establecimiento.
Algunos familiares de víctimas criticaron los protocolos existentes en el campamento y señalaron posibles fallos en la gestión de emergencias previas a la tragedia. El área damnificada se mantendrá inoperativa en la temporada 2026. El comunicado de los responsables del campamento afirma que este plan busca honrar la memoria de quienes perecieron y que las acciones se tomarán de manera respetuosa para con las familias afectadas.
Reacciones de familias y exigencias de seguridad
El anuncio de reapertura ha generado malestar en parte de los allegados a las víctimas. Varios padres estuvieron presentes durante la promulgación de nuevas normativas estatales impulsadas tras el incidente, entre ellas la prohibición de instalar cabañas en zonas de alto riesgo por inundaciones y la obligatoriedad de implantar sistemas de alerta y capacitar al personal en procedimientos ante desastres. El gobernador Greg Abbott firmó las reformas a comienzos de mes.
Entre las voces más críticas figura Cici Steward, madre de una niña aún desaparecida, quien expresó al The New York Times: “Para el campamento, esto parece solo una breve pausa antes de volver a la normalidad”, indicando que su hija posiblemente siga en el río. Steward objetó la decisión de reanudar las actividades junto a otros progenitores, al considerar insuficiente el tiempo transcurrido desde el siniestro y la falta de garantías efectivas.
Uno de los padres, Blake Bonner, declaró en la cadena NBC que las muertes fueron consecuencia de “complacencia” y se trató de una situación “completamente prevenible”. Bonner y otros familiares comparecieron en el Senado estatal en agosto para solicitar la aprobación de la llamada “Ley de Seguridad para Campamentos Heaven’s 27”, que ahora requiere planes de emergencia y sistemas de alerta obligatorios en todo el estado.
Medidas legales y acciones del campamento
La legislación aprobada destina 240 millones de dólares del fondo estatal de contingencias para urgencias climáticas, además de financiar sistemas de sirenas y mejoras en la vigilancia meteorológica. Alegando buscar cumplir plenamente las nuevas exigencias, los operadores del campamento reafirmaron en su carta que están trabajando con ingenieros y técnicos para adaptar sus protocolos a la normativa vigente.
La misiva de la familia Eastland, antigua propietaria de Camp Mystic, reconoció deficiencias en la comunicación con los allegados tras el desastre e insistió en su disposición a dialogar individualmente con los interesados. La carta sostiene que se construirán memoriales en recuerdo de las niñas y consejeros fallecidos, aunque según el padre de una víctima, las familias no fueron consultadas ni aprobaron estos homenajes, según declaró Bonner.
El antiguo propietario, Richard “Dick” Eastland, murió en el suceso mientras intentaba auxiliar a algunas campistas. Las causas investigadas incluyen el posible desconocimiento de una alerta de emergencia emitida por el Servicio Nacional de Meteorología, pese a que la dirección había estado atenta a la evolución climática durante la noche. Familiares de las víctimas aseguran que el dolor persistirá y que buscan garantizar la máxima seguridad para futuras generaciones.